En el último “Aló Presidente”, yo (como muchos, estoy seguro), sentí una satisfacción muy especial al, una vez más, oír al Presidente expresar algo que es el sentir de los venezolanos honestos que somos la mayoría en este país.
Me refiero a su expresión; “ ¡hay que rasparlos, si hay que raspar, se rasparán a alcaldes y gobernadores¡” Yo imagino a la gran audiencia reaccionando con un rotundo: ¡Por supuesto que hay que rasparlos¡.-
Claro que sí, la Revolución no puede seguir exponiéndose al fracaso por hacerse de la vista gorda ante alcaldes y gobernadores que a imagen y semejanza de los funestos gobernantes que tuvimos en la IV República, dilapidan los dineros que nos pertenecen a todos los venezolanos. El presidente como Jefe del Estado está obligado a cumplir y hacer cumplir la constitución y por lo tanto a activar los mecanismos que existen, vale decir: Contraloría, Fiscalía, Poder Judicial e inteligencia policial a fin de que quienes delinquen con los dineros públicos sean detectados y reciban un castigo ejemplarizante que sirva para frenar la tentación de caer en la nefasta corrupción.-
Se supone que entre las Leyes, producto de la Habilitante que recibirá el Presidente próximamente, se tomarán las previsiones de, en base a la Constitución, buscar mecanismos que agilicen las acciones contra los funcionarios que, electos por decisión popular traicionen la confianza que los electores depositaron en ellos.-
Cuánta rabia y dolor nos da por ejemplo oír al Presidente informar al Pueblo a través de su programa lo que el nuevo Vicepresidente está descubriendo en sus giras por el país, como en el caso de la camaronera para la cual asignó a la Alcaldía miles de millones, previa presentación de un proyecto, en el cual se fijaban metas precisas que no se cumplieron en más de un 75 por ciento, lo que no puede atribuirse a otra cosa sino a la indolencia de un funcionario, que imagino no es el único quien de la manera más descarada, tal vez apoyándose en la tan cacareada autonomía administrativa, no tiene el menor temor para tirar el dinero como quien tira piedras al mar y desaprovechar la oportunidad para que un proyecto sirva al pueblo en su lucha por salir de la miseria, èsto sin contar que muchos utilizan con desparpajo los dineros para beneficio personal, bien sea desviando los recursos o contratando con empresas irresponsables a cambios de jugosas comisiones.-
¡Qué difícil es hacer una Revolución así¡. Pongámonos entonces, todos a quienes nos duele la misma, en la persona del Presidente quien al recibir los informes que dejan en evidencia esta grave situación tiene que expresarse como lo ha hecho y exigir a las instituciones cumplir con su deber, antes que sea el pueblo quien se tome la justicia por sus propias manos, antes que todo un pueblo en una “poblada” espontánea eche a patadas del poder a quienes no han sido merecedores de las responsabilidades que asumieron en nombre de la Revolución de la cual no tienen la menor idea..
Por ello entre las nuevas leyes debe venir una inexorable que de la forma más expedita posible permita tomar medidas para frenar y castigar de la manera más fuerte a quienes incurran en el delito de corrupción.
Una revolución, hay que entenderlo, tiene que pasar por estas duras pruebas para autodepurarse, no es nada fácil deslastrarse de los vicios que tienen siglos arraigados hasta los huesos en la Administración Pública, lo cual se debe a leyes permisivas o a un poder judicial también contaminado. Por ello se hace indispensable la participación popular.-
De allí la decisión del Jefe del Estado de legislar con el fin de entregarle al pueblo, a través de la organización popular, vale decir Consejos Comunales los recursos que resuelvan las necesidades más ingentes que ellos mismos han de detectar en cada una de sus comunidades, pero con la garantía de darle un uso estrictamente ajustado a la honestidad sin que un solo bolívar se pierda por ninguna causa.-
He oído la expresión: ¡Cuando Pérez Jiménez se robaba, pero las obras se terminaban a tiempo y bien hechas; ¡ es una lamentable verdad por ello hay muchos a quienes aun a 48 años se les oye expresarse así y no sin razón, claro era una dictadura, y en ella como en todas el presidente mandaba sin contemplaciones a la cárcel a gobernantes y contratistas sin previo juicio. Ahora los tiempos han cambiado, devino la IV republica y facilitó que la corrupción se institucionalizase, se convirtiese en un cáncer difícil de extirpar pero al cual hay que derrotar, sea como sea, si no queremos perder esta gran oportunidad que el pueblo se ha dado.-
No nos queda más que apoyar con todas nuestras fuerzas la firme intención que nuestro Presidente ha manifestado. Denunciemos, estimulemos a quienes la Patria les importa para que denuncien, vigilemos nuestros gobernantes para que se sientan presionados a trabajar con honestidad, a seguir el ejemplo del líder que no descansa y que trabaja día a día en el cumplimiento de su juramento ante la Constitución y ante el pueblo, juramento que tambien prestaron pero del cual se han olvidado muchos de nuestros Alcaldes y Gobernadores, que además de cumplirlo a cabalidad deberían ser garantes de que en su jurisdicción no haya la menor queja por mala administración de los recursos que se les han asignado.-
Así que: ¡Adelante Comandante¡, ¡guerra a muerte contra la corrupción y sus agentes¡.-
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