El término medio borroso hace a Don Quijote, caballero andante caliginoso. Sí, cuando, en el Capítulo XVII de la Segunda Parte de El Quijote, Cervantes escritor difuso, dice que: "El valor reside en el término medio, que es una virtud, está puesta entre dos extremos viciosos, como son la cobardía y la temeridad". El término medio hace a Don Quijote, borroso caballero andante. Asina como, el medio aristotélico profundo entre el exceso y el defecto de la Gran Moral. Asín, que no de otra suerte, el tercio medio aristotélico profundo, entre el tercio excluso y el tercio incluso del Tratado Lógico Órgano Oxímoron. El medio aristotélico profundo, ha de estar entre la cobardía y la temeridad. El valor cervantino profundo, ha de ser tanto como la verdad cortazariana profunda. La valentía cervantina profunda ha de estar entre la temeridad y la cobardía, entre la razón y la sinrazón, entre la justicia y la injusticia, entre la locura y la cordura, entre la ofensiva y la defensiva, entre la virtud y el vicio, entre la guerra y la paz, entre la fama y el cronopio, entre la gracia y la desgracia, entre la felicidad y la infelicidad, entre , entre el espanto y la tranquilidad, entre lo bueno y lo malo, entre lo hermoso y lo horrible, entre la esperanza y la desesperanza, entre el nublar y el despejar, entre el pensar y el no pensar, entre lo discreto y lo indiscreto, entre la aventura y la desventura, entre el peligro y la seguridad, entre lo visible y lo invisible, entre lo vencible y lo invencible, entre la libertad y la opresión, entre la dicha y la desdicha, entre lo raro y lo habitual, entre lo extraño y lo conocido, entre la penitencia y el placer, entre el enamorado y el indiferente, entre la pertinencia y la impertinencia, entre lo enano y lo descomunal, entre lo extraño y lo normal, entre la certeza y la duda, entre lo notable y lo vulgar, entre el encanto y el desencanto, entre el ingenio y la torpeza, entre la pendencia y el acuerdo, entre enfermedad y salud, entre lo ridículo y lo grave, entre el satisfacer y el disgustar, entre la industria la torpeza, entre lo verdadero y lo falso, entre la vida y la muerte, entre la riqueza y la pobreza, entre lo extravagante y lo normal, entre la posibilidad y la imposibilidad, entre grandeza y mezquindad, entre lo apócrifo y lo auténtico, entre la zarandaja y la filigrana, entre lo necesario y lo innecesario, entre lo memorable y lo insignificante, entre lo harto y lo hambriento, entre la atención y la distracción, entre lo digno y lo indigno, entre la imaginación la inimaginación, entre lo real y lo irreal, entre lo mágico y lo natural, entre lo ingenuo y lo mágico, entre el parecer y la pesadilla, entre la cobardía y la valentía, entre la memoria y el olvido, entre el progreso y el oscurantismo, entre lo estupendo y lo pésimo, entre la discreción y la indiscreción, entre las armas y las letras, entre el cautivo y el libre. Y, entre todos estos casos límite contradictorios caliginosos complementarios congruos, han de aparecer en el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, por la calle de en medio, el medio aristotélico profundo, como entre el exceso y el defecto, ha de estar la valentía cervantina profunda, arma dialéctica irónica quijotesca cervantina. La ironía quijotesca cervantina, que hay que recuperar, que hay que reconquistar, entre el mundo almado y el mundo desalmado, entre el mundo armado y el mundo desarmado, entre la literatura bélica ofensiva y la literatura bélica defensiva, entre el realismo ingenuo einsteiniano y el realismo mágico cervantino, el término medio cervantino profundo entre la cobardía y la temeridad, entre el tercio excluso y el tercio incluso del Tratado Lógico Órganon Oxímoron Aristotélico, el término medio cervantino profundo, entre el exceso y el defecto de la Gran Moral Aristotélica.
Con digresión y sin digresión, el término medio borroso hace a Don Quijote, caballero andante caliginoso. Sí, en el Capítulo XVII de la Segunda Parte de El Quijote. De donde se declaró el último punto y estremo adonde llegó y pudo llegar el inaudito ánimo de don Quijote con la felicemente acabada aventura de los leones: "… valentía es una virtud que está puesta entre dos extremos viciosos, como son la cobardía y la temeridad…" Y, asina dijera, endenantes, Cervantes: "Don Quijote de la Mancha, espejo donde se pueden mirar todos los valientes del mundo, porque la valentía que se entra en la jurisdicción de la temeridad más tiene de locura que de fortaleza" La locura y la cordura, asina déjase ver, endespués, Don Quijote, el combate y la concordia, la guerra y la paz la vida y la muerte. La vida del Ingenioso, en un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no quiso poner Cide Hamete Benengeli puntualmente. La muerte del Ingenioso, en un lugar de la Mancha, en que tuvo fin, cuyo lugar no quiso poner Cide Hamete Benengeli puntualmente. Entre estos lugares de la vida y de la muerte, de la locura y de la cordura, de la guerra y la paz, de la victoria y la derrota, de la virtud y del vicio, de la cobardía y la temeridad, ha de estar por la calle de en medio, el medio, el medio aristotélico profundo del exceso y del defecto, la valentía cervantina profunda entre la temeridad y la cobardía, entre la razón y la sinrazón, entre la justicia y la injusticia, entre la locura y la cordura, entre la ofensiva y la defensiva. Palabras pareadas paradójicas, casos límite contradictorios caliginosos congruos, tanto como que cada cosa engendra su semejante y al mismo tiempo su antípoda, como déjase ver, endespués, en el prólogo de la Primera Parte del Ingenioso Hidalgo. Y, con teodolito contradictorio borroso, ha de expresarse que Don Quijote es una obra difusa y caliginosa. Asina lo dijera, endespués, Juan Marsé, Premio Cervantes 2008: "Una de las primeras lecciones que emanan de El Quijote, es que las cosas no siempre son lo que parecen". Y, lo contradictorio y borroso lo confirmara, endenantes, George Politzer en la Primer Ley de la Dialéctica: "Las cosas no siempre han sido lo que son". La lógica y el absurdo, la victoria y la derrota, lo consciente y lo inconsciente, la locura y la cordura, la prudencia y la imprudencia en el Quijote, y, si no ha de valer la borrosidad en aquel verso al final de cuentas, endespués de la tercera salida, en que regresa al lugar de la Mancha derrotado de los brazos ajenos, mas y más, vencedor de sí mismo. Y pronunciara el discurso de la despedida de la cordura, ante la locura de la sociedad, integrada por el escudero, el cura, la sobrina, la ama, el bachiller y el barbero: "Yo tengo prudencia ya, libre y clara, no tengo sombras caliginosos, ignaras". Estaba diciéndole a la comunidad, ajena y no ajena, que los locos eran ellos y no él. La locura y la cordura, la valentía y la cobardía, y, la ferocidad leonina metafórica, que sucumbe ante la llamarada concéntrica meditada del valeroso Hidalgo ingenioso, que fue tan poderosa la llamarada, que el león regalóle las nalgas, al gigante de los molinos, que invitábalo a combate sino destino sentido.
Si el término medio borroso cervantino profundo hace a Don Quijote, caballero andante caliginoso. Entonces sea dicho que el valor reside en el término medio entre la cobardía y la temeridad. Ergo vergo sea dicho que el medio aristotélico profundo entre el exceso y el defecto, entre el tercio excluso y el tercio incluso, ha de estar entre la cobardía y la temeridad, ha de ser el valor borroso cervantino profundo, tanto como la verdad cortazariana profunda y la sombría penumbra whitmaniana. Ergo vergo sea dicho que la valentía profunda en El Quijote es arma dialéctica irónica quijotesca cervantina abismal, entre la temeridad y la cobardía, entre la razón y la sinrazón, entre la justicia y la injusticia, entre la locura y la cordura, entre la ofensiva y la defensiva, entre la virtud y el vicio, entre la guerra y la paz, entre el amor y el odio, entre lo hermoso y lo horrible, entre la vida y la muerte. Ergo vergo sea dicho que la valentía borrosa cervantina profunda, que es arma dialéctica irónica quijotesca cervantina profunda, hay que recuperarla, hay que reconquistarla, entre el mundo almado y el mundo desalmado, entre el mundo armado y el mundo desarmado, entre la libertad y la condena, entre la verdad y la mentira, entre lo pertinente y lo impertinente, entre la ofensiva y la defensiva. Ergo vergo sea dicho que el término medio borroso cervantino profundo ha de estar entre la cobardía y la temeridad, entre el tercio excluso y el tercio incluso, entre el exceso y el defecto, entre todos los casos límite contradictorios caliginosos complementarios congruos de equilibrio dinámico dialectico difuso en un mundo plagado de contradicciones armónicas simultáneas contrarias heraclitoianas, lo que le da el carácter borroso al Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Ergo vergo sea dicho que una condición que ha de tener la borrosidad es que ha de haber siempre una contradicción, y, el término medio borroso cervantino profundo, lo garantiza entre la cobardía y la temeridad.