- Algunos venezolanos actuales (como el abogado defensor de empresarios, don Francisco Suniaga, colaborador de periódicos como «El Nacional» y «El Universal»), han salido en defensa del mestizo Francisco Fajardo. Dicen que no hay pruebas de que haya sido un genocida. Bueno, aquí le vamos a aportar algunas y a mostrar el papel de este conquistador en sus afanes homicidas, a sus compinches principales en sus correrías monstruosas, principalmente su alianza con "El Loco" Juan Rodríguez Suárez, uno de los mayores quemadores, aperreadores, empaladores y descuartizadores de indios de Venezuela. A Juan Rodríguez Suárez, por tener una especial habilidad para quemar indios fue muy solicitado y buscado en aquellos afanes por exterminar indígenas, en especial requirió sus admirables servicios de asesino, el gobernador Pablo Collado. El mismo Collado, también solicitó los servicios exterminadores de Francisco Fajardo para que le ayudase con los indios de la región de Los Teques.
- Miren este horrible cuento del historiador y director de la Fundación SM para España e Iberoamérica, José María González Ochoa, en la biografía de la Real Academia de la Historia (RAH), tratando de decir que Fajardo no era ningún asesino aunque hubiese masacrado muchos indios: «Mientras él continuaba con sus exploraciones, la codicia de los colonos irritó a los nativos, que capitaneados por el cacique Paisana atacaron la villa y envenenaron sus aguas. Entre las víctimas estaba su madre. Enterado Fajardo de la muerte de ésta, regresó y tomó venganza; arrasó los poblados indígenas, colgó a Paisana y decidió abandonar la zona. Se frustraba, por primera vez, su sueño de gobernar la región donde naciera, cuna de la cultura materna». Típico de los monstruosos conquistadores y ciertos cronistas españoles.
- Mérida estuvo sometida durante muchos años bajo la égida moral de la prepotente imagen de un amiguete del conquistador Francisco Fajardo, llamado Juan Rodríguez Suárez. Éste personaje, para la oligarquía regional, era considerado superior a Simón Bolívar. Era tal el amor que los godos locales sentían por este conquistador extremeño (nacido en Mérida, España), que existió en nuestra Mérida un periódico con el nombre "Juan Rodríguez Suárez". El referido conquistador, supuestamente fundador de esta ciudad andina, recibía y saludaba a visitantes y nativos, a la entrada de la Avenida Andrés Bello, representado en una descomunal estatua ecuestre que el pueblo acabó echando por tierra y que ya no existe.
- Así como en Caracas existió una muy transitada Avenida con el nombre del conquistador Francisco Fajardo, en los Andes contamos con un Estado que lleva el godo nombre de Mérida. Durante el mandato del Gobernador Rafael Ramírez y con su apoyo, un grupo de bolivarianos propusimos ante el Consejo Legislativo regional a este Estado se le llamase Terepaima, en honor al cacique que en varias ocasiones enfrentó a Francisco Fajardo y quien mató al monstruoso conquistador de Juan Rodríguez Suárez. Ha de saberse que Francisco Fajardo y Juan Rodríguez por sus condiciones de monstruosos depredadores de indígenas acabaron siendo grandes amigos.
- Apenas corrió por la ciudad de Mérida nuestra propuesta de cambiarle el nombre a Mérida, apareció el obispo Baltazar Porras, cual furibundo godo, partiendo lanzas a favor de aquel abominable empalador y quemador de indígenas. He de decir, que se hizo tan famoso Juan Rodríguez Suárez en sus métodos para exterminar, quemar y descuartizar indígenas que su fama en este sentido llegó hasta el famoso gobernador Pablo Collado en el Norte del país, quien quiso le acompañase en su razzia contra los indios del valle de Caracas y Los Teques.
- A Juan Rodríguez Suárez (El Capitán de la Capa Roja, porque solía cubrirse con una capa color grana), lo llamaba su propia gente "El loco". Poseía una vesánica y enfermiza manera para mutilar y quemar indios. Verdaderamente un genocida de la estirpe de los Pizarros (Francisco, Hernando y Gonzalo), Hernán Cortés, Bernardo de Alburquerque, Diego de Almagro, Pedro de Valdivia, Hernando de Soto, etc.
- Juan Rodríguez Suárez en sus recorridos por los pueblos indígenas se habituó a violar mujeres, a torturar, mutilar y aperrear indios; llevaba consigo, en sus correrías todo un harén, con las que tuvo muchos hijos, entre ellas: Juanica, Juanico, Beatriz, Juana, María, Pedro, etc.
- Juan Rodríguez Suárez con mañas y arteras prácticas el 1º de enero de 1558, consiguió hacerse con la Alcaldía de Pamplona, y desde allí emprendió una expedición hacía la Sierra Nevada (nombre copiado del que existe en Andalucía, España). De Pamplona salió con sus huestes al grito de "¡A sangre y fuego venceremos!". Llegaron a Capacho o Loma de Los Vientos y allí Juan Rodríguez Suárez dio muerte a 250 indios, a quienes quemó vivos en sus propias chozas, o dejó atados a los árboles para que muriesen de hambre y de sed, y luego ser despedazados por perros amaestrados sólo para destrozar indios; el propio Rodríguez Suárez disfrutaba alanceándolos.
- En igual forma este degenerado de Juan Rodríguez Suárez mató a 300 indios en El Valle de Santiago. Los sobrevivientes huyeron despavoridos esparciendo la noticia de estas masacres por todos los rincones de la Cordillera, cundiendo el terror entre todos aquellos habitantes que lo veían como una figura apocalíptica, como "El Jinete de la Muerte".
- De otros 250 indios asesinados como los anteriores, y de innumerables violaciones de indias vírgenes y casi niñas, dan cuenta los escritos del Fiscal que lo acusó ante la Real Audiencia, no sólo entre los Capachos y los indios de El Valle de Santiago, sino más adelante, entre los Táribas y sus vecinos de Palmira, Cordero, El Zumbador y El Cobre.
- El 8 de mayo, el Fiscal de la Audiencia, Licenciado García de Valverde, presentó el 8 de mayo de 1559, a ese máximo tribunal, formal acusación contra Rodríguez Suárez, en la que se establece que este monstruo dio muerte a más de ochocientos indios, que murieron comidos de los perros, flechados o alanceados; que ordenó se les atase a los árboles hasta ser devorados por las fieras y aves de rapiña, y que los mandó a quemar vivos en sus propias chozas. Luego se dedicó como lo hicieron casi todos los conquistadores en América a pelearse con su propia gente. En sus funciones sólo estaba autorizado a descubrir minas, según establecía la Real Provisión del 1555 dirigida por la Real Audiencia de Bogotá al Cabildo de la Ciudad de Pamplona.
- Preso, acusando y sentenciado a muerte, Rodríguez Suárez huyó de Bogotá; fue protegido entonces por otro obispo parecido a Baltazar Porras, llamado Fray Juan de los Barrios. De nada le valieron a este obispo Barrios los argumentos de la justicia que señalaban a Juan Rodríguez Suárez como "homicida voluntario, alevoso, incendiario, raptor de doncellas y de vírgenes, salteador de caminos y depopulador de mieses, campos y comida". Nada de eso impresionaba a su protector el obispo Juan de los Barrios que le amparó hasta que este asesino huyó hacia Venezuela donde ya no reconocía a la justicia de Bogotá sino la que emanaba de la Real Audiencia de Santo Domingo.
- Fue entonces cuando Juan Rodríguez Suárez se hizo lugarteniente del gobernador de la zona de Los Teques, Pablo Collado, quien lo contrató por su gran fama de exterminador de indios y por lo que también Collado habría de contratar al mestizo conquistador Francisco Fajardo.
- Cuando Francisco Fajardo funda el pueblo de El Collado, en Caraballeda, lo hace en honor de su protector el gobernador Pablo Collado. Es entonces cuando aparece Juan Rodríguez Suárez y funda el pueblo de "San Francisco", que será el embrión de la ciudad que en 1567 fundará el otro bandido de Diego de Losada, con el nombre de "Santiago de León de Caracas. En cuanto Francisco Fajardo descubre unas minas de oro, se desata una guerra civil entre el gobernador Pablo Collado y el mismo bandido de Juan Rodríguez Suárez. En el pueblo de El Collado ponen preso al mestizo Francisco Fajardo y se entra así en inacabables pleitos judiciales, como siempre sucedía entre estas bandadas genocidas.
- Francisco Fajardo, en sus tropelías y crímenes, empalando, quemando y mutilando indios logra hacer una extraordinaria amistad con Juan Rodríguez Suárez. Coligados estos dos bandidos y llenos de ambiciones por hacerse con las minas de oro de El Collado, deciden enfrentarse a los indios. En 1562, la guerra se hace frontal e incesante contra Guaicaipuro y Guaimacuare.
- Ante la lucha sin cuartel que le hizo Guaicaipuro, Fajardo tuvo que retirarse a Margarita, luego, en la pertinaz guerra en la que siempre han vivido estos colonizadores, Fajardo es hecho preso por el justicia mayor Alonso Cobos: entonces lo ahorcan, y lo hacen pedazos. Es totalmente falso y absolutamente ridículo, que por esta razón, lleguen a decir algunos "cronistas", que entonces los indios guaiqueríes "atravesaron el mar en sus canoas, tomaron Cumaná y apresaron a Cobos, a quien posteriormente lo condenaron a muerte. Señores, ésta era una típica práctica de asesinatos y de guerras internas entre los conquistadores y colonizadores en toda nuestra América, y no olvidemos, además, que Francisco Fajardo ahorcó al cacique guaiquerí Paisana y arrasó y descuartizó a su pueblo (admitido por la propia Academia de la Historia Española, que ve en esos actos algo normalísimo de la época).
- Los franquistas andan desatados, pegando el grito en el cielo, porque según ellos, el presidente Maduro está empeñado en borrar el legado español. Quiera Dios que así sea, porque es un legado monstruoso, plagado de genocidios y de interminables guerras civiles. Los godos echan mano de tres grandes racistas para reivindicar la acción criminal de los conquistadores en Venezuela: Caracciolo Parra León, Mario Briceño Iragorry y Francisco Javier Yanes. Estos canallas, "aseguraban que la llegada de los españoles, sin negar algunos actos de crueldad, debía ser calificada de positiva".
- En 1561, con unos 35 hombres salió Juan Rodríguez Suárez del Tocuyo hacia los Meregotos del cacique Terepaima, se internó por esos lares enfrentando a los indios Teques y hostigando a Guaicaipuro. El historiador merideño Andrés Márquez Carrero, manteniéndose en la línea racista de Mario Briceño Iragorry se dedica a defender a los criminales conquistadores, y dice que Guaicaipuro no respetaba unos convenimientos (sic) de paz con Juan Rodríguez Suárez y que además nuestro cacique cayó sobre los invasores y le asesinó mucha gente que trabajaba en "sus" (en las de Juan Rodríguez Suárez) minas. Y añade que Juan Rodríguez Suárez podía cobrarse esa "traición". No escatima adjetivos ridículos este Márquez Carrero contra los indios cuando dice que éstos actuaban con los españoles con toda la furia y salvajismo que les caracterizaba. La historia finalmente recoge que fue el cacique Terepaima quien le puso fin a este monstruo de Rodríguez Suárez, y que después de matarle le descuartizaron.