En la vida, como dice el poeta, hay que aprender a distinguir las voces de los ecos. Yo, en estas viñetas sobre los campos del sur de Mérida, vistas desde mi ventana, las desgrano lienzo tras lienzo, con sus imágenes de cantos y costumbres de antaño, con sus prados y maizales, rostros señeros, callados y humildes, con esos fondos de senderos y jardines de ensueño, en la recreación perenne de penas y pactos crepusculares, lontananzas: todos estos lienzos irán en una secuencia de lirios y hortencias, de ánimas remotas, de tiempos y de incertidumbres celestes que nos llegan al corazón entre lluvias y canículas. Es el encuentro con las almas tardías que los embates de un confuso desarrollo hicieron por un raro milagro recalar aquí, al otro lado del olvido: un reencuentro con lo entrañable y lo paradisiaco, con la inocencia que ya creíamos perdida, y de la que aún quedan trazos relumbrantes como veremos.
Nuestra casita, "El Valle de la Luna", de la que ya hemos hablado en otras crónicas, está situada a un lado del camino real, y por ahí baja y sube toda la fecunda, creativa, dulce y humilde gente que puebla la aldea La Coromoto. Es un fluir de sombras, de voces y nostalgias, de algazaras escolares, de celajes tenues y diamantinos en las niñas que sólo conocen lo sublime de estos cielos blancos, cenizos y puros. Se llamó esta aldea hace ya algún tiempo El Zamuro, y poco después, con la llegada de unos curas, quizá sintiéndose aludidos por alguna sabia ironía, se empeñaron en cambiarle el nombre…
Principalmente, pasan frente a nuestra ventana los pequeños que van con sus morrales tricolores a la escuelita, situada justo al frente de "El Valle de la Luna", niños que cuando me ven desbrozando, me gritan: "¡Buenos días señor José!", y aunque ven que estoy desbrozando me pregunta: "¿Qué está haciendo?". No puede ser que sólo esté desyerbando, tienen razón, a algo más debo estar entregado, y les respondo: "-Aquí, conversando con unas hormigas que escupen chimó y bailan joropo…". "-¡AHH!", responden de lo más natural. Eso les parece más real que cualquier otra cosa, y se van contentos y mirando al suelo (golpeando las piedras por si acaso ven algunas de esas hormigas tan fiesteras), hacia sus casas, la de Alesio, Juvencio o Silvio…
Así sigo desde otros ángulos viendo discurrir tantas estampas encantadas o encantadoras, sobre todo las lindas voces, cuando ellos, los niños, al llegar por la mañana, por ejemplo, cantan el himno, se ponen en fila e izan la bandera.
Desde la ventana que da al jardín, la de la cocina, se aprecia mejor la piel del corazón de la aldea: nuestra hermosa mata de navidad, las trinitarias desmelenadamente tendidas y soñolientas sobre la cerca, las cayenas que no dejan de guiñar sus rojísimas sonrisitas; los jazmines que se pavonean con esas fragancias que calan hasta los nervios…, el garbancillo que turututea con el viento, las azucenas que se creen más coquetas… y los saltarines pájaros pispirines junto a los colibríes que hacen piruetas en la vallas y besan con delirios rosas y flores; lienzos, pues, que muestran también los becerros de Alejandrito, el perro de ladrar ronco de Lucía Valentina…, y allá al fondo y a la derecha, en el terreno de la escuelita, un maizal que sembró Enrique donde los pericos y urracas hacen sus jaranas y fiestas. Enrique, que poco se ocupa de este maizal, ha dicho que lo sembró sólo para las urracas y pericos: Que nada se pierde en estos jardines, en estas labranzas, en este paraíso recobrado…
Las mañanas, en estos días de invierno, unas se presentan atoldadas y otras relucientes con luces carmín y oro que revientan por entre el follaje de nuestro gran árbol de eucalipto, tan espigado, cerca del río, que se pierde en el cielo. En esas mañanas que pintan veraniegas, brotan luces que se extienden como un dosel amarillo, mezclado con la espesa niebla, que va flotando por sobre todo el cañón por donde vinieron los primeros pobladores. Un espectáculo sin igual, con luces y encajes, gasas de melancolías silvestres que se entretejen y se enredan en la memoria cuando uno se transporta a la infancia en Las Mercedes del Llano. Recuerdo que fui niño y sólo lo fui en toda su inmanencia porque viví entre campesinos, porque acarreé leña y agua de un pozo cavado en el patio de la casa…, porque bebí la postrera a la pata de la vaca, porque pastoreé becerros, porque en nuestra casa había un cuarto enorme en el que estaba el fogón con todas las paredes y el techo embadurnadas de hollín y por una tronera brotaba humo como de un barco carbonero todo el día.
Qué forcejeo de colores cada mañana, pugnando cada cual imponerse con sus fuegos coralinos, con sus azules magnéticos o sus verdes limón, o sus rojos granadas, al fondo del cañón de este valle…, que fue un día de la Semana Santa del 2009, el que nos bendijo y nos iluminó para que acabásemos construyendo una casita por estos lares. En fin, volvemos por aquí, que todo este sublime cuadro, lo vimos un día muy temprano por la mañana, desde la Mucu-Posada Las Hortensias de Neptalí, y le dije a mi amada María Eugenia:
- Si pudiéramos hacer una casita en este lugar, qué felices seríamos.
Hoy (cuando reconstruyo esto recuerdos), hay un silencio de cisnes. Una pasividad de ensueño, dócil y sereno. El cielo se muestra envuelto en dulzuras inefables, saciada la razón en recuerdos y lejanías. Son enseñanzas amables la de los nuevos amigos que por estos lares hemos ido cultivando: sapiencia oculta de delicias sencillas. Desde la ventana que da al camino real, ahí está el cuadro, los lienzos de la vida por estos campos reverdecidos de renaceres y cariños silvestres: con sus vacas colgaditas allá lejos, pastando en la extensa falda por detrás de la escuelita de la aldea: Avenildo que sube con un cabestro llevando dos becerros, Neptalí que baja al pueblo a llevar a su hija Natali quien estudia en el liceo; mi perra Solita que está al pie de la mesa donde escribo y que de repente sale en carrera a ladrarle a Jairo que sube con un costal de yuca. Las urracas y turpiales que llegan a los maizales y con qué experticia saben descubrir las mazorcas para hacerles grandes rajas a los jojotos. Los pispirines, que en cambio bailotean en las ramas del guamo y se alimentan sobre todo de lombrices, mariposas y alimañas. Ya llega el olor de las frituras que se cuecen para el desayuno. Brisas de lunas nacientes con sus consabidos vendavales de invierno. Luego pasa Evencio a ver su siembra de cebollas. Alguien en una moto arrea una piara de cochinos. Pasa el señor Juvencio en su mula pasitrotera como todo un general de la guerra federal; llega la gata Morisca (de la vecina Engracia) y se instala recogidita en la ventana de la cocina. Pasa Alejandrito conversando con sus dos becerritos, y los va regañando porque se detienen frente a nuestra verja y tratan de comerse las matas de cayena. Por aquí, tratan a los animales como personas muy entendidas. Son más que personas, los animales. Entretanto, en la cocina escuchamos villancicos y parrandas navideñas. Desde la espaciosa sala vemos a nuestra izquierda el maizal casi fenecido y que hoy arrancaremos de sus pedestales…
Suelo escribir un artículo diario para varios portales, entre ellos ENSARTAOS y APORREA. Esas son partes de mis ocupaciones en la ciudad. Para ENSARTAOS escribo las principales notas políticas, nacionales e internacionales del día. Otros de mis habituales oficios es salir a caminar por la ciudad con mi esposa. Vamos a pie, de La Pedregosa Sur hasta La Parroquia y hasta los linderos con La Mara, o desde La Pedregosa Sur hasta El Aeropuerto en la Avenida Urdaneta (donde viven los padres de María Eugenia) o hasta el Centro de la ciudad.
4-11-2019: ayer, finalmente decidimos emprender otro viaje desde Mérida hasta nuestra casa El Valle de la Luna. En ese recorrido de cinco horas, a lo largo de las estribaciones de Los Pueblos del Sur pasando por la cuenca de El Chama, la cuenca de Uribante y la de Caparo, con agua para ungir de labranzas medio Estado Mérida y darles alimentos a medio Venezuela. Se vino con nosotros José Alí, hijo de Alecio. José Alí es un muchacho de 24 años que se establecido en Mérida porque requiere dializarse tres veces a la semana. Tenía este joven un mes sin poder ver a su familia en La Coromoto, debido en parte a las grandes lluvias que han afectado el sector de Loma Pica y El Rincón,… y porque el Trole (el transporte más barato) que suele hacer el recorrido Mérida-Canaguá-Mérida está accidentado. José Alí estará domingo y lunes y regresará el martes temprano para poder dializarse por la tarde.
Regiones solitarias y tranquilas las que vamos recorriendo: creaciones impolutas, horizontes celestes, bañados de colores azul y ocre: ¡qué soledades más majestuosas!
Llegamos a las doce y media del mediodía a El Molino y nos detenemos a ver al señor Mario Márquez, tío de José Alí, y quien está muy enfermo, moribundo. El señor Mario venía sufriendo un mal producto del uso de yerbicidas y otros químicos, los que usan para preparar los terrenos para las siembras, y apenas tiene 40 años; Mario está casado con una joven dama con la que tuvo cuatro hijos. Era Mario Márquez un hombre muy rico y casi todo lo ha tenido que vender para atender su terrible mal. Nos atiende la esposa del señor Mario quien nos lleva a la habitación donde está el enfermo, el cual vemos arropado y con los ojos cerrados como durmiendo. Tomamos café y continuamos nuestro viaje.
A las dos y media de la tarde vamos llegando a El Rincón devastado por las lluvias recientes. Puentes y gran cantidad de árboles caídos, destrozos en la vía, y ha sido tal la grava que ha bajado de las montañas que la carretera casi se encuentra al mismo nivel del río. Cuando nos vamos acercando a la casa del profesor Fernando Durán observamos cómo ésta, que antes tenía una cuesta para acceder a ella se encuentra a nivel del río. Vemos que está saliendo de la entrada de la casa de Fernando su hermano Braulio, y que trae en una moto a su sobrinito Aarón. Nos saludamos de lejos, luego nos acercamos para darle la mano desde el carro. Le preguntamos por Fernando y nos dice que ya llegó de Mérida junto con su esposa Chabela quienes estaban en tratamiento médico. Braulio, tiene unos cuarenta años, y me pregunta que cuándo pensamos visitar a Fernando, que si lo haremos hoy mismo y luego me dice:
- Necesito hablar con usted, señor José.
- ¿De qué se tratará? –le pregunto.
- Es que me han matado un hijo en Mérida- se me queda mirando fijamente-: él tenía veintidós años, me lo mataron en Campo de Oro, allí donde él tenía una bodeguita. Le dieron un tiro por intentar robarle el celular, aunque no pudieron, pero el celular se lo llevó la policía para lo de las averiguaciones, y queremos saber si usted nos puede ayudar con la Fiscalía, a ver si lo recuperamos. Ahí está toda la información de sus negocios, señor José.
Mientras Braulio habla le brotan las lágrimas, y yo conmocionado por la noticia y petrificado pensando de qué manera ayudarlo. Mucha gente piensa que yo tengo poder y relaciones en el mundo del gobierno nacional y de la política y en verdad que no hay un ser más desconectado de esos poderes que yo. Pero a la vez, debo tratar de hacer algo, siendo tan difícil y terrible, y recordé luego con mi esposa que unos años atrás en casa de mi ex esposa Carmen, en la urbanización La Linda, nos encontrábamos con diez amigos reunidos en la sala para relanzar el portal ENSARTAOS, cuando se presentan tres individuos armados con pistolas, comandados por una mujer. Nos amarran a todos, nos quitan los celulares, cinco laptops, algunos anillos de oro de graduación, relojes y cámaras. Revisan toda la casa en busca de dinero y prendas. A los dos días, es capturada esta banda en plena faena, asaltando otra casa en la Pedregosa Alta. Tratamos por todos los medios posibles de recuperar, a nivel de la Zodi (Zona Operativa de Defensa Integral) de Mérida, en la Comandancia y en la policía, los objetos robados que la policía ya tiene en su poder: hablamos con el gobernador, con un ministro, y con varios altos dirigentes del PSUV, y todo fue inútil, en vano. Nunca o casi nunca la policía en Venezuela devuelve objetos robados que ellos les quitan a los ladrones. Algo insólito. Nosotros tratábamos en los posible de recuperar sobre todo información que teníamos en celulares y computadoras pero fue imposible. Qué gran negocio es ser policía en cualquier parte del mundo: tienen privilegios, grandes contactos, poder, conocimiento de secretos de mucha gente que pueden sobornar y manejar a su antojo, y para completar todo lo que "recuperan" a manos de ladrones se los quedan ellos.
Cuando llegamos a casa de Alecio para dejar a su hijo José Alí, nos invitan a comer. Nos sirven dos grandes platos con hervido de res y con un buen servicio de yuca. Luego doña Esperanza, esposa de Alecio nos regala medio kilo de café molido en una bolsita, y cuando bajamos hasta la casa de don Antonio Rojas, padre de Esperanza, nos esperan con un cuarto de costal de yuca.
Llegamos a El Valle de la Luna en medio de la gran alegría de nuestra perra Solita. Ya el monte ha vuelto a crecer, y encontramos el maizal bastante empestado (con sus hojas medio quemadas y algunas de sus mazorcas medio podridas). Comimos moras, revisamos las matas de café, el limonero apenas tenía dos limones, en el cambural vimos un solo racimo de cambur. De todos modos se salvaron unos cuarenta jojotos como para hacer algunas cachapas y arepas, muchos de éstos ya estaban "enjechos" (es decir con los granos duros).
A las cuatro de la tarde vemos subir al patriarca de La Coromoto, el señor Corsino (ya ciego y de 86 años), llevado de la mano de su hijo Enrique. Vienen del pueblo a donde asistieron a misa (hoy domingo) y estuvieron atendiendo algunas ceremonias en el cementerio. El Señor Corsino ha hecho, pues, un recorrido de unos veinte kilómetros en total, en un día muy soleado, a lo largo de cuestas bien empinadas.
Nos visita Manuel (hijo de Corsino) quien va de pasada a ver un enfermo, por los lados por donde vive Alecio.
Se va la luz a las seis de la tarde.
Nos arreglamos la cena con jojotos sancochados. Nos visita Ángel quien venía a tratar de reparar la señal de nuestro televisor, pero cómo, sin luz.
Hoy 4 de noviembre nos encontramos con la noticia de que ha fallecido el señor Mario Márquez.
El día ha estado entre nublado y un poco lluvioso.
Me dedico a pelar toda la yuca que nos regaló el señor Antonio, mientras María Eugenia se entrega a arreglar la casa con motivos navideños. Monta el pesebre, arregla un viejo rosario de luces, le pone forros a los cojines de los muebles, engalana y acicala los arriates del jardín. Le ayuda en estos menesteres la niña Lucía Valentina, hija de la vecina Engracia. Le dice María Eugenia a Lucía Valentina:
- Huy, qué retrasada está su mamá en poner el pesebre. Mire que ya estamos en navidad.
Lucía Valentina corre a su casa y le ruega a Engracia que arreglen el pesebre.
Mi esposa se va a hacer una caminata hasta el sector El Cobre con la perra. Preparo el fogón en el que colocamos siete ollas: una para el maíz que moleremos mañana, otra para la yuca, una tercera para derretir una panela, una cuarta para unos jojotos, otra para un arroz, una sexta para una carne desmechada y una séptima para unas caraotas.
Llega Engracia con una buena porción de caldo de res. Ella siempre es tan atenta y bondadosa con nosotros.
Voy a la orilla del río para buscar chamiza. Debo ir preparando el fogón para los treinta kilos de comida que le debemos dejar preparada a la perra.
Arranco todas las matas de maíz que están por un costado de la casa.
Viene Engracia y nos regala un trozo de majarete.
Por la tarde nos visita el señor Corsino junto con su hijo Manuel. Nos traen un queso y un litro de leche. Manuel se retira al poco rato. Nos quedamos conversando con el señor Corsino y así, vamos enterándonos de tres graves y penosos acontecimientos que han ocurrido en este lugar, durante nuestra ausencia de un mes: uno de ellos es un operativo que hizo el Banco de Venezuela para abrirle cuentas de ahorro, entregar tarjetas de debido y entrenar a la gente sobre el sistema Biopago. Vinieron de Caracas unas cuarenta personas para este operativo, y ocurrió que varias de estos empleados se enfermaron y uno de ellos falleció de un infarto. El otro hecho muy lamentable fue que en Canaguá, dos motorizados, el pasado lunes, como a las nueve de la noche, que llevaban sus motos en neutro (para ahorrar gasolina) y conduciendo sin luz, chocaron. Quedaron muy graves los dos motorizados con varias fracturas en clavículas y piernas. Hay que ver lo complicado de estos accidentes en los que hay que trasladar a los heridos en un recorrido de cinco horas, de urgencia, hasta el hospital de Mérida. Un tercer hecho fue más terrible todavía, y ocurrió en El Molino. Dos jóvenes salieron para Caracas a transportar una carga de papas en un camión nuevo y han desaparecido desde hace varias semanas. No se sabe casi nada de ellos, y según las últimas averiguaciones, por el GPS del camión, se ha determinado que éste se encuentra en territorio colombiano.
Como a las cinco de la tarde acompaño al señor Corsino hasta su casa. En el camino nos encontramos con cuatro motos que se dirigen a El Molino para atender los actos fúnebres de don Mario Márquez; cada moto lleva entre dos y tres ocupantes, casi todos familiares de Evencio (hijo del señor Corsino): van dos de sus hijas (Isamar y Marilú), dos de sus hijos, su esposa (la señora Consuelo quien lleva en sus manos un ramo de lirios). El recorrido en moto será de una hora. Pienso en el tiempo lluvioso como está, pero en Los Pueblos del Sur no hay nada más importante que una ceremonia luctuosa, los novenarios y las atenciones a los muertos y enfermos. Nos refiere Neptalí que, por ejemplo, su tío Abel en sabiendo de un muerto sale en volandas y deja que hasta las ollas se le quemen
No se apareció hoy Ángel por casa.
Engracia nos trae una ollita con atol: "-Para el postre"- nos dice.
Hoy, que hemos estado todo el día con electricidad, nos la cortan a las seis y media de la tarde.
La luz vuelve a las 9:30 de la noche y nos ponemos a leer. Tenemos luna creciente y las noches son tan claras que se proyectan formidables sombras bajos los arboles. Se podría hacer toda una larga caminata a los Portones sin llevar linterna.
ME decide releer "Viaje al amanecer", uno de sus libros de cabecera; ella ama la escritura de Mariano Picón Salas. Yo me pongo a leer la vida de Edward Gibbon.
5-11-2019: Amanece lloviendo. La mañana se levanta con sus perlas diamantinas de luces desde el ya mencionado boquerón que desciende hacia el pueblo de Canaguá.
Nos encontramos con la novedad de que la producción de quesos de los Mora ha bajado mucho porque a todas las vacas les ha dado cachera. La cachera es una enfermedad que consiste en que los cachos del animal se ahuecan y dejan por ello de producir leche, entonces se hace necesario cortarlos y se les troncha con un serrucho o una segueta, y ese corte no produce sangramiento.
Pienso en toda la gente que se fue ayer a El Molino al velorio de Mario Márquez.
Son las seis de la mañana: Me asomo a la casita de Solita, debajo de un banco que se encuentra en el porche, y observo que la sinvergüenza producto de que el día está bastante frío aún duerme plácidamente. La lluvia le hace propicio el sueño.
Me dedico a moler el kilo de maíz que pusimos ayer a cocer en el fogón, al tiempo que pongo a hervir agua con unos jojotos que se habían enjechado. Con el maíz de esos jojotos haremos arepas. Ya ronda por la casa Morisca, la gata de la vecina a quien le encanta comer granos de maíz como una mismísima gallina. Devoró varios jojotos que dejé en el cimiento de la estufa
Voy al huerto y arrancó todo el maizal seco, recojo además las últimas mazorcas de la temporada. Haremos cachapas para la noche.
Preparo toda la madera que arderá en el fogón mañana. Nos visita Ángel y no tiene éxito en el arreglo de la antena del televisor. Y por otro lado seguimos totalmente desconectados de la ciudad porque desde hace tiempo se perdió la cobertura en Los Pueblos del Sur.
Llega Manuel con un tobo en el que trae tres manos de cambures verdes los cuales le cambiamos por un kilo de lentejas. Cambures verdes que usaremos para la comida de la perra.
Nuestros vecinos han matado un toro y ha comenzado la faena del descuartizamiento y la venta de carne.
Por aquí, insisto, seguimos totalmente desconectados del mundo: sin comunicación posible por teléfono fijo o celular, sin radio y sin televisión porque la antena de CANTV aún no hemos podido orientarla debidamente, y mucho menos sin internet.
Llega Ángel con el obsequio de doce jojotos de su cosecha. María Eugenia le atiende con un buen trozo de pai de limón. Luego nos ponemos a jugar scrable hasta las nueve de la noche momento en que se va la luz.
La luz ha vuelto a las diez de la noche.
Tarde en la noche escucho el trocear de carne, como si estuviesen usando una sierra que chirria sobre unos huesos.
6-11-2019: el día promete ser soleado. Aprovecho y saco a asolear la madera, madera que utilizaremos para el fogón.
ME sale a hacer una caminata con la perra mientras yo me quedo amolando los machetes.
Al volver de su caminata María Eugenia se dedica a poner a ras la grama, mientras yo decido hacer una caminata con Solita hasta el sitio El Cobre para buscar chamiza. Hace un mes vi por esos lados un enorme árbol derribado por una ventisca. Logro traer a los largo de dos kilómetros cuatro largas ramas.
Al llegar a la casa, encuentro que Ángel, ha conseguido finalmente arreglar la señal del televisor. Al fin nos enteraremos de las últimas noticias y aspiramos poder ver esta noche el programa Con el Mazo Dando… pronto nos damos cuenta viendo algunos canales de que no ha pasado casi nada en el mundo desde el domingo, cuando salimos de Mérida.
Me pongo a juguetear con la perra en el césped del jardín recién macheteado por María Eugenia. Desde afuera me saludan el señor Juvencio y Avenildo. Hablamos de armas, de escopetas, trabucos, rifles, morteros y pistolas. El señor Juvencio me invita a cazar pavas por la tarde, me advierte que no lleve una franela roja (las que siempre uso) porque espantaría a las pavas. El pequeño Alejandro pasa siempre pendiente de la mata de parchita enredada en lo alto de nuestro guamo. Él las distingue de entre las apretadas y tupidas hojas: "- Allá están tres verdes todavía. En diciembre sí vamos a comer parchitas".
Nos refiere Avenildo que han vendido el famoso ganso que tenía la señora Rosa, y que eso le ha dado mucha alegría a la aldea. El fulano ganso había mordido y atacado a docena de personas del lugar, sobre todo a niños y mujeres (entre las atacadas estuvo María Eugenia). A los perros los cacheteaba con sus alas y luego los mordía. Nos contó historias de cómo el referido ganso le mató a doña Rosa varias gallinas tomándolas por el cuello y luego ahogándolas en un pozo.
Viene Lucía Valentina con dos buenos trozos de carne, que nos sirve para un almuerzo. Al pobre nunca le falta Dios…
Pasa Cristian (de trece años) conduciendo una moto y en el asiento de atrás su padre Avenildo llevando un enorme tobo atestado de carne.
Nos enteramos que entre los que partieron antier a las exequias del señor Márquez en El Molino, efectivamente una de las moto sufrió un accidente. La moto que llevaba a Isamar se encontró de frente con un carro que les invadió el carril de la derecha. Ocurrió en el páramo de El Motor, Isamar salió despedida, afortunadamente cayendo en una cuneta anegada de monte, pero se dislocó la pierna derecha.
La luz se va desde las 3:30 de la tarde y vuelve a las 8:30 de la noche, dándonos oportunidad de ver un poco "Con el Mazo".
7-11-2019: la perra comienza a gemir para que le dejen entrar a la casa, todos los días a las seis de la mañana, y en abriéndole la puerta corre en volandas hasta el cuarto donde duerme la dueña de la casa.
El día se asoma atoldado.
Estamos en la temporada de cosecha de maíz. Hemos comido multitud de platos que se hacen con maíz: jojotos sancochados y asados, en torta, como atol y majarete, como cachapa, en ensaladas, en sopa, en arroz…
9:00 me dedico a arrancar monte de los alrededores de las matas de café, de las de higo, ocumo, manzano, níspero y chirimoyo, limonero, mandarino,... Hemos sembrado en varios lugares matas de auyama y nos dice el señor Corsino que a la auyama cuando está creciendo no hay que estar mirándola mucho. Una que sembramos en un redondel que está debajo de un gran guamo ha dado dos auyamas que se pudrieron antes de madurar. Enrique dice que para que se den bien hay que regar por los alrededores un poco de sal.
9:30: comienza a lloviznar. Pasividad absoluta, ni siquiera pájaros se ven. "Todas las cosas vivas te contemplan", dice el poeta, y agrego que todo lo que nos rodea trata de decirnos algo, y que sólo en estos parajes somos capaces de sentir las voces más sutiles y maravillosas, propiciadas además por esta soledad milagrosa. Pareciera de momento que todo descansara, que todo lo viviente se ha recogido, que hay una calma esplendorosa y obediente. La lluvia hipnotiza hasta a las plantas, produciendo una somnolencia idílica. Viene Solita y telepáticamente me dice, extendiendo su hocico hasta mi oído: "-Mira, quiero caminar, vamos hasta la explanada que da al pueblo…", le contesto que el día no lo permite. Entretanto la gata Morisca ronda por la cocina buscando comida, se desplaza sin que nadie la sienta y cuando se le descubren sus pasos ya ha cargado con una presa. Ayer, mientras comía yo unos espaguetis sorpresivamente Morisca apareció de la nada en nuestra mesa, felinamente metió su pequeña cabeza por debajo de mi brazo izquierdo, entró en mi plato y engulló un buen bocado. Pero en comiendo, ella no huye como hacen los perros cuando consiguen algo, sino que insiste en devorarse todo lo que tiene ante sus ojos. Pero Morisca no es ingrata. Todo lo contrario posee una solemnidad graciosamente dócil, cariñosa, amable. Cuando llega del campo, agitando sus bigotes y su cabecita es porque algo se ha tragado, llega y arquea su lomo contra nuestra pierna para que la tomemos en cuenta. Pide que la abracemos y la alcemos. De modo que no es cierto ese dicho que dice: "curas y gatos, animales ingratos".
Nos visita Ángel quien nos trae de obsequio la torta de maíz que nos había prometido.
Me pregunto: ¿qué clase de contradicciones o traumas morales podrán existir en estos campos, esas que abundan en las ciudades? Traumas que acaban produciendo estrés, conflictos terribles que producen males físicos irreparables. Por aquí las cosas se hacen por mandatos naturales y eso de penas o remordimientos de conciencia no se conoce. Todo el mundo va a lo suyo: a la siembra, al pastoreo y cuido de los animales, a la cosecha cuando llega. Y cada cual interpreta a su manera a su Dios, porque en cierto modo esta gente aún no ha perdido su inocencia, no se han intelectualizado para perderla. Todo esto lo pienso mientras miro a la ventana, y la perra está ladrando sólo porque el perro de Engracia lo hace. Les encanta ladrar a dúo.
Encendemos el fogón y colocamos cuatro ollas: una para salsa, otra con jojotos enjechados, una tercera con arroz y una cuarta con remolacha.
Son las 11 y el día sigue bastante nublado.
Vemos por las noticias que el gobierno de España se negó a extraditar al asesino Enzzo Francini, quien quemó a Orlando Figuera. Bien tonto aquel que crea que el reino y la cuna de la Inquisición podría ser capaz de condenar a un hijo predilecto del monstruoso Torquemada.
2 de la tarde: sale el sol en todo su esplendor.
Desgranamos diez jojotos enjechados y luego los molemos, nos resultan tres extraordinarias arepas (porque una siempre se le hace a Solita).
A las 6:30 se va la luz, pero vuelve al cuarto de hora. Escuchamos las noticias, llega Ángel y nos ponemos a jugar scrable.
8-11-2019: nos despertamos con el bullir de los pájaros, y al amanecer decido irme a caminar con la perra. Cojo mi machete y mi sombrero y bajo al río; al pasar el río viene la cuesta que va bordeando un caminito desde el cual se van apreciando las hermosas montañas reverdecidas, con su pastizales, cafetos, maizales, y el espectacular camino real. Luego se tuerce y se baja hasta una hondonada bordeada de pinos, y se abre un espacio con una encantadora ladera por la que baja un arroyo desparramado sobre un pastizal cubierto de lajas y pocitos, y de una ristra de bostas. Porque va uno saludando a las señoras vacas, a los saltarines becerros. Terminada esta ladera torcemos en una mina de agua, y así vamos cuesta arriba hasta llegar al fundo de Neptalí, El Cobre. Allí me detengo a coger guayabitas y me lleno con ellas los bolsillos. Sigo ascendiendo hasta el Cuarto Portón donde hay una mata de guayabas pequeñas, algo ácidas pero exquisitas. Troceo unas ramas de un árbol de cínaro caído, muy buena leña.
Cuando vuelvo a casa encuentro que mi esposa ya se está desayunando: arepa, huevos revueltos y aguacate.
Pasa Neptalí con su hijo Toñito. Lleva Neptalí un costal cargado con semillas de apio. Me regala varias de estas semillas, las cuales llama cachos de buey. Me dice Neptalí que piensa viajar a Mérida con Toñito y nos pide el favor de que lo "arrastremos" hasta allá cuando nosotros decidamos la partida.
Voy y abro un espacio en el huerto y siembro pues, ocho cachos de buey.
María Eugenia está dedicada a bajarle el copete a la grama, en eso lleva varios días. Suspira todos los días por tener una guadaña eléctrica o a gasolina. Tuvimos una eléctrica y se dañó: rozar esta grama a machete es un trabajo que acaba haciendo polvo los brazos.
Viene a visitarnos la pequeña Lucía Valentina y se dedica a rastrillar la grama que va cortando ME.
Pasa Marcolina (esposa de Neptalí) con su hija Natali, quienes se dirigen al pueblo. Nos saludamos, hablamos de los familiares y del tiempo, de la siembra y de los animales. Marcolina, una mujer muy joven, quedó totalmente ciega hace unos ocho años, y sus ojos son los de su hija Natali. Lo sorprendente es que doña Marcolina donde se planta pareciera que todo lo mirara con sus otros sentidos, y además con una lucidez y un juicio extraordinarios.
Ya con señal en nuestro televisor activada, sintonizamos una estación de música gaitera y montamos un ambiente navideño en la sala y montamos un templete con Solita, Lucia Valentina y María Eugenia.
En terminando de almorzar, llega Engracia con un plato con chicharrón (mataron un cochino esta mañana), yuca y arroz, más tarde también se presenta Lucía Valentina con un trozo de torta.
3 de la tarde: ÚLTIMA HORA: liberan en Brasil a Lula.
Sale el sol en toda su plenitud. Le cogemos unos parches a la manguera y riego los apios que sembré esta mañana. Una de las matas de aguacate que sembré hace mes y medio ya prendió.
A las cinco de la tarde, ME y yo junto con la perra hacemos una caminata hasta la hondonada de los pinos. Buscamos un poco de leña, y cuando volvemos a casa nos encontramos con que no hay luz. A las ocho de la noche seguimos sin luz, y llega Ángel de visita. Nos ponemos a jugar scrable un rato. Ángel se retira a las 9:30, y nosotros con chaqueta y gorros salimos al patio y nos dedicamos a contemplar las estrellas. La luna está en cuarto creciente. Conversamos sobre el privilegio inmenso de encontrarnos en este lugar sagrado, y convenimos que cualquier sentimiento de queja, de incomodidad, de reproche constituye un verdadero sacrilegio. Que nos encontramos en este lugar sin ataduras ni camisas de fuerza como sí suele ocurrir en la ciudad en lo que casi todo está constreñido a una sobrevivencia siempre complicada, por el problema de la desintegración urbana que suele dividir a la sociedad. Que aquí somos enteramente libres de hacer lo que queramos, que en nuestro diario quehacer cada movimiento proviene de un impulso natural relacionado con el ambiente, con el clima, con la tierra y los hombres de la aldea. Aquí, como dice Walt Whitmann nos ponemos el sombrero como nos da la gana.
Sábado, 9-11-2019:
María Eugenia está hoy muy animada de salir a caminar temprano hacia los portones, y poco después de desayunar lo hacemos. Llegamos hasta los predios de los terrenos de Carmelina (hija del señor Corsino). En el camino nos conseguimos a Jaime, Oswaldo y Daniel (hijos de Carmelina) con tatucos, para recoger café. El menor, Daniel, iba en un burro. De vuelta, María Eugenia y yo traemos leña para el fogón.
En mi morral como tatuco, recojo el café de la casa.
Por la tarde visitamos al señor Corsino. Allí estaban sus hijos Enrique y Manuel; también se encontraba Yamilet la esposa de Enrique, con su hija Sofía Nazaret de unos tres años.
Por las noticias nos enteramos que hay una tensa situación en Bolivia, con centros policiales alzados contra el gobierno de Evo Morales. Sigue pues la marcha de un golpe de estado después que el candidato Carlos Mesa desconociera las elecciones. Se trata de la terrible situación que viven los países latinoamericanos no plegados a los intereses de los gobiernos norteamericanos, y con unos militares entrenados para responder a las decisiones del Departamento de Estado.
Nos visita la señora Gaudi (yerna del señor Juvencio) con sus dos pequeños Andrea y Gustavo. Quiere la señora Gaudi que le hagamos mañana una visita a su casa donde tiene chivos y ovejos, y apreciemos lo que está sembrando. La casita de doña Guadi se ve desde la nuestra, a la derecha de la escuelita, situada en lo alto de una loma y que tiene por fondo toda una formidable montaña. Está esta casita en la vía que da a Los Atalitos, una caminata hacia la cumbre de la montaña que tenemos al frente, digo, donde hemos hecho varias caminatas.
Nos retiramos a nuestra habitación y no encontramos, a decir verdad, nada digno de ver en la tele, y apagamos nuestros faroles externos y nos pusimos a navegar en nuestra mar interior.
Durante la noche comienza a tronar, y escuchamos a la perra gemir, golpeándonos la puerta para que la protejamos. Sin embargo no sentimos que llueva.
10-11-2019: nos levantamos con la noticia de que el presidente Evo Morales acepta las presiones de la derecha y llama a nueva elecciones generales. Hemos visto una entrevista que le hace Telesur y vemos a un Evo muy preocupado y acorralado. Se ha puesto a creer en la OEA y lo han destrozado, y por otro lado se ve entonces que las Fuerzas Armadas de ese país siempre quedaron al servicio de Estados Unidos: un fatal error. Ahora, ante el acoso de los fascistas, éstos no aceptan las nuevas elecciones que él ha propuesto y exigen más bien que renuncie. Y si sigue haciendo concesiones a la derecha, por lo que veo, para complacerlos en todo, tendrá entonces que renunciar y desaparecer. Qué triste este cuadro de un hombre frente a una derecha criminal y monstruosa. Qué fue lo que Evo aprendió de las experiencias cubanas, nicaragüenses y venezolanas. Por otro lado, se observa que García Linera no está en condiciones de asumir el mando.
Desyerbamos el camino que va a la troja.
Vamos y le hacemos una visita a Gaudi. Nos llevamos a Solita. Es un bello paseo: cogemos por el camino real, luego tomamos por el primer desvío ascendente, un senderito que va dejando a nuestra izquierda los barbechos de Neptalí y Evencio. Vamos apreciando la gran cantidad de matas de tártago. El aceite de tártago se solía usar para purgar a los niños, por allá en la década de los cincuenta, para eliminarles los parásitos, y también como una especie de combustible para hacer lámparas (todavía se usa por aquí con ese fin). Hay estacionada en el camino una motocicleta. Cruzamos un arroyito debajo de un frondoso árbol y allí, echada, nos topamos con una formidable cochina tan inerme que pareciera muerta. Será la cochina que animará la cena del 24 de diciembre. Seguimos otro sendero que bordea una laderita hasta cruzar una verja y dar así con la humildita casa de misia Gaudi. Encontramos a la señora Guadi con su niña Andrea sentadita en una silla, y a un hermano que está de visita y que vive en Guaimaral.
La casita de misia Guadi tiene un corredor con techo de zinc, y allí nos sentamos placenteramente a conversar. La vista es hermosa: se ve todo el camino real, la escuelita, la casa de Engracia, la de Evencio y la de Avenildo. Desde allí vemos nuestra casita y al fondo nuestra troja.
La señora Gaudi está casada con Gustavo, un hijo del señor Juvencio, el que tiene la más soberbia mula de la aldea. Se observa que para el piso de la casita no alcanzó el cemento cuando lo echaron y éste se ha ido desconchando. Una parte del piso del corredor tuvieron que cubrirlo con lajas. La brisa se siente con fuerza y estamos en un lugar umbroso, rodeado por grandes árboles y por lo tanto bastante frío. Tomamos café, vemos siembras de pimientos, ajo porro, tomate, apio españa, cilantro, y otros aliños.... En la parte baja de la casa hay un buen cambural y en un terreno cercano de Neptalí doña Gaudi y su esposo están sembrando cebollas, con la esperanza de que si se les da una buena cosecha puedan con lo que se obtenga echarle una mano de friso a la casita, comprar una bombona de gas y llevar a la niña a un especialista en traumatología pues tiene una pequeña desviación en una pierna. Doña Gaudi cocina con pura leña pues no tiene gas. En las afueras de la casa vemos una cocina a gas pero al parecer se encuentra averiada, inservible.
La señora Gaudi, para ganarse un poco la vida le recoge café a Avenildo, y por un día de trabajo se gana el almuerzo y tres kilos de café en laja. Nos enteramos que a Avenildo una perra cazadora y de raza le ha parido nueve cachorros los cuales él está vendiendo cada uno en veinte dólares. Con tres kilos de café en laja se pueden comprar dos kilos de queso.
Ante un tiempo encapotado decidimos volver a casa.
Muelo maíz tierno y hacemos unas buenas cachapas. Luego del almuerzo, para bajar un poco la comida, seguimos desyerbando por los alrededores de la huerta.
A las 2:15 comienza a llover con fuerza.
Llueve durante una hora.
A las 3:30 nos llega visita: son el señor Corsino, sus hijos Manuel y Enrique, además de su nieta Xioli y dos bisnietas. El señor Corsino llega con la chaqueta empapada, pero a él no le importa. Nos traen ellos de obsequio unos diez guapitos y un litro de leche. Ahí en la sala, nos estamos conversando una hora, a la vez que degustando una excelente torta de chocolate que ha hecho María Eugenia, y por supuesto, tomando café.
A las cinco de la tarde nos enteramos de la terrible noticia de que Evo Morales ha renunciado a su cargo de la presidencia de la república. Había perdido el apoyo de las fuerzas armadas. Se trata de una réplica de lo que aquí ocurrió el 11 de abril de 2019. Ahora mismo ya se están desatando cacerías contra funcionarios del gobierno, incendios de casas y aprehensiones de militantes del MAS, de alcaldes, gobernadores. La embajada de Venezuela está siendo asediada por hordas fascistas pro-gringas. Llama mucho la atención que los opositores de Venezuela estén celebrando con mucha pasión este derrocamiento de Evo.
A las seis de la tarde recibimos la visita de la señora Consuelo y sus dos hijas Isamar y Marilú. Isamar se está reponiendo del accidente sufrido hace unos tres días, y ayer fue a sobarse con el señor José Juan, el mayor de los sobadores del pueblo de Canaguá.
11- 11 – 2019:
6:00 am - caos horrible en Bolivia. Saquean casa de Evo y de su hermana. Nadie sabe quién asumiría ahora el gobierno. Se trata de propiciar esos pavorosos caos en todos esos pueblos que han sido sometidos y esquilmados por siglos por los imperios. Se cumple lo que dice Terry Messain, de que Estados Unidos lo que persigue ante todo de los países que no se les somete es el CAOS. Ante el pavoroso golpe contra Evo, Estados Unidos, la Michelle Bachelet y la OEA callan.
Me dirijo a casa del señor Corsino para informarle que regresaremos el jueves a Mérida, no el viernes como lo teníamos pensado. En el camino me encuentro con Neptalí a quien le participo nuestro viaje, ya que él se irá con nosotros, al igual que Enrique, su hija Sofía y su esposa Yamilet.
Hoy nos enteramos que los perros cazadores de Avenildo que se habían perdido hace tres días aparecieron cerca de El Molino. Los sabanearon y los trajeron en moto.
Terminé de recoger el café que quedaba debajo del gran eucalipto y estuve desyerbando por detrás de la valla cerca del río.
Ya van más de dos días sin cortes eléctricos, aunque la comunicación telefónica es todavía totalmente nula.
La luna sigue su curso hacía la plenitud, propiciando con sus giros acercamientos e impaciencias en los deseos y codicias de los humanos, aquí abajo en el paraíso perdido. Cuánto influye ese objeto en su órbita sobre todo lo viviente: cuántas locuras, crímenes y seducciones, cuantos choques violentos o dulces, quizá la maquinación de Lady Macbeth que mató al rey Duncan estuvo influenciada por este satélite. Cuántos sátiros y vírgenes celebrarán sus deleites desbocados bajo su poder. Nuestra perra le ladra o le canta, qué sabe uno, y cuando se va la luz artificial la inconmensurabilidad de este cuerpo celeste, de su presencia plena, lo envuelve todo: baña con su telúrico brillo dorado las montañas y los árboles, el fragor del río se siente con mayor fuerza, hay un silencio más denso y neto, íntimo, y una adoración por la gran cazuela del universo que nos hace divinos. Y lo que escuchamos en estos silencios galácticos es la voz de Dios.
Lo leí o se lo escuché alguna vez al escritor aragonés Ramón J. Sender, que sólo vive verdaderamente aquello que por no estar seguro tiene dentro encendida una esperanza y un inquieto anhelo. Y casualmente, así vamos nosotros en esta hora en Venezuela.
Trump celebra la caída de Evo Morales y advierte que eso mismo pasará en Nicaragua y Venezuela.
El canciller mejicano informa que se ha comunicado con Evo Morales y que éste le ha participado que acepta el asilo que le ha ofrecido el país de Villa y Zapata.
6 de la tarde: ayudo a Alejandrito a arrear cuatro becerros que son apartados de sus madres, luego del ordeño.
Preparamos cachapas, tomando en cuenta que estamos viviendo la temporada del maíz tierno.
Evo Morales ha viaja a México en un avión de las Fuerzas Aéreas de ese país.
12-11-2019:
Hoy hemos tenido hasta las dos de la tarde, un día nublado y lluvioso.
Hemos visto unas interesantes declaraciones del canciller mejicano y del presidente López Obrador en relación con el asilo concedido a Evo Morales. Ha sido una odisea esta operación por cuanto que Brasil, Ecuador y Perú negaron su espacio aéreo para el traslado de Evo a México. Pero la situación en Bolivia es muy convulsa y caótica. Existe un vacío de poder de tal modo que los golpistas no saben ahora cómo montar un parapeto de gobierno que sea creíble por la comunidad internacional. En verdad que Evo se fue y les dejó un gran infierno, en el que los fascistas del Mesa y el Luis Camacho tendrán que escocerse.
Hoy prepararemos un buen sancocho con presas de pollo y con verduras y aliños de nuestro huerto. He sacado varios ocumos (y he resembrado sus hijitos). Un sancocho con papas, zanahorias, batatas, jojotos, ocumo, apios, fideos y una muy buena variedad de aliños en ramas.
Pasan enyugados los bueyes de Evencio: prepararán el terreno para sembrar caraotas rojas. Evencio ya tiene preparados varios barbechos para cebollas y arvejas también. Evencio es el hijo mayor del señor Corsino, hombre que desde la madrugada está entregado a las labores del campo. Ha llegado Evencio a perder cosechas de cebollas, de maíz o de caraotas, pero siempre le está apostando a la vida, al trabajo, a la esperanza. Tiene un rebaño de vacas, cochinos, chivos, gallinas, y sus hijos varones cultivan la miel y se aplican en los negocios de la crianza y en la venta de animales. En total tiene seis hijos, entre ellas tres preciosas jóvenes, una de ellas, Xioli quien se ha casado y ya tiene dos niñas.
Llega Ángel con un cargamento de una fruta llamada gulupa, bastante parecida a la parchita. Al parecer alguien trajo de Colombia la semilla de esta gustosa fruta. Nos enteramos que a esta fruta también se le conoce como maracuyá morado, curuba redonda o cholupa morada. Contiene beneficios que van desde las proteínas, hasta vitaminas A, B y C, la recomiendan para aquellos que sufren de insomnio.
13-11-2019: Qué esplendoroso día, y hasta los lirios de la troja están que revientan. Y como ya tenemos listo el almuerzo de hoy (restos del abundante sancocho de ayer), decidimos hacer una caminata hasta el séptimo portón.
Apenas llegamos al río, nos encontramos con que Neptalí y su hijo Toñito acababan de sufrir un serio accidente al intentar cruzar en moto el puente de madera. Perdieron el equilibrio, casi al iniciar el paso, y la pesada máquina se fue contra unas rocas. Uno de los focos y otras partes del aparato sufrieron averías. Pero en reponiéndose, siguieron las marcha hacia la finca El Cobre, donde buscarán yuca, cambures y arvejas, alimentos que le dejarán a Marcolina (su esposa) durante su ausencia. Como se sabe Neptalí se irá a Mérida con nosotros mañana.
Arrancaron Neptalí y Toñito sólo para encontrárnoslos con la moto accidentada un poco antes de llegar a la hondonada de los pinos. Seguimos nuestra marcha y en El Cobre nos detuvimos a coger guayabas. En el tercer portón nos ponemos a ver las imponentes montañas y a refrescarnos mirando esas inmensidades tan plenas de azules y claridades, susurrantes. Un vendaval de silencios lo arropa todo y se puede decir que al universo se lo ha tragado la nada. Más adelante, más allá de los predios del joven agricultor Onofre Mora, cerca de la finca del prefecto Ramón Isidro, nos topamos con un fornido muchacho que venía como un gigantón sobre una mula parda; venía desde el pueblo de Canaguá, bregando con su mula aún cerrera. Nora, llamaba a la mula: "Vamos Nora, ¡so carajo!, no se me salga del carril, vamos Nora que más le vale serena que partiéndose el cuadril… La estaba domando.
Nos detuvimos en el paso hacia el fundo del don Ramón Isidro y allí nos sentamos a comernos las gulupas que nos regaló Ángel. La mañana estaba dulcemente fresca y arremansada. Vimos un exuberante bosque de cínaro, excelente madera para horcones y también para la construcción, para muebles y puertas. Regresa uno como aventado por fantasmas o duendes, dado lo inclinado del camino. Va la perra perdiéndose por entre las colinas, subiendo como si fuese un animal alado, apareciendo después por entre matorrales y luego cogiendo por entre las vertientes de los riscos.
Al volver a casa, nos dedicamos a los últimos quehaceres antes de la partida. Yo me voy al huerto a sacar unos ocumos para unos regalos que quiero hacer en Mérida.
Luego veo a lo lejos que llega la vecina Engracia con un plato de comida con arroz, cambures sancochados y dos presas de pollo guisado. Despachado el almuerzo nos fuimos al patio a tomar café, y allí estuvimos un rato embebidos en mirar sin ver, en hablar callados, en cada sorbo el eco interior de un llamado, una vieja canción, un sueño de lejanías, un humillo, un letargo de luces, una sed de porfías, vaguedades, tropeles de susurros que propician la nada.
Visitamos al señor Corsino para despedirnos, y encontramos a Ángel recogiendo café. En eso vimos a Neptalí y a Toñito que bajaban para sacar apios y nos empatamos con ellos, y en esos menesteres, fuimos y nos asomamos a ver el pesebre en la casa de Engracia. La tarde va cayendo con sombras de delirios, con pastoreos de silencios en infinitudes de roquedales y lajas. Hay un zumbar de cantos como de cigarras que vienen del río. Se van recogiendo los pájaros en sus nichos, algunos de ellos arropados en el guamo, otros en el viejo y desparramado eucalipto. María Eugenia le está pintando unos gatos en el cuaderno de clases de Sofía Valentina, luego se dirigen hacia la valla donde están las moras pulposas y encendidas. La perra les sigue de cerca. Sube el hijo de Silvio con los dos bueyes con los que ha estado trabajando Evencio, ahora van a arar hacia unos barbechos colindantes con el fundo Los Marañones.
En esta sucesión de remansos y trinos, llega Ángel con dos quesos en un plato de peltre. Nos ponemos a conversar sobre las siembras de cilantros, sobre el café que se sacará este año, una excelente cosecha, sobre las fulanas gulupas que jamás habíamos visto. Qué bien, valdría la pena ver si se puede vender una buena carga de café en Mérida, sin intermediarios. Luego nos ponemos a ver "Con El Mazo…"; comienza a llover reciamente. A las 10 nos vamos a la cama y aún está lloviendo. Navego buscando el sueño: pienso en esas plebeyidades de evangélicos bolivianos que a golpes de Biblia y rezos ultra montanos han tumbado al gobierno, en caprichos que dan sed, en la oronda luna llena que está teje que teje en la Arcadia, preñados vientos invernales, racimadas de luces en la cazuela del cielo, una música de aguinaldo que llega de mil caminos,…, si todos fuésemos como las abejas que por ser tan unidas producen la miel...
Dentro de siete días cumpliré otro año más, y debo decir que los cumpliré plenamente feliz, en oración con la música del corazón. No voy a hacer ahora, un canto a mí mismo como aquel de Walt Whitmann, pero el recorrido ha sido de galope tendido entre vaivenes clamorosos y marejadas de embates diversos: trancazos, zancadillas, elevaciones fatuas y aleccionadoras caídas. … con encuentros sobre todo con personajes sencillos y extraordinarios, entre los que debo mencionar a Juan Félix Sánchez y su compañera Epifania Gil, Jean Marc De Civrieux y su esposa Gisela Barrios, al padre Santiago López Palacios, al escritor aragonés Ramón J. Sender, al matemático y filosofo ruso Andrés Zavrostky…; en esta etapa de 2013 para acá, ya medio apartado de los agites creativos de otros tiempos, establecido en este hermoso lugar de Los Pueblos del Sur, debo mencionar la amistad con el señor Corsino Mora. Han sido muchos más, claro, los personajes que me ha correspondido conocer en estos años de vida, personajes de todo calibre, formación y nivel.
No tuve tiempo para hacer dinero, ni para dedicarme a la actividad de la política de partidos. Tampoco para pertenecer a un club, a un gremio de profesionales, a una cofradía religiosa o satánica. No he sido muy sociable que digamos. Creo que soy más dado a la soledad que a las reuniones, y me sería imposible vivir retirado del mundo, como los ascetas o los santos.
Me casé tres veces con tres excelentes mujeres, cada una cumplió en mí una etapa gloriosa de amor y de identificación con las tareas que asumí: una fue una Carmen y las otras dos Marías. Tuve seis hijos en total, amorosos, sencillos y nobles.
Me viene a la memoria Ramón Sender quien el día de su cumpleaños número ochenta estuvimos departiendo toda una tarde y nos pusimos a hacer una evaluación prudente y conservadora, entre jocosa y seria, de cómo utiliza el tiempo (el que llega a esa edad), en actividades inevitablemente intrascendentes. Me decía:
A - Fíjate, la mujer dedica la tercera parte de su vida a mirarse al espejo, por lo tanto utiliza en ello un promedio de veinticinco años, ¿qué te parece? Esto, sin duda, influye de un modo u otro en su carácter. Pero yo he decir, por ejemplo, que en la aldea La Coromoto en ninguna casa he visto espejos, aunque no he averiguado si los hay en las recamaras particulares o en los baños. Aclarando a la vez, que en Canagua existe entre las adolescentes, que suelen ser muy hermosas, un gran interés hacia los concursos de belleza, y los acicalamientos, por tanto, exigen y toman mucho tiempo.
El poder envanecedor del espejo sobre la mujer viene incluso desde Adán y Eva. Cuando aún Eva era inocente y feliz, siendo novia recién creada, le relata a Adán su despertar bajo un dosel de flores, sin saber todavía quién era ni dónde venía, pero sintiéndose poseída por una enorme alegría de vivir. Fue ella llevada de la curiosidad hacia el remanso de un arroyo, y esta curiosidad la impulsó a mirar su imagen, y fue cuando quedó deslumbrada por su propia belleza, una visión que provocó oleadas de gozo y de admiración, de emoción y simpatías hacia su propia figura. Cuánto deleite por el halago de su hermosura, y entonces oyó: "Lo que tú ves allí, hermosa criatura eres tú misma… mas sígueme y te llevaré hacia dónde hay quien, no en sombra, aguarda tu llegada y tus tiernos abrazos, aquel cuya imagen eres tú, de él gozarás inseparablemente, pues es tuyo; y le darás multitud de hijos semejantes a ti: y te llamarán madre de la raza humana"1.
Con este acariciante encanto se acercó a Adán…
B – El hombre, en cambio, en la ciudad, dedica normalmente a mirarse en el espejo unos veinte años: para anudarse la corbata, para afeitarse, peinarse, cepillarse los dientes, interrogarse, ponerse la chaqueta, y hay quienes se extasían en ellos tanto como una mujer, y hasta más.
C – Unos cinco años, ambos sexos, los dedican a maldecir su suerte, a criticar sus superiores o sus iguales en tertulias, en café, fiestas o bares.
D – Otros cinco años se van sentados en un retrete o miccionando, y quién sabe si más en las mesas comiendo y haciendo las sobremesas. Unos cinco años durmiendo o tomando las siestas. Otros tres años pasando por gripes, diarreas, dolencias, melopeas u otros males.
E – El resto de la vida que queda se lo dedican a una especie de convivencia creadora, que no es gran cosa. Eso que se crea es lo poco que se deja y por lo que algunos nos recordarán, si acaso, no por mucho tiempo…
F – Hay que añadir, el tiempo que se le dedica en hacer el amor confortablemente y en evitar que cada cual en la pareja no vaya y lo haga con otro(a)... tanto exige la vida en pareja: comprensión, cordura, respeto…
En fin, cuán corta es la vida y cómo es posible que la lleguemos a desperdiciar por futilidades, por prejuicios, por envidias y estúpidos rencores o ambiciones, quejándonos en ocasiones de todo de puro vicio; por sospechas infundadas la mayoría de las veces, por burdas intrigas, egoísmos o tontas ilusiones. Cuando venimos a darnos cuenta ya casi no queda tiempo para aprender algo que valga la pena, ni mucho menos para recobrar el tiempo perdido. Por eso, lo que más abunda en este mundo son los seres frustrados. ¡Cuántos estragos provocan las frustraciones en este mundo!