Certeza y duda

Entre la certeza y la duda, te veas, y, sobre todo, te veas, en lo que Aristóteles llamaba el medio estagirita profundo, entre el exceso y el defecto, de su Gran Moral, probadora del tercio incluso del filósofo de Estagira, que negara en el Tratado Lógico Órgano Oxímoron, y, diérale un cuarto al pregón al tercio excluso excluyente exclusivo del imperio romano y norteamericano, con impositivo reinado imperante por mas y más de tres mil años, hasta el derrumbe de las Torres Gemelas Neoyorquinas el 11/09/2001, con el discurso nefando prosaico capitalista imperial neoliberal de George W Bush: "¡O estás conmigo o estás con mi enemigo!". Entre certeza y duda te veas, en el medio aristotélico profundo, en donde tócanse todos los extremos de los casos limite contradictorios caliginosos complementarios congruos de equilibrio dinámico dialéctico difuso, en la unidad armónica simultánea contradictoria heraclitoiana hegeliana marxista, en donde entáblanse todas las luchas de contrarios, y, que al final de cuentas ha de devenir el consentimiento comprometido consuetudinario conmovedor, si no, en caso contrario, ha de sobrevenir algún disparo y acaecer casos y cosas que lamentar de una política diplomática universal ONUiana, en donde uno de los aspectos de la certeza y la duda, prepondérase.

Con digresión y sin digresión, entre la certeza y la duda, te veas. Para entender este chascarrillo chirle chillón, entre el dicho y el hecho, es necesario estarse, verse y estarse en el trecho estrecho arrecho, y, no es necesario cruzar la delgada línea límite límbica, que separa los caos límite contradictorios caliginosos complementarios congruos de equilibrio dinámico dialectico difuso, entre la duda y la certeza. Si y solo si, y, sí y sólo sí, la duda lleva a la certeza y la certeza lleva a la duda, y, si y solo si, y, sí y sólo sí, de Perogrullo, la duda es a la certeza, es al mismo tiempo tanto como el yin y el yang, se tocan, son iguales en el medio aristotélico profundo. Mientras que, si vas de la duda a la certeza, creas el desequilibrio por la preponderancia de uno de los aspectos límbico antagónicos ambiguos, habida cuenta de que en el medio estagirita abismal, van a la par el uno y el otro en equilibrio sostenido como el sube y baja del parque párvulo infantil, en comparación con el universo en expansión y el universo en contracción, dado tanto como el exceso y el defecto, dado tanto como el tercio excluso y el tercio incluso, nugatoria aristotélica humana humanidad ontológica por mas y más de 30 largos siglos inadvertidos, y, que el imperio romano y el imperio norteamericano capitalista neoliberal han sacado la mejor puta punta puntiaguda protohistórica, contra el equilibrio dinámico dialéctico difuso entre la duda y de la certeza, consagrado, este aspecto límbico antagónico ambiguo, en el Artículo 4° del Código Civil Venezolano, que habrá que revisar, puesto que el mejor resultado deseado, el mejor resultado esperado, esto es, la resolutiva optimalidad pretendida, ha de estar entre la certeza y la duda, entre el consciente y el inconsciente con sus respectivas grafías gratificantes gratuitas en el yin y el yang, en el cuadrángulo rectángulo de Sócrates, y, en el cóncavo convexo contradictorio caliginoso 69 cojedeño de y en las pareadas paradójicas pirámides kelsenianas unidas por la base diagonal contrarrecíproca socrática del teorema directo y del teorema indirecto de la certeza y de la duda.

Con divagancia y sin divagancia, entre la certeza y la duda, te veas, y, sobre todo, te veas, en lo que Aristóteles llamaba el medio estagirita profundo, entre el exceso y el defecto, casos límite contradictorios caliginosos complementarios congruos, en tanto en cuanto como certeza y duda. Asina también, tanto como dudar en todo y acertar en nada, los sentidos y la inteligencia. Y, los físicos modernos, a según, Lincoln Barnett, dijera: "Los físicos modernos, que prefieren resolver sus problemas sin recurrir a Dios, ponen de relieve destacando que la naturaleza obra misteriosamente según principios matemáticos en que predicen y describen leyes naturales simplemente mediante la solución de ecuaciones". El medio aristotélico profundo ha de estar siempre presente entre natura y persona, asina como entre certeza y duda. Tanto como en lo que paradójicamente caliginoso difuso, contra su propio principio de incertidumbre, Werner Heisenberg decía: "No todas las proposiciones científicas eran verdaderas o falsas. La mayoría de los enunciados, si no todos, son indeterminados, inciertos grises; son borrosos". Tanto como en lo que paradójicamente, faltóle a la teoría holística unificada einsteiniana borrosa, en que Albert Einstein decía: "En la medida en que las leyes de la matemática se refieran a la realidad no son ciertas, y, en la medida en que sean ciertas, no se refieren a la realidad". Tanto como engañar y desengañar. Tanto como en lo que Ludovico Silva decía: "La condición filosófica del desengaño es el escepticismo, y es un fenómeno que sobreviene al alma cuando ésta, después de mucho batallar para adquirir una certidumbre firme entorno de las cosas, llega a la conclusión cartesiana de que hay que dudar de todo. El desengaño no implica necesariamente amargura. El señor de Montaigne, por ejemplo, era un desengañado, pero en modo alguno era un hombre amargado. El desengaño es dialéctico, porque a menudo conduce al optimismo. Y el desengaño se transforma en pesimismo radical cuando pensamos que en cualquier momento puede ocurrir la tercera y última hecatombe mundial". Asina, también Buda y Heráclito: "Vivimos en un mundo plagado de contradicciones, en sucesiones armónicas simultáneas contradictorias unidas y en lucha sostenida, la armonía funcional natural justa", en que la certeza y la duda han de ir juntas. Y, que no hay que ir mas y más que al medio aristotélico profundo en que tócanse ambos extremos, en que hanse de mantener el equilibrio dinámico dialéctico difuso, y, que jamás de los jamases ha de buscarse la certeza al través de la duda, puesto que son casos límite contradictorios caliginosos complementarios congruos existentes, aspectos perceptibles sentidos inteligibles tocables en el medio, en que tanto es igualdad el uno como el otro, pero que por el vacío de contenido de la inteligencia y de los sentidos, no se nos ha permitido percibir, no ahora, sino desde la noche de los tiempos, reconocer e identificar, tas con tas, tanto como el yin y el yang, en que hanse de hacer iguales en el medio aristotélico abismal, en la sombría penumbra whitmaniana, de la que han de surgir iguales elementos contrarios, asina tanto como el dicho y el hecho, en que se hacen iguales en trecho estrecho arrecho, la certeza y la duda, la confianza y la desconfianza, la razón y la sinrazón, el engaño y el desengaño, la verdad y el error, el por fas y el por nefas, la res pública y la res privada, el capitalismo y el socialismo, la capacidad y la incapacidad. Asín tanto como el conocimiento y el desconocimiento, el dogmatismo y el escepticismo, lo racional y lo empírico, el realismo y el idealismo, lo discursivo y lo intuitivo, el significante y el significado, la lengua y el habla, el significado y la significación, la sintagmática y la paradigmática, la inteligencia y el objeto. Ansí tanto como el pensamiento y el objeto, el sujeto y el objeto, el símbolo y el objeto, natura y persona, lo cosmogónico y lo antropocéntrico, la cosa y la no cosa, el construir y el destruir, el componer y el descomponer, el análisis y la síntesis, la tesis y la antítesis. Así tanto como el ser y el no ser, la convicción y la no convicción, los valores cuantitativos y los valores cualitativos, lo real y lo factual, el apoyo y la oposición, el sueño y la vigilia, la consciencia y la inconsciencia, el yo y el no yo, el pensar y el existir, el conocer y el no conocer, los sentidos y la inteligencia, el sentimiento y el pensamiento, las percepciones y las no percepciones, el sí y el no. Y, entre todos los caos límite contradictorios complementarios congruos, en equilibrio dinámico dialéctico difuso, la salvación del mundo, ha de estar en el medio aristotélico profundo, que Aristóteles escondiera por siglos en la Gran Moral, y, que él mismo negara en el Tratado Lógico Órganon Oxímoron, arrumbando al tercio incluso estagirita, por más y más de tres mil años, y, dando un cuarto al pregonero a su tercio excluso excluyente excepcional, que los imperios imponentes han impuesto en todos los tiempos, o sea, el de estás conmigo o estás con mi enemigo, la preponderancia aristotélica de la conjunción disyuntiva excluyente "O", que tocara su fin con la voladura de las Torres Gemelas Neoyorquinas, el día de la Virgen de la Coromoto Venezolana, 11/09/2001, y, surgiera la conjurada conjunción copulativa incluyente social, "Y", ya no ser o no ser, ahora, ser y no ser, de la literatura védica upanishad sánscrita de la modernidad ilustrada originaria einsteiniana, y, que Luis Alberto Machado nos hiciera ver en La Revolución de la Inteligencia. Y, que el refugio de ahora en lo adelante ha de ser el medio aristotélico profundo, la síntesis heraclitoiana hegeliana marxista abismal, lo que le faltara a Albert Einstein para completar la teoría holística unificada, y todo por culpa de Aristóteles. Y, el medio aristotélico profundo, es la mismísima verdad hesseniana abisal entre el entendimiento y la estética ética espiritual, las (4E), que ha de equilibrar la dignidad humana, o sea, la inteligencia, la voluntad, la libertad, la responsabilidad, la sociabilidad, la sensibilidad, sin preponderancias de aspectos, en equilibrio dinámico dialéctico difuso, tanto como el sube y baja del parque párvulo infantil, que ha de estar en la certeza y en la duda.

Si entre certeza y duda te veas. Entonces sea dicho que te veas en el tercio aristotélico profundo, el medio aristotélico abismal entre el exceso y el defecto, entre el tercio excluso y el tercio incluso. Ergo vergo sea dicho que el medio aristotélico profundo ha de ser la salvación del mundo. Ergo vergo sea dicho que entre certeza y duda te veas, en el medio aristotélico profundo, en donde tócanse todos los extremos de los casos limite contradictorios caliginosos complementarios congruos de equilibrio dinámico dialéctico difuso, en la unidad armónica simultánea contradictoria heraclitoiana hegeliana marxista, en donde entáblanse todas las luchas de contrarios, y, que al final de cuentas ha de devenir el consentimiento comprometido consuetudinario conmovedor. Ergo vergo sea dicho que toda la lengua y el habla del consentimiento comprometido consuetudinario conmovedor ha de ser la diplomacia moderna en que no ha de sobrevenir algún disparo ni casos ni cosas que lamentar en una alta política diplomática universal, entre la certeza y la duda.



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Miguel Homero Balza Lima


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