Combate-debate entre Marcos Luna y Néstor Francia sin previo aviso

Entra la referí con pasos cautelosos por acuerdo suscrito entre los dos de antemano: tiene que ser una mujer y, esa mujer, no toda mujer que, tenía que ser: la primera combatiente que algo debe de saber de cliché en su círculo político de las sogas de los altibajos con escaramuzas controversiales: de tú no eres mejor que yo en este mundo legal de las ciencias naturales de proletariados y pequeños burgueses conviviendo de necesidades unos y de riquezas otros. Donde todavía el coronavirus está sin vacuna y, los llamó al centro del cuadrilátero en La Machaca de Petare -por aquello de: proletariados uníos- parece que por ser un barrio sombrío en que ambos contendientes son adictos en cazar estrellas perdidas en el firmamento fuera de órbitas como asiduos visitantes que, han preñado de cariño consolodador a muchas vidas.

Su atención por favor: exigió la presentadora de inmediato por un parlante chino que duplicaba la voz que recogía además, como un tapabocas las filtracciones labiales de un barrio que ríe de mucha pobreza, donde las voces de Marcos Luna y Néstor Francia no se abren paso por no ser portadores de estrictos modales que agrieten los ranchos de techo de cartón y, ella como toda una diva importada de la vieja andanza, informó a los dos:

Las reglas del combate-debate es de dos round sin paranza que ambos contendores por ser zurdos de imaginación de una izquierda radicalista de todo a su gusto: debían subir ambos al cuadrilátero vestidos de pantalones cortos de un rojo furioso, pero ambos de cinturas con otro color que indicara que de allí para abajo no podían golpearse ni pasar con la vista que, el más pequeño de ellos: debía enrollarse de morado flotante y el más alto de un blanco llamativo fluctuante y, que deberían verse como dos caballeros que no morirían en ese reto. Así que a pelear con las armas de la razón sin ofensas, ni se nombren la familia, ni se vean con ojos purgados y, lo más importante es que, el que nombre a Maduro será descalificado -les dijo- y para finalizar su introito, les preguntó, aceptan.

Sí, aceptamos -respondieron ambos- pero Marcos Luna, queriendo ser más pila que Néstor Francia, lo vio como un gallo que no traga maíz blanco con cierta indiferencia que, Francia pensó: este pataruco me tiene miedo y va a llevar más piña que Guaidó cuando caiga preso.

¡A combatir! Indicó la primera combatiente y, les aconsejó antes: dense duro, pero nada bajo que el que pierda se los vamos a tirar a los tiburones de la oposición y será destrozado por mal hablado por más que le recen en patuá a José Gregorio Hernández.

¿Quién ganará, haga sus apuestas!

Y el combate-debate por Aporrea empezó: aún sin desollarse con malas palabras. Y ustedes amigos lectores qué piensan. ¿Les interesa? ¿Serán ellos capaces de llegar a la ofensa sin que Cilia les saque los ojos a Marcos Luna por nombrar muy seguido a su esposo como lo ha hecho? Y, ¿será posible que aparezca Vivas Santana enbazofiado? O, sano y salvo sin dólares en los bolsillos. ¿Será capaz Néstor Francia de meterles las chivas de sus ganas en el aprisco de Marcos Luna? ¿Y quién de ellos pegará más duro como el más alto? Vea, lea y saque sus conclusiones que el país seguirá igual. ¿Usted lo cree así? ¿Tendremos pronto: otro presidente para ellos dos? Pero seguro estamos que de este combate no se sacará morcilla alguna, porque la sangre no correrá.

Mientras, serán ellos: lo más posible de hacernos reír o de hacernos sufrir, aunque sea jugando un pimpón de yo no, pero tú sí. Entonces tendremos de ganador a Marcos Luna como proletario o, a Néstor Francia como un pequeño Burgués que, pudiera venir de Hollywood o, por el contrario el pequeño burgués de Marcos Luna como perdedor y, a Néstor Francia de ganador como un proletariado más que, nació en las riveras del Arauca vibrador sin ser hermano de la espuma. Pero lo cierto es que, si no hay un ganador hay un empate y, entonces, gana Maduro que él mismo los metió en esta cuarentena.

No habrá segunda parte, es difícil imaginar y hasta contagioso puede ser meterse en ese embrollo de "a ti nadie te ha llamado": así que yo paso.



 



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Esteban Rojas


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