Ya se cumplen 60 días de cuarentena por covid-19, y la pregunta es, ¿se prorroga el lapso o vamos a flexibilización?; la repuesta no es nada fácil.
El Presidente Nicolás Maduro decretó el pasado 13 de marzo el estado de alarma durante 30 días en el país, para controlar la propagación de la pandemia de coronavirus COVID-19, y luego fue ampliada por 30 días más, lo que indica que este 13 de mayo concluye esa primera prorroga, pero estamos seguros, por lo exitoso de la medida, que en nuestro país se amplíe; hasta el momento de escribir el artículo este martes en horas de la mañana, no ha habido ningún pronunciamiento al respecto, pero independientemente de lo que se decida, analicemos la diatriba, ¿morir de hambre o flexibilizar la pandemia?.
Muchos analizan las variaciones entre los costos económicos y los sanitarios; lo que crece la economía o lo que me cuesta recuperar un contaminado. Las decisiones políticas tampoco son fáciles, hay que considerar una multitud de factores que impactan en la salud y en la economía, pero también en la psicología, subjetividades, valores y expectativas de las personas.
Trump, en USA, a pesar de tener unas cifras muy altas de infectados, quiere desmantelar el sistema público de salud que heredó de Obama, y también, por sus creencias; en Estados Unidos han multiplicado el precio de insumos médicos fundamentales, como mascarillas y ventiladores, en vez de permitir que Washington administre estos recursos y los reparta de acuerdo a las urgencias, de manera centralizada, como ha denunciado el Gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo; o sea toda una locura.
Hay que buscar hacer algo por el bienestar de todos, he allí el gran dilema. Como uno de los proverbios de Salomón: "El Señor no permitirá que el justo padezca hambre, pero rechazará la avidez de los impíos". Si tenemos que impío, es aquel que no tiene o no siente compasión o piedad, tendríamos que pensar primeramente en evitar el hambre de nuestro pueblo; pero caemos en otro dilema, ¿cómo sufrago el hambre manteniendo la cuarentena?, el gobierno venezolano tiene la mayoría de sus recursos bloqueados y tampoco puede acceder libremente a realizar adquisiciones de alimentos y medicinas en el mercado internacional por las restricciones impuestas por Estado Unidos. Ante este dilema que no es fácil, me quito el sombrero de Abogado y me pongo el de Economista; en lo particular radicalizaría los controles obligatorios contra el covid-19, restringiría aun más el toque de queda a nivel nacional e iría autorizando la apertura de los negocios distintos al sector alimentario y salud que deben permanecer como hasta ahora, y el resto de la economía activarlos por bloques y guardias semanales, buscando que los distintos sectores económicos puedan trabajar al menos un 30%, así como los trabajadores que laboran por cuenta propia puedan planificar su actividad y generar un poco de ingreso que le permita acceder a los recursos alimenticos, prioridad en este momento. A las instituciones públicas, cuya carga salarial es enorme, y sin actividad, se les hace más difícil cada día cancelar los salarios, y tiene dependencias que obligatoriamente deben estar prestando servicios a tiempo completo para atender la pandemia y servicios públicos, el resto de los departamentos de esas instituciones podrían establecer guardias por grupo de trabajadores, evitando aglomeración en las oficinas y sin abarrotar el transporte público; medidas estas que coordinadas por las autoridades competentes podrían ser más efectivas, evitando así, lo que de hecho vemos en todas partes, donde la gente hace caso omiso a las restricciones y lamentablemente no tenemos las herramientas para evitarlo y tampoco podemos salir a la calle a maltratar a quien esté buscando un pan que llevarse a la boca; es por ello, que considero importante ir flexibilizando la economía, pero a la vez radicalizar las medidas de control y respeto a las normas