Hemos dicho a través de otras entregas que eso de estar hablando mal de la gente y exponerla al escarnio público no va con nosotros, pero una vez más nos vemos obligados, como articulista, no dejar pasar por alto la actuación que tuvo el ex ministro de economía Rodrigo Cabezas, una vez que decidió marchar, junto a la oposición, el pasado martes 10 de los corrientes, en la ciudad de Maracaibo.
Recuérdese que la última marcha que convocó Juan Guaidó para protestar en contra del gobierno, aseguraba que esta vez si iba a caer "la dictadura" de Maduro, pero como todo el país hoy en día lo sabe, no dejó de ser otra payasada más de quien se ha autoproclamado presidente (e) de Venezuela.
Volviendo a Cabezas de verdad que nos ha dejado perplejos. Al ex ministro lo conocemos desde hace muchos años atrás, cuando apenas estaba recién graduado de economista en la ciudad de Maracaibo. En aquella época formaba parte del partido MAS, cuando esa organización política se vendía ante el país como una genuina organización de izquierda, con principios y postulados respaldados por altos dirigentes, como fue el caso de Luis Hómez, en la región zuliana.
En la misma tanda de líderes de aquel entonces por el MAS, vimos a Cabezas arrimarse a la recién electa gobernadora del Zulia, Lolita Aniyar de Castro (ya fallecida) quien por cierto demostró que su gobierno fue todo un embarque, que solo se distinguió por despedir de la gobernación a muchos funcionarios que tenían más de 10, 15 y 25 años de servicios, solo porque consideró, como un hecho grave, que hubiesen trabajado en el gobierno de Copey, que presidió en aquel momento Oswaldo Álvarez Paz.
Cabezas, a propósito, nunca se pronunció en torno a semejante acto que ordenó Aniyar de Castro en contra, por cierto, de varios periodistas, que trabajábamos en aquel entonces en el Ejecutivo regional, a pesar que se había violado claramente la Ley de carrera administrativa.
En lo personal siempre percibimos a Cabezas como un joven más bien parco, que no mojaba ni empapaba como político, pero eso sí, lo sentíamos bonachón, sencillo, amable y reservado, que prefería, quizás por guabino so, callar, o guardar silencio, ante lo que merecía formular severas críticas.
Pasado cierto tiempo, vimos luego a Cabezas, una vez que Chávez surgió en el país, aprovechar la ocasión para darse a conocer poco a poco como economista que manejaba ciertas variables de cambio, más que como político, lo cual le valió para que el Comandante eterno lo viera con agrado y lo nombrará posteriormente ministro.
A lo largo de su gestión a Cabezas le pasó como a la mayoría de esos economistas que se dedican a hablar mucho y a criticar al gobierno como unos sábelos todos, pero una vez que les dan la oportunidad para desarrollar sus conocimientos y dirigir el aparato económico del país, se vuelven sal y agua, y desde luego caen en desgracia, como le ha pasado a Cabezas.
Es evidente que una vez que Cabezas salió del gobierno denotaba en sus esporádicas apariciones inconformidad con las políticas económicas del nuevo gobierno del presidente Nicolás Maduro. Aun cuando no hacía las críticas de manera directa, sino más bien solapadas, nuestro personaje fue demostrando a lo largo del tiempo que su reconcomio con el gobierno actual iba cada vez más en aumento.
En lo personal siempre intuimos que Cabezas más tarde que temprano brincaría la talanquera, como en efecto, quizás cansado de esperar y ver que no lo tomaran de nuevo en cuenta, decidió dar el salto, está vez para el ala política contraria a los principios revolucionarios, que critico por varias décadas.
Si el Comandante Chávez estuviera vivo en estos momentos que no diría de Cabezas. De seguro le hubiese dado públicamente una contundente clase de principios y de moralidad. Eso de que decidió no apoyar más al gobierno no es del todo criticable, por cuanto tiene todo el derecho de hacerle cualquier tipo de observaciones, pero lo que no cuadra es que haya decidido dejar la revolución para ir a respaldar a quienes han venido por más de 20 años atacando el socialismo y a la revolución.
De seguro que ninguno de los venezolanos que apoyamos el sueño que nos dejó el Libertador Simón Bolívar y el legado de la revolución que nos deparó Chávez, podrán entender que ahora Cabezas cambia de aliados, como pasar una página, para irse a marchar precisamente con quienes han venido pidiendo sanciones, bloqueo y una invasión armada, en perjuicio del país.
Más que repudiable es bochornoso ver a Cabezas al lado de esos mismos personajes que protagonizaron en un pasado reciente las guarimbas que dejaron tanta muertes, entre ellas las de aquellos jóvenes que fueron quemados vivos, solo porque algunos de ellos se les consideraba chavistas.
¿En dónde quedaron esos principios revolucionarios que Cabezas profesó por tanto tiempo? ¿Qué repuesta les da a esa corriente de la izquierda que lo vio con buenos ojos, respaldando no solo la revolución, sino también el socialismo?
De verdad que Cabezas pifió…ha quedado muy, pero muy mal, no solo ante quienes apoyamos la revolución, sino también ante el país, porque de algo si estamos claros y seguros: nadie quiere o respalda a los traidores.
Que diferente hubiese sido si Cabezas, quizás con apoyo de otros revolucionarios, hubiera creado un movimiento paralelo al Psuv para formular críticas y denuncias de corrupción en contra del gobierno, desde luego presentando pruebas, pero eso de irse de buenas a primera a apoyar el llamado golpista formulado por Guaidó, quien precisamente es corresponsable directo de la crisis que vive la nación, no tiene nombre, ni límite, ni sentido.
Cabezas, de verdad, que perdió la cabeza, pero lo más triste de todo es que se quedó sin moral, como lo dijo también el pasado martes Mario Silva, a través de su programa La Hojilla, junto a sus invitadas especiales, por Venezolana de Televisión.