Es un territorio difícil de abordar aquel que no tiene método científico de demostración, como son los que surgen de los que algunos llaman el alma, otros denominan idiosincrasia, para los psicólogos subjetividades, en definitiva las características propias del ser humano, que muestra siempre una pertenencia.
Cuando Rodolfo Kush, nuestro filósofo del mestizaje americano, construye la frase: " En los Toldos nació Evita", nos dice el sujeto es Evita, pero las circunstancias, las improntas de sus subjetividades se encuentran en su lugar de origen, su sociología y sus circunstancias de socialización, en ese "estar situado", que define su perfil de adhesión a la vida.
Todo en conjunto constituye un proceso de construcción, que nos da como Comunidad, un perfil determinado, que por supuesto no es el mismo, en la idiosincrasia jujeña, patagónica o porteña. Entonces la pregunta es: existe un hilo conductor que permita afirmar perfiles comunes de circunstancias y espacios diferentes? La respuesta siempre relativa, que intento iniciar, es si la identidad de Patria alcanza a esas dimensiones, que trascienden lo racional, para embarcarse en el territorio de lo afectivo.
Es muy claro cuando se está en otros países, reconocer un argentino y no sólo por el idioma y la gestualidad ampulosa, sino por sus características de relacionamiento social. Es en esas circunstancias, donde se expresan con fuerzas las emociones que trasmite un compatriota, frente a una relativa frialdad por ejemplo anglosajona, al estrechar el abrazo, al saludar o besar. Entonces podríamos decir que las emociones identifican la procedencia, creo que todavía no, porque llevaría a la confusión que sólo esas descripciones bastasen para hacerlo.
Que falta entonces para enlazar los afectos con la identidad? La memoria colectiva, aquella que brinda la transmisión oral familiar o comunitaria, aquellos olores de la infancia y el rol de los mayores en la conformación subjetiva, la historia común de los pueblos y de la Patria, que aún tergiversada por Mitre es parte de la nuestra. Al completarse con el Revisionismo histórico, será la historia integral de la Argentina y la Patria Grande que fortalecerá aún más, nuestra pertenencia identitaria.
En éste sentido de los afectos es donde Perón expresa con claridad aquello que es esencial y lo que deviene de esa circunstancia importante, como por ejemplo la libertad esencial, es aquella que se da en la Comunidad de la cual deviene la libertad individual, porque nadie puede ser libre en una comunidad que no lo es.
Por esa razón tan sencilla, es que el colonialismo intenta borrar la memoria y la identidad, como forma de aplacar los sentimientos comunitarios del afecto social solidario compartido y construir en el espacio simbólico del pueblo, una direccionalidad hacia el individualismo feroz y egoísta.
Entonces llegamos al punto central de mi disparador inicial, en cuanto que significan los afectos en la construcción de identidad nacional y patriotismo, que es uno de los ejes centrales atacados por la cultura dominante neoliberal, para evitar la insurrección de los pueblos, para conseguir su control social.
En esa dinámica de lucha entre modelos, no se puede abandonar el abordaje de los sentimientos y el amor, como ejes constitutivos de la identidad nacional, porque sería renunciar a nuestros sueños de construir Justicia Social a partir de un modelo solidario biocéntrico de Patria Grande, que irrumpa en el escenario regional, abarcando al conjunto de los pueblos hermanos, en un abrazo compartido, con destino de futuro en paz y sin tutelajes de ningún tipo.