Se autodesignó no aguantó las ganas. Vaya ironías de la vida boliviana, y se tiró al ruedo en una aventura que pone a la constitución boliviana a sudar de frío impopular, en que Napoleón don Bravo: ni flojo ni perezoso, no aguantó las ganas de imponer su voz de anunciante telecómico que como un trovador golpista con carraspera de viejo fastidioso: hizo valer la esperanza de alumbrar de emoción al pueblo hermano de Bolivia con su deseo indeciso que está sin Evo y, sin cuórom llegó la luz y, Bolivia comenzó a caminar derecha por otra líder que bajó de una estrella tránsfuga y, siguiendo los pasos del libreto del Guaidó de Trump, dijo, sin alterarse, seria sin pundonor político, con sus lentes del entendimiento en su cabeza: lo que es igual no es trampa y, ¿si en Venezuela se puede por qué acá no?, o acaso ellos son especiales, más inteligentes que nosotros, y sin rabia ninguna se desvirgó de emoción delante de sus compañeros de fracción cuando, finalmente traspasó los umbrales del vacío de poder sin poder ninguno que, la cubriera y, llamó a elecciones, eso sí sin Evo, ni nada parecido. Y, tampoco preguntó, ni dijo juro, ni juró.
Y el pueblo gritó afuera despavorido: ¡así, así, ..., así es que se gobierna! ¿Y, ahora qué? Si todo es posible y como posible se quedará, no hay allá, ni ley ni orden, ni nadie preocupado porque así sea y mejor para ellos, para qué presidente o presidenta si nadie va obedecer, ni locos que estuvieran los bolivianos, pero se habrá visto cosa parecida en este mundo desde que Trump está en la Casa Blanca. ¿Que de cosas Sancho y, ahora qué hacemos, preguntará, don Quijote: cogemos para el Norte o, para el Sur y, Sancho miró el cielo?
La oposición que es la vanguardia de una parte del pueblo rico, del pueblo que lo tiene todo y, sin poder, poder del Estado, alebrestado como está la mayoría del pueblo boliviano, aunque cara baja, con un Carlos Mesa más desprestigiado que Capriles acá y, con un tal Camacho más fascista que Julio Borges y Leopoldo López juntos, uno asilado en Colombia y el otro en la embajada española si es que todavía sigue allí con el ánimo por el suelo, pero con vigor patrio de una nueva patria allá, Jeanine Añez, despeinada de cansancio, pero con una fortaleza por encima de Pedro Carmona Estanga, anda de boca en boca y, la frase hiriente de alegría que la tiene en el pedestal de su poderío fortuito se ha llenado de ánimos cuando aclamada en silencio, le gritan te queremos, doña Jeanine, y ella se tongónea no con furia macha, sino con una ironía que la tiene en el mundo de las redes como la nueva Juana la Loca de Bolivia que, espera por el visto bueno de Trump.
Por eso es que este mundo hay vivirlo todos los días, aunque estemos muertos en vida, y cada día se aprende algo nuevo que después flotará en el ambiente como una destreza inolvidable y, si es de una oposición, no importa de dónde venga, así debe ser que ellos son ellos y, nosotros no sabemos, pero esa es la vida, ¿y qué nos queda? Aprovechar lo que nos dejan y, en Bolivia es la cosa, hay que seguir viendo lo que venga que tal como se están comportando los líderes de la oposición, lo más seguro pedirán elecciones pero sin los indios, solamente los blancos tendrán ese derecho y al que no le gusta que haga como Evo a vivir en otra parte que donde hay indios cómo qué es canto de cisne sin pradera.
Señora, Jeanine Añez, jura usted por Dios y por su santa madre y por su honor que se ha ganado haciendo vida en la oposición democrática boliviana, respetar con mucho cariño, pero con más guáramo que Evo, y hacer respetar las leyes y si el pueblo blanco como poderoso se levanta acatará sus desmanes y hágase la loca, lo jura ...
Y, qué dirá Napoleón don Bravo después, si no tiene de qué afincarse de otra emocionante frase que ponga a valer al pueblo de Bolivia. Posiblemente: eso me dijeron y eso dije, más no puedo como locutor, ni los Cisneros querrán. Vamos a un corte comercial y, al regreso le decimos quién aceptó la renuncia de Evo.