La alegría que me soltó el saber que el Seguro Social me había depositado mi pensión de mayo: este 22 de abril, hizo que se me desbordaran mis esperanzas inquietas como no la hace el agua que, nos llega de mes en mes que a veces nos bañamos una vez a la semana con un poquito de agua como al que bautizan en esta cuarentena que, más son las veces que salimos enjabonados por no desperdiciarla, pero como ese no es mal de morir y hediondo menos: me tape mi boca con un tapaboca rojo de pintas blancas que estrenaba que me regaló la vecina y salí.
Así que más contento no podía ir y, hasta recordé -esperando que alguien me diera un empujón que me pusiera en Juangriego- un dicho que siempre me decía mi abuela cuando muchacho y que no es grosero: "El que no ha tenido cosa y cosa llega a tener le parece una gran cosa, la cosa de su mujer".
Ya no recuerdo con esta memoria mía de cómo llegué a Juangriego, pero llegué y a recorrer negocios me puse hasta que me metí en uno que seleccioné porque encontré todo lo que quería que en la talega que llevé: comencé a meter sin ver precios que hasta los lentes por mi alegría dejé en la casa. Pero noté que el turco que andaba caminando pendiente de los clientes: me veía con cierta admiración y, hasta pensé y acaricié para mis adentros: si fuera turca no haría lo mismo y, hasta recordé la novela de Orhan Pamuk (premio nobel turco) El museo de la inocencia como para darme más entusiasmo.
Tardé como unos 10 minutos en coger: dos harinas pan -amarilla y blanca- dos medios cuartos de café, un litro de vinagre, dos pasta delgadas, una salsa de tomate, una mayonesa, medio kilo de queso llanero, un paquetico de palomitas de maíz, una salsa de ajo grande, un kilogramo de azúcar, un frasco mediano de salsa de soya y, por último, un litro de mazeite y medio litro de aceite de oliva -eso era todo. Y me acerque al mostrador a pagar Y, con solo oír los precios que la chica iba diciendo y sumando, sin dificultad ninguna sentí que la piel de mi cuerpo era de gallina y, me dieron como unos estertores que tenía años que no me daban que me puse más blanco.
¡Señor! Me dijo, la chica, en total son: de la rabia o de lo que sentí, no sé si oí bien, pero eran: 2.875.000 y solo pregunté, exactos, exactos me respondió y, le di mi tarjeta del BDV y, al verla me dijo: no está pasando, ¿cómo que no está pasando si allí es donde está mi pensión? ¿Su pensión? Sí: Mi pensión, ¿y usted es, o se la da? Me dijo, ¿y por qué, dices tú eso, mujer?
Y ella, porque con 250.000 lo que les cancela el Seguro: no le da para cubrir esa deuda. La vi y me vio. Sonreí de lo nervioso que estaba y, ella como si nada. Salí de allí como perro regañado con mi talega vacía mas sudada que otra cosa que, siendo blanca estaba negra y, me vine directo para mi casa caminando, que me eché unos 27 minutos con el sol encendido bajo esos tres kilómetros que caminé que ni por el mercado pasé comprando las frutas, pero fue que en ese momento: mejor así que la tarjeta no pasó y, para qué, perdí el conocimiento que no me acuerdo cómo me llamo, si como o no y, si volveré a comer.
Solo me resta decirle unas palabras a Maduro: algo así como, ¿señor presidente en qué país vivimos? Y tú crees que Tarek (El Aissami) y Castro Soteldo atajarán por nosotros "la especulación brutal". ¡Ojalá que Dios los oiga! Porque de lo contrario dentro de muy poco: moriremos de hambre si es que esa "mierda" de especulación que nos está matando lentamente y privados de libertad como estamos los margariteños, no aguantamos más.
¡Ah y otra cosa!: ¿Cuando habrá gasolina para el pueblo o seguiremos en cuarentena peatonal por lo que nos quede de vida? Y, por eso y mucho más: hoy amanecí con una bandera blanca en la puerta de la casa, para que vean que de una vez me rindo. Creo que estoy más muerto que vivo. ¿Y, esta taquicardia qué hago con ella? ¿Me la como?