". Improvisación efectista, que pretende distraer al pueblo de su grave crisis humanitaria y socio-económica, y fundamentalmente, por las complejidades técnicas, legales, presupuestarias, financieras y geopolítica, impracticable."
"Regalar el oro es el canto del cisne de este gobierno, su declaración de incapacidad"
Toby Valderrama Antonio Aponte
Midas en la mitología Griega fue un rey que gobernaba el país de Frigia, quien poseía una gran fortuna, vivía en un castillo con un hermoso jardín de rosas. El tenía una hija a la que amaba profundamente de nombre Zoe. Lo que lo hacía más feliz era la posesión de oro, todos los días contaba sus monedas de oro por diversión. Un día el dios de la celebración Dionisio llego a Frigia, el estaba acompañado por Silenio (dios menor de la embriaguez), por su largo camino estos estaban muy cansados y se quedaron dormidos en el jardín de rosas, el rey Midas los reconoce y los invita a pasar unos días en su palacio. El dios Dionisio agradecido por su gentileza le dijo que le cumpliría cualquier deseo, a lo cual Midas respondió "deseo que todo lo que toque se convierta en oro". Dionisio le concedió su deseo. A la mañana siguiente el rey Midas se despertó entusiasmado para comprobar si su deseo se había vuelto realidad. Extendió sus brazos tocando una mesita que de inmediato se transformó en oro. Corrió por todo su palacio tocando todos los objetos que tenía a su paso, Midas está muy feliz. Pero al momento de desayunar no podía comer o beber ya que todo se transforma en oro, el empezó a llorar, su hija al escucharlo se acercó a consolarlo y al momento de abrazarlo se convirtió en oro. El desesperado le pidió al dios Dionisio que le quitara el poder de transformar todo en oro. Dionisio conmovido le dijo que la única forma de revertirlo era si él se lavaba las manos en el rio Pactulo. Al momento que lo hacía se percató que una infinidad de pepitas de oro se acumulaban en el rio, después tomo una garrafa que lleno de agua y la vertió sobre su hija la cual volvió a la normalidad. El rey Midas para celebrar que su hija estaba bien regalo todas sus posesiones materiales y fue a vivir a una cabaña junto a su hija y sus rosas, sintiéndose muy feliz por el tesoro que tenía que era el amor de su hija.
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Los Midas modernos, cegados por la ambición desmesurada, juegan a ser ricos en el mundo globalizado, donde las redes multinacionales, las mafias organizadas y los entresijos de la economía compleja esconden los deseos más desproporcionados y deformantes con desastrosos efectos en no pocos sectores de la sociedad. Enorme capacidad demoniaca encubre el dinero, que causa las injusticias y violencias más descaradas y desconcertantes.
El poder del dinero transforma, cambia, deforma, confunde, corrompe y engaña. Shakespeare, en Timón de Atenas, escribe un texto sorprendente sobre el metal tan codiciado:
"Oro!, Oro maravilloso, brillante, precioso! ¡No, oh dioses, no soy hombre que haga plegarias inconsecuentes! Un poco de él puede volver lo blanco, negro; lo feo, hermoso; lo falso, verdadero; lo bajo, noble; lo viejo, joven; lo cobarde, valiente..."¡Oh tú, dulce regicida, amable agente de divorcio entre el hijo y el padre! ¡Brillante corruptor del más puro lecho de himeneo! [...] Haz que nazcan entre ellos querellas que los destruyan, a fin de que las bestias puedan tener el imperio del mundo.