Este cuento de horror no es de Poe, lo vivimos, y hay que enseñarlo en las escuelas …

  1. Algunos de los nuestros compatriotas, adulterados por las interferencias extrañas, han andado turbados y cogitabundos, porque las pasas o las aceitunas, el aceite de oliva se volvieron incomprables. ¡Ni alcaparras! Quién lo iba a pensar. ¡No poder comprarse un jamón serrano (no digas un "pata negra")! No poder echarse al buche un vinito chileno de segunda (por eso la Bachelet y el Piñera nos odian, vayan tomando nota los despistados!). Y estos compatriotas, dan vueltas y vueltas por los comercios y caen en la cuenta, ¡Señor, de que verdaderamente la realidad ha cambiado tanto! Esta historia que vamos a referir ni Edgar Allan Poe…, hermanos…

  2. ¡Oh, Dios!, qué horror (o caro) es que esos compatriotas NO puedan ahora ponerle cardamomo a su café estilo turco. O untarle queso camembert o un poco de caviar a sus galletas en los saraos medianamente decentes. O meterse una docena de uvas a sus delicadas panzas. La realidad les remuerde en las entrañas, y sigamos viendo esta historia, real, muy real, de ultratumbas.

  3. ¿Quién ahora te invita a echarte un whisky o a un palito de brandy Cardenal Mendoza o un Napoleón? (Nosotros, le explicamos a los chamos de estos tiempos, a principios del siglo XX, no tomábamos whisky sino aguardiente o ron, pero nos hicimos finos y nos pusimos a jalar de lo bueno y de lo caro en nombre de un platal que no habíamos hecho con nuestras propias manos). Unos tipos habían hecho prospecciones en su patio trasero, y ¡BINGO!: encontraron nuestra FELICIDAD en multitud de campos petroleros. Y sigue el horror de esta historia que ni se la imaginan…: No hicieron malcriados y llorones importadores de todo, y esperar de ellos las bendiciones del cielo!

  4. Tantas "MARAVILLAS" con las que contábamos, pero casi todas importadas. Y tanto que hablamos de la hallaca, que la llenamos de aditamentos que no son venezolanos. Que nos copiamos también para las navidades aquello de los gringos del pavo horneado (por lo del Thanksgiving). (No se diga el fulano San Nicolás, y luego Halloween,… y los zombis, pendejos…).

  5. Y vino de repente, el cambur y nos salvó.... ¿Qué cosa más burda era comerse un cambur, siendo una fruta tan deliciosa? Ah, pero no la importábamos, y carecía de caché. Mucha gente prefería manzanas o peras. Ahora buscamos el cambur y lo apreciamos en su justo valor nutritivo. ¡Qué delicia! Yo leí siendo muchacho que Humboldt escribió: "-El plátano salvará América", y es lo que nos está salvado en este momento, y es tan maravilloso. ¿Por qué enjundioso milagro o visión sublime y profunda Humboldt imaginó que el plátano nos salvaría? Hoy, a todo el mundo lo veo por la calle comiendo cambures y persiguiendo al camión de los plataneros.

  6. Hace poco vi en una frutería a una señora que despotricaba contra el gobierno porque no conseguía ni peras ni manzanas, y le dije: "-¡Imagínese usted señora los gringos se arrecharan porque no puedan comprar mangos o mamones, lechosa o guanábana!"

  7. Los copiones hicieron de Venezuela un collage de virguerías importadas. Con ellas hicimos un país de flojos, llorones, maldicientes y mantenidos. Por eso turbas de enfermos salieron en 2013 a tumbar al gobierno porque no encontraban papel toalé, y se burlaron horriblemente de Elías Jaua porque éste había dicho que así y todo seguíamos teniendo patria. Y voy a contar esta tétrica historia de Venezuela que ya otras veces he mencionado en mis artículos y libros: A Rómulo Betancourt, por ejemplo, le encantaba la Pepsi-cola mientras que CAP, Carlos Andrés Pérez (su más dilecto pupilo) prefería la Coca-cola. En cada comida estas bebidas eran infaltables para ellos. Cuando estos dos portentos del adequismo visitaban a don Diego Cisneros, se despepitaban elogiando los progresos de Venezuela porque ya casi no se tomaba agua de papelón, jugo de coco o de guayaba, de tamarindo o guanábana.

  • Nos estamos civilizando –decía Betancourt.

Y Carlos Andrés respondía:

  • Oh, yes.

(Lo mejor que saben decir los adecos n inglés es "¡OH, yeeeesss!").

  1. Las visitas de Betancourt y CAP a la mansión de don Diego Cisneros eran para definir el perfil que debía tener un verdadero presidente de Venezuela. Los tres (Betancourt, don Diego y CAP) estaban muy agringados, y por eso mismo en todos los gustos coincidían.

  2. En la década de los setenta, don Diego, pese a su edad y a sus achaques, se encontraba muy activo "política y socialmente". Todos los grandes cacaos de Acción Democrática iban a su mansión con regularidad a rendirle pleitesía. AD no tenía vida sin "el apoyo visionarios" de don Diego. De nada valían las decisiones del CEN de AD sin lo que opinara el magnate y dueño de Venevisión. Don Diego sugería someramente sus dudas y preocupaciones y éstas eran muy tomadas en cuenta: "- Yo veo que Reinaldo Leandro Mora no sirve para Presidente de la República; tampoco considero prudente que David Morales Bello sea candidato. Héctor Alonso López está muy jojoto; Luis Piñerúa Ordaz es ácido y a veces se pasa de maraca con sus críticas irreverentes; Octavio Lepage hay que dejarlo de lado, él sería bueno como ministro o parlamentario, pero para más nada. A David Fermín no le favorece para nada el colorcito que natura le dio, una lástima, porque el muchacho es encantador, su dicción es fabulosa, ha aprendido mucho en sus últimos viajes a Estados Unidos, pero lo que natura no da Salamanca no lo presta…".

  3. En septiembre de 1996, se produjo un gran un gran cisma ecuménico-importador en Venezuela, entre los adoradores de Pepsi-cola y los idólatras de Coca-cola. En este caos de pánico, tanto Betancourt como Carlos Andrés corrieron a solidarizarse con Gustavo Cisneros, el hijo del gran potentado don Diego Cisneros; era una disputa que se estaba escenificando no sabemos en qué mundo, pero que nos tocaba en lo más íntimos de nuestras costumbres y cultura. Algo que podía herir de muerte a la "patria" de los capos del mercado, que como perros rabiosos estaban despedazando a Venezuela. Se hablaba de una pavorosa demanda ante los tribunales nuestros (que eran de los gringos) por más de trescientos millones de dólares contra Diego Cisneros (primo de Gustavo Cisneros, el del lío del impresionante negocio con el centro comercial "Galerías Preciados" en España).

  4. Señores analfabetas de la historia venezolana, perdonen, pero aquello fue como otra guerra del golfo, en las entrañas nuestras: parte de la población nuestra abarrotaron los mercados, pulperías, licorerías, abastos, buscando afanosamente Pepsi-cola, pues se preveía un serio colapso en el desabastecimiento de este elixir tan "nuestro". Igualito a lo que pasó con el papel toalé.

  5. Aquella fue como una primera gran fase del gran bachaquerismo que luego nos sobrevendría. Qué trauma, qué gran conmoción nacional fue aquello, y a nadie se le ocurrió echarle la culpa al gobierno sino al destino jurisprudente que todo lo calcula pero no lo anuncia. Y las termitas de entonces (casi todos encopetados miembros de Acción Democrática) arrasaron con todas las gaveras y botellones de Pepsi del país. Hubo gente que recorrió cientos de kilómetros para echarse al buche una botella de pepsi, por allá en un pueblito del llano o de la costa, donde le habían dicho que todavía se conseguía.

  6. Así ha sido parte de nuestra historia: (de droga en droga) cuyos gustos y pareceres han sido cocinados, estudiados y decididos en otras latitudes: nos habían habituados a votar a los adecos o a los socialcristianos, a vivir de lo que los gringos encontraban en nuestras minas, en las entrañas de nuestra tierra; de los intercambios comerciales que ellos impusiesen. Hubo un candidato copeyano (Lorenzo Fernández) que casi gana la presidencia de la república por prometernos n 1970 que nos traería la televisión a color. El candidato opositor del momento, que era CAP, prometió entonces doblar las películas gringas con voz venezolana y eliminar los subtítulos. Eso era lo único que podían prometer al pueblo aquellos candidatos de la IV república ¿Por eso, qué nos puede prometer Guiadó, que no sea zapatillas y camisetas de marca?

  7. En estas ideas está también resumida la tragedia de México. En México como el gusto de la Pepsi-cola se impuso durante un tiempo, quedó de presidente de la república el cachorro de Vicente Fox. Y en Venezuela durante mucho tiempo se trató con insistencia que un extraordinario candidato para sacarnos de abajo sería Gustavo Cisneros dueño entonces de la Pepsi, y además de Venevisión.

  8. Los gustos pro-gringos de Gustavo Cisneros, gracias a los contactos con Felipe González, se extendieron a España: entró allá McDonald junto con centenares de transnacionales y ganó las elecciones el fascista José María Aznar. La derecha con el grupo Prisa se adueñó de poderosos medios de comunicación y se fue suplantando el gusto por el gazpacho y la horchata por el de la Coca-cola, y el jamón serrano y sus tapas sufrieron un bajón, sustituidas por la hamburguesa y los insípidos chorizos de la Oscar Mayer...

  9. Los Cisneros llegaron a creer que el gusto en nosotros por las maravillas gringas llegaría a hacerse tan imprescindibles, que luego no podríamos existir ni vivir sin ellas. Y de este modo los gringos se asegurarían de su poder y de nuestros recursos eternamente, y adecos y copeyanos bailando al son de las trompetas del Apocalipsis…

 

@jsantroz

 



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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