Nunca estuve ni he participado en las acciones de eso que se conoce como la oposición inmediatista, voluntarista, violenta, guerrerista y claramente anti nacional. Y afirmo esto último, porque quien llama a invadir militarmente a su propia Patria, a su país, está adoptando una postura contraria a la nación a que pertenece. Es como quien llama a un tercero para que allane su hogar, ponga en peligro la integridad de sus hijos, padres y nietos, para resolver un conflicto familiar. Hago la similitud sólo para ilustrar las sensaciones que este tipo de proposiciones me producen, no para establecer un debate que compare los conflictos familiares con los nacionales. Sé perfectamente que son muy diferentes.
Apoyé la candidatura de Hugo Chávez en 1998, hice campaña, participé en la elaboración de su programa y voté por él. Ante el deterioro producido en Venezuela desde 1982, no había ninguna otra cosa que hacer. Participé en su primer gobierno. Y lo defendí de todas las aventuras violentas iniciales de la oposición mencionada. Enfrentamos el paro general indefinido convocado en 2001, el cruento golpe de Estado de abril de 2002 y el "lock out" y sabotaje petrolero de 2002-2003. Pero eso nunca significó incondicionalidad ni ausencia de críticas, y por ello nunca gocé de ningún trato especial del máximo líder de la "revolución bolivariana". Los desencuentros aumentaron con la creación de la Universidad Bolivariana y la Misión Sucre, pues fue muy evidente que el Presidente no tenía la menor idea de lo que significaba una universidad ni tampoco el significado del conocimiento científico y tecnológico.
No acompañé sus ideas sobre el "socialismo del siglo XXI", ni estuve de acuerdo con los candidatos propuestos a la Constituyente. Critiqué el uso de aquellas tarjetas morochas que sobre representaron al gobierno en dicha asamblea. No compartí sus apreciaciones sobre la educación universitaria, la autonomía, las universidades, la selección estudiantil. Recuerdo la toma del Consejo Universitario de la UCV en 2001, aupada entre otros por la entonces Vicepresidente Adina Bastidas, hecho que enfrenté personalmente y no sólo en artículos de prensa, como bien lo sabe el rector de entonces Giuseppe Giannetto. Lo que deseo dejar sentado es que aun dentro del gobierno siempre fui una voz contestataria y crítica de muchas acciones que consideré inadecuadas.
En las presidenciales de 2006 no voté. En el referéndum de reforma de la Constitución de 2007 voté en contra. Para las elecciones de Asamblea Nacional de 2010, nuestro equipo del Movimiento "De Frente con Venezuela", junto con el PPT dirigido entonces por Albornoz y que contaba con la participación del negro Uzcátegui, Ilenia Medina, Simón Calzadilla y los gobernadores Henri Falcón y Guarulla, presentamos una opción electoral contraria a la polarización entre el gobierno y la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). A pesar de haber obtenido una votación respetable, no se obtuvo la representación debida, pues el sistema electoral mayoritario (sin proporcionalidad) existente desde 2009 no lo permitió. Muchos electores quedaron sin representación. Para las elecciones de 2015, de nuevo le hicimos frente a la polarización entre la MUD y el gobierno, esta vez junto con el MAS, Bandera Roja, Opina, Movimiento Ecológico y varios otros grupos menores.
No hemos por lo tanto participado ni de las victorias ni de las derrotas de la Coordinadora Democrática ni la MUD. No hemos sido parte de ninguno de esos procesos. En la actualidad, junto con el MAS, Soluciones, Cambiemos, Avanzada Progresista, Unión y Progreso, Unidad Político Popular 89 y personalidades como Enrique Ochoa Antich y Carlos Raúl Hernández, intentamos consolidar una referencia unitaria que pueda enfrentar al PSUV en las elecciones venideras hasta 2024 por lo menos. En esta confluencia de voluntades la participación de Acción Democrática, Esperanza por el Cambio y COPEI es importante. Los principios fundamentales son: elaboración de un proyecto político unitario, nacional, democrático, plural y electoral, que rechaza el inmediatismo violento de carácter interno o de invasión militar extranjera, las sanciones contra la nación y la intromisión en nuestros asuntos internos.
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Continuidad y Cambio, año 10, N° 139, pp 2-3, febrero 2021, https://issuu.com/luisfuenmayortoro/docs/a._cyc__a_o_10__n__139__febrero_2021
La Razón https://t.co/3rHAwxc4xr?amp=1, pp A-, 31-1-2021, Caracas