Hay un dicho que dice que quien hace la ley hace la trampa, pero del lado de los socialistas demócratas, socialdemócratas o reformistas, este trabajo intelectual humano no se comprende bien, porque siguen creyendo que la ley no la hacen los hombre sino que nos es dada desde el más allá. También pasa con la democracia, para estos "demócratas", la democracia es algo que les viene del cielo, inherente al Hiper Topus Urano de Platón, nada tiene que ver con lo humano sino con lo divino; por supuesto, se trata de una manera disociada de ver la realidad.
En un artículo de rebelión: "¿Por qué a la oposición venezolana no le interesa llegar al gobierno por la vía constitucional?" Firmado por Ítalo Urdaneta, se dice estas cosas: "…No es mentira que a sabiendas que la derrota siempre los ha marcado, la oposición, sin doblegarse, ha querido llegar al gobierno a la fuerza. Por ello ha diseñado planes y estrategias, poco ortodoxas y tomando atajos, para querer hacerse del poder…. ¿Aquí cabe preguntarnos el porqué de esta actuación? Sin duda las ansias, la necesidad de empoderarse de nuevo del gobierno, y por supuesto de sus riquezas, han llevado a los opositores, sobre todo, a los extremistas, a romper con el esquema de la legalidad. Poco les ha importado que se les critique, que el mundo los observe, que se les señale, porque al fin y al cabo lo importante para ellos es llegar al poder, por la vía que fuese necesaria."
Tres puntos para comentar. El primero es cuando dice que "…la oposición sin doblegarse, ha querido llegar al gobierno a la fuerza…". La oposición llamamos aquí a la derecha franca, que se presenta como oposición al gobierno de Maduro.
Empecemos por decir que la burguesía necesita las mejores condiciones para maximizar sus ganancias, poco les importa las formas "poco ortodoxas", o la forma de cómo conseguir su objetivo. Podemos decir que al tiempo que no se "doblega" a su propia legalidad para sacar a un gobierno que le molesta – que la burguesía a través de sus representantes considera advenedizo, y por demás "socialista" –, también es capaz de infiltrarse en el gobierno buscando lo mismo, su provecho, su ganancia. Es decir que cada uno de estos "métodos" representan intereses particulares dentro del mismo capitalismo – que va en busca del lucro, que no se olvide –, dentro de la misma "ideología", a saber: Fedeindustria, el grupo Cisneros, Polar, chinos, rusos, turcos, hindúes, frente a Fedecámaras, Conindustria y VenAmcham, etc. Su naturaleza y claridad en los objetivos los hace "indoblegables", como dice el autor, pero muy astutos.
Dos, "…la necesidad de empoderarse de nuevo del gobierno… han llevado a los opositores… a romper con el esquema de la legalidad". En este párrafo aparece el asunto que nos concierne: la legalidad, o el "esquema de la legalidad", como dice Urdaneta. La legalidad que rompe esa oposición es su legalidad, ese "esquema", que llama el autor, es el suyo, no es la legalidad de una revolución (que sería demoler la vieja legalidad burguesa), ni siquiera es el "esquema" de Maduro, el cual es tan osado como acomodaticio a las necesidades de su poder, es la legalidad burguesa, dominada por la ideología burguesa, por lo tanto adolece de ortodoxia, de rigor moral, legal o de cualquier tipo. ¡Ellos la crean, ellos la violan!
Y si lo hacen no les importa lo que diga "el mundo" porque es su mundo, el mundo está gobernado por el capitalismo y siempre lo acompañará para hacer que esas rupturas de la legalidad sean legítimas por ser ejecutadas en nombre de sus libertades, y así vuelven a ser legales de nuevo. Se trata de un asunto de poder, no de formas "ortodoxas" de la "democracia". Y esto contesta en parte el tercer asunto.
…"Poco les ha importado que se les critique, que el mundo los observe, que se les señale, porque al fin y al cabo lo importante para ellos es llegar al poder, por la vía que fuese necesaria". Creo que el párrafo contesta a sus interrogantes sobre la violación de la ley y la ortodoxia: "lo importante para ellos es llegar a poder", "poco les importa que los critiquen", porque quienes los critican respetan las mismas reglas que los otros inventaron, sin embargo son los débiles políticos, los que no tienen claros – como los primeros – sus objetivos políticos, porque creen que pueden cambiar el mundo capitalistas con las reglas que el mismo capitalismo ha impuesto, o el mundo burgués con las reglas que la misma burguesía impuso.
Este señor es muy ingenuo al apelar a la "indignación" de los gobiernos o de los pueblos del mundo, porque nuestra derecha, burguesa y capitalista rompa con la ley; es como criticar al escorpión y pedirle que actúe en contra de su propia naturaleza y no pique. Todos hemos visto a través de la historia como se ha torcido esa legalidad con la acción hegemónica capitalista, inclusive en invasiones y guerras genocidas, para luego mostrarnos un rostro de campeones de la libertad y salvadores, frente a un mundo que cree en esa libertad y no en otra, y no en los cambios revolucionarios.
A los ojos de los reformadores del capitalismo esto puede ser indignante, bajo la mirada de los que creen que una revolución, o cualquier cambio fundamental en el sistema económico y social capitalista burgués, se puede hacer sin romper la legalidad burguesa (un "esquema" nada ortodoxo). Pero a los ojos del resto del capitalismo es justo, legítimo y necesario…, hasta legal, si es en nombre de la "libre iniciativa", del libre mercado, de la propiedad privada y la democracia que ellos mismos inventaron y pusieron por encima de la vida misma.
Los capitalistas, los partidos de derecha, rompen su propia legalidad cuando esta ya no les sirve a sus intereses. Si para lograr su objetivo necesitan un gobierno de fuerza, cruento y dictatorial, dirán que es un mal necesario para defender las libertades fundamentales: mercado, propiedad privada y libre empresa. En cambio, la socialdemocracia y los partidos reformistas, en razón a sus métodos pacíficos…, en nombre de la "paz", respetan esa legalidad, sobre todo y tomando en cuenta que, siendo partidos igualmente capitalistas, no les importa acomodarse a los requerimientos de la parte capitalista más poderosa o que más convenga a sus intereses, ya a título personal. Es así como ahora muchos en el gobierno se rompen las camisas por defender el proceso electoral, por encima de los cambios, de la revolución, ¡en nombre de la paz!
Estas consideraciones escrupulosas con el "respeto a la ley", como si esta ley fuera una ley divina que no representara intereses terrenales, terminan develando, o una falta de claridad en los objetivos políticos de los supuestos socialistas o revolucionarios, o más bien ¡mucha claridad!, o sea, la naturaleza oportunista de aquellos que en el fondo no quieren hacer ni cambios ni revolución socialista alguna.