En los últimos días el propio presidente Nicolás Maduro, Ministro y exministros del Trabajo y a dirigentes sindicales gobierneros han protagonizado una parafernalia de eventos y declaraciones sobre el rol de los trabajadores en la crisis actual.
El tema, en nuestra opinión es vital.
No vamos a detallar hoy el conjunto de medidas agresivas e injerencistas en el plano económico que conforman el bloqueo imperialista contra nuestro país, con abiertas intenciones de arrodillarnos a sus intereses económicos y políticos.
Si queremos destacar que este terrible asedio, ha logrado triunfos parciales, pero importantes a pesar de la tozuda y digna resistencia nacional. Hay que ser claros, la condición de miseria en que vive la mayoría del pueblo venezolano es un triunfo de ese bloqueo criminal.
Pero el imperialismo no ha logrado nuestra completa derrota moral y menos nuestra sumisión. Muestra clara, la intensa movilización social que en las costas de Aragua se persiguió, desarmó y apresó a la amplia mayoría de los invasores mercenarios en mayo pasado.
El tema del salario muestra que la crisis no pesa igual para todos. La crisis económica pesa más duro precisamente en los hombros de l@s trabajador@s venezolan@s. Un salario mínimo integral de 800.000 BsS, que representa 1,54$ mensuales -al cambio oficial-, no es motivo de orgullo, ni muestra de valentía, es una derrota impuesta por el imperialismo y contra la cual el gobierno no está luchando sino la perpetúa con su política.
Con un gobierno que proclama sus intenciones socialistas, somos los trabajadores quienes hemos pagado la crisis de manera más dura. También por eso pesan allí fuertes elementos de desmoralización.
Hoy se nos propone, desde el gobierno y los sindicatos que se subordinan al gobierno, en un discurso engañoso, que produzcamos mucho con salarios y condiciones de hambre, con la promesa que cuando los patronos se sientan suficientemente ricos, ellos nos darán posibilidades de mejores salarios.
Escondiendo el tremendo enriquecimiento que ha tenido la gran burguesía nacional, en estos cinco o seis años de crisis aguda, a costa de nuestra pobreza, tienen la osadía de plantear que hay que enriquecer primero a los capitalistas para que estos luego, cuando sacian su infinita sed de acumulación de ganancias, se conduelan y permitan al Estado subir los salarios. ¿Cuándo ha ocurrido eso en la historia? ¿Cuándo un Estado arrodillado a los burgueses ha podido defender los intereses de la clase trabajadora?
Por el contrario, contra la frustración de tres décadas de promesas de una felicidad futura e incierta, aceptando la explotación salvaje se han levantado las masas chilenas derrumbando ese edificio de mentiras neoliberales, muchas de ellas similares a las que hoy nos repiten aquí.
¿No les da vergüenza a Will Rangel, a Nicolás Maduro, a lo que la FBT y hoy es la CSBT, ofrecer esta demagogia burguesa en boca de quienes fueron dirigentes obreros?
Más de dos años -desde el Programa de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad Económica del 2018- lleva el gobierno otorgando privilegios y ventajas pasando por encima de la soberanía nacional, de las reivindicaciones laborales, de las legislaciones ambientales y tributarias, tratando de atraer capitales para la reactivación económica; a la vez que incumple las pocas promesas de mejorías a la clase trabajadora. Esta novela tiene una narrativa de sufrimientos y despojos de derecho para la clase obrera muy fea, pero si tiene un nombre atractivo: "el Medio ½ Petro".
Esta política -que está dispuesto a acentuar con la Ley Antibloqueo- no ha logrado esta recuperación, y no lo logrará, pues las ansías de ganancias siguen conduciendo los capitales a la lucrativas especulaciones cambiaria y comercial, que ayuda a hundir a las grandes mayorías más y más en la miseria y desarticula los servicios públicos ofrecidos por el Estado, agravando las condiciones de vida del pueblo.
Sólo la clase trabajadora, por ser quienes realizamos la actividad concreta que produce valor, puede dar el cambio drástico a la situación económica actual reactivando la economía y sacando al país y a sus mayorías de la aguda miseria actual.
Para esto se requiere, por encimas de discursos y fraseologías demagógicas, que los trabajadores, reconociéndonos como tales, nos moralicemos en la movilización, luchando por nuestras reivindicaciones básicas y por nuestro rol colectivo en la recuperación de la producción y poniendo esta producción al servicio de las mayorías. Para ello, se necesita de la participación de los y las trabajadoras y las Comunas de la producción y la distribución. No nos referimos a nombrar a gerentes que provengan de la clase obrera para que se frustren o se corrompan en las estructuras explotadoras, clasistas y burocráticas de las empresas, sino asumirlo desde el Estado Comunal y con el control colectivo de las bases trabajadoras.
¿Qué nos toca entonces a la clase obrera? ¿Cómo podemos hacerlo?
Llamamos a todos los trabajadores a movilizarnos. Construyamos un Plan de Lucha de los Trabajador@s que incluya:
-Implementación inmediata del Salario Mínimo anclado a Medio ½ Petro e indexado semanalmente.
-Derogación de la Resolución 2992 y Restablecimiento inmediato de las Tablas Salariales tomando el salario de Medio Petro como base.
Para garantizar recursos para estas primeras medidas salariales:
-Suspensión inmediata del pago de cualquier deuda externa de la Nación
-Establecimiento de un fuerte impuesto a la Ganancia, mayor a la banca y a las más a las grandes empresas.
-Disminución del Impuesto al Valor Agregado, que golpea el bolsillo del Consumidor
Para garantizar la reactivación económica y que sea puesta al servicio de las mayorías:
Asambleas de Trabajadores en los Centros de trabajo, que organicen el trabajo colectivo de:
-Fiscalización de los Libros contables de toda empresa pública o privada
-Establecimiento de un Plan realista de Reactivación de la Producción, priorizando las necesidades elementales de la población.
-Fiscalización Colectiva y pública del Ingreso y salida de insumos y productos para combatir el nefasto mercado negro.
-Establecimiento de Canales de distribución de productos basados en la organización de las Comunas, Empresas de Propiedad Social Directa y en la organización popular de los CLAP y CPT.
Sólo la clase trabajadora, reivindicada, movilizada y organizada logrará enfrentar esta crisis capitalista, sus causas y sus consecuencias.