Por muchos años los venezolanos fuimos ciudadanos felices en nuestras ciudades venezolanas, sin conocer absolutamente nada sobre el desarrollo tecnológico global, porque pensar que la tecnología es fuente de felicidad en la vida, siempre ha sido un grave error existencial, un espejismo social, una mentira capitalista.
La cultura del entretenimiento mundano que es tan reverenciada por la sociedad moderna, hizo estragos en la idiosincrasia de los venezolanos de clase media y de clase alta del siglo XX, quienes empezaron a consumir contenidos audiovisuales producidos por el Mundo, utilizando equipos tecnológicos de consumo masivo, como el popular Betamax, el sofisticado VHS y el revolucionario Atari.
Las máquinas tecnológicas de mundano entretenimiento fabricadas a finales del siglo XX, fueron desuniendo emocionalmente a las familias venezolanas, y aunque la televisión y el televisor ya habían vencido espiritualmente a la Biblia y a Jesús, pues las cintas magnéticas de videos, los diskettes de las computadoras y los cartuchos de videojuegos, se encargaron de romper el amor del cristianismo en tantas salas y en tantos comedores de hogares venezolanos, donde el libro de Dios fue cambiado por un frío mueble de madera que físicamente sostenía a todos los nuevos aparatos tecnológicos, siempre prestos a generar diversión mundana para los venezolanos.
El gran problema de la tecnología mundana creada por el Hombre, es que más temprano que tarde siempre te dejará vacío, te dejará insatisfecho, te dejará confundido, porque son herramientas tecnológicas que no fueron creadas por la amorosa mano de Dios, lo cual hace que la tecnología del Mundo genere antivalores como la envidia, la avaricia, la corrupción y la delincuencia, siendo inconvenientes sociales que se acrecientan conforme avanza el desarrollo tecnológico en la Tierra.
Yo todavía recuerdo haber visto durante mi infancia películas como 101 Dálmatas, Locademia de Policías y Parque Jurásico, también recuerdo haber jugado videojuegos como Tom Boy, River Raid y Enduro, pero después de apagar el televisor y después de apagar los equipos tecnológicos, siempre yo me sentía como vacío, como usado, como tonto, pero yo tenía que quedarme callado y obedecer la voluntad de mis padres, porque mi familia hacía lo mismo que hacían las demás familias venezolanas de clase media y de clase alta, y tal vez sin darnos cuenta, vivíamos de las tendencias, de las modas, de las apariencias.
No estoy culpando a mis padres, yo amo a mi familia, mis padres me dieron la mejor educación, la mejor comida, la mejor casa, la mejor vida, pero el gran problema surge cuando permitimos que los equipos tecnológicos sean parte de nuestras vidas en nuestros hogares, y el problema se agrava cuando permitimos que los contenidos audiovisuales producidos por personas que no conocemos, terminen adentrándose en nuestros hogares y se roben nuestra privacidad, se roben nuestras normas morales, y hasta se roben la paz de nuestra familia, porque generalmente la violencia visual es parte fundamental de los contenidos, que se producen para que la gente compre los equipos tecnológicos de consumo masivo.
Es cierto que el sexo vende, pero también se venden muy bien las pistolas, los disparos, los asesinatos, los chistes sucios, los rencores de las competencias deportivas en las que unos ganan los trofeos y otros pierden sus dignidades, las telenovelas llenas de obscenidades, los dibujos animados que adulteran a los niños, y los noticieros llenos de noticias bélicas y perturbadoras, que siguen destruyendo mentalmente a los venezolanos, porque desde finales del siglo XX todos los venezolanos de clase media y de clase alta, consumimos los populares contenidos audiovisuales que pudren a los impopulares corazones de Dios.
Después de jugar con la Nintendo o después de ver una película con la VHS, yo recuerdo que en la misma sala de mi casa estaba la Santa Biblia, ese gigantesco libro lleno de polvo, que yo no me atrevía a leer y que nadie me motivaba a conocer, pero cuando pasaba por la esquina de la repisa donde estaba puesta la Biblia, yo sentía que ese libro tenía poder, había verdad, había luz, pero no me atrevía a leerlo, porque siempre ganaba el videojuego de la Nintendo, y aunque me duela reconocerlo, yo empecé a sentir mucho miedo por la Biblia, no era respeto, yo sentía miedo de la Biblia, y sin darme cuenta, fui creciendo alejado de Dios.
Es verdad, yo fui creciendo alejado de Dios, y durante mi adolescencia yo fui creciendo con el maldito acoso escolar, con las malditas revistas pornográficas, con los malditos videojuegos violentos, con la maldita promiscuidad, con el maldito cigarrillo, con la maldita vulgaridad del Hermano Cocó de la Radio Rochela en RCTV, y con el maldito deseo de emular a la masacre de Columbine.
Uno puede ser bueno, pero si convives entre tanta maldad, serás malo de verdad.
Yo todavía recuerdo la revolución tecnológica que hubo en Ciudad Ojeda en el año 1998. En dicha ciudad del estado venezolano Zulia, había una compañía de televisión por cable que se llamaba TVH, y durante el año 1998 miles de padres de familia contrataron el servicio de televisión por cable de TVH en Ciudad Ojeda, y como si fuera la mayor revolución televisiva en una ciudad petrolera venezolana, el cable de TVH invadió a toda Ciudad Ojeda con todos sus canales.
Mis papás decidieron contratar el cable de TVH para nuestra casa, porque los vecinos ya tenían instalado el cable de TVH, y nosotros también teníamos que ser borregos del capitalismo, demostrándole al vecino nuestro poder adquisitivo.
Durante la primera semana, toda mi familia endiosaba el cable de TVH, y todos estábamos maravillados por los asombrosos contenidos audiovisuales, que transmitían los canales extranjeros durante las 24 horas del multicolor día.
Yo todavía recuerdo que mientras cambiábamos los canales usando el control remoto del televisor, no sabíamos ni qué ver ni qué hacer, porque entre tantos programas para ver, entre tantas ofertas televisivas y entre tantos sonidos, era como si una sola vida no alcanzaría para disfrutar todo el espectáculo televisivo.
Recuerdo que durante la primera semana con el cable de TVH, el canal Discovery Channel transmitió un documental especial en la noche, sobre el hundimiento del barco Titanic, en tiempos cuando todavía estaba de moda la popular película Titanic de 1997, por lo que mi familia sintonizó ese importante programa de televisión, escuchándolo con bastante volumen, y hasta nosotros olvidamos que las arepas se habían enfriado en la mesa del comedor, porque por desgracia, el documental sobre el Titanic fue más valioso que una cena familiar.
Dos semanas después de haber contratado el cable de TVH, ya se empezaba a sentir la desunión familiar que produce la tecnología de consumo masivo.
Mis hermanos y yo siempre peleábamos para conseguir el poder del control remoto, y la mano del egoísmo supo vencer con sus botones y nosotros no pedíamos disculpas por nada, porque mis papás ya casi no hablaban con nosotros, y por culpa de la gran señal por cable de TVH, yo empecé a descuidar las tareas escolares del colegio, yo empecé a sufrir de insomnio, toda mi familia empezó a sufrir un fuerte proceso de transculturación, porque ya no queríamos viajar todos juntos en agosto a las playas venezolanas del estado Falcón, sino que mis papás deseaban ver todos los programas turísticos del canal People + Arts, mis hermanos querían ver todos los partidos de fútbol italiano en ESPN, y mis hermanas querían ver todos los videos musicales gringos en MTV.
La televisión por cable echó a perder a mi familia, la televisión por cable me echó a perder, y la televisión por cable echó a perder toda la vida.
Al cabo de unos meses, mi familia ya no convivía en un hogar, porque mi familia solo vivía en una casa, llena de murciélagos, llena de cucarachas y llena de ratones.
Yo recuerdo que solo por costumbre, dejábamos el televisor prendido todo el día con bastante volumen, porque nadie estaba viendo ningún programa de televisión, simplemente nos acostumbramos al escandaloso ruido de la televisión, nos acostumbramos a escuchar una y otra vez las mismas malditas publicidades, nos acostumbramos a la violencia familiar, porque mis papás seguían legalmente casados como abogados, pero espiritualmente estaban totalmente divorciados, se la pasaban peleando en la cocina por mundanas tonterías, y ya no había silencio ni para dormir, ni para olvidar, ni para respetar, ni para perdonar, ni para llorar.
El año 1998 mató a mi familia, nunca más fuimos una feliz familia venezolana, y cuando escucho la canción Scar Tissue de la banda Red Hot Chili Peppers, la canción Promises de la banda The Cranberries y la canción The Way de la banda Fastball, todavía yo puedo recordar con muchas lágrimas en mis ojos, las amargas sinfonías que convirtieron a mi hogar en un desastre tecnológico.
La polvorienta Santa Biblia de Dios siempre estuvo puesta en la misma esquina de la repisa, donde también estaba puesto el limpio y brillante televisor con la señal por cable de TVH, pero mi familia ya no estaba dispuesta a cambiar los gritos por oraciones, porque mi familia había tocado el fondo de la pantalla, porque mi familia había sido envenenada por el orgullo, por la soberbia y por el egoísmo, porque mi familia cristiana realmente nunca conoció el amor de Dios.
Yo terminé el bachillerato sin recordar el amor de Dios, y yo empecé la universidad sin recordar el amor de Dios, aunque Dios nunca se olvidó de mí.
Nadie quiere leer la Biblia, porque ese viejo libro ya pasó de moda, porque las letras de sus páginas son muy chiquitas y cansan a la vista, porque no vamos a entender nada de lo que dice, porque en estos tiempos ya no hace falta leerla.
En casi todas las casas venezolanas hay un televisor, una radio y una Biblia, siempre elegimos ver la televisión y escuchar la radio, para nunca leer la Biblia.
La adicción tecnológica de los venezolanos se acrecentó furiosamente en el siglo XXI, y la popularización de redes telemáticas como la Internet, sigue acelerando la destrucción moral de la ciudadanía venezolana, porque los borrosos contenidos audiovisuales que todos consumimos en el siglo XX, ahora son tecnológicamente producidos en alta definición durante el siglo XXI, para que los consumidores venezolanos puedan seguir intoxicando sus almas con las diversiones del Mundo.
Sabemos que para la insaciable brecha tecnológica mundial, no fue suficiente haber cambiado el viejo VHS por el nuevo reproductor DVD, porque la tecnología capitalista ya no debe esperar más de 10 años terrenales para ver un drástico cambio tecnológico, porque basta un mes o una semana de vida en la Tierra, para que la última tecnología de consumo masivo vendida en las tiendas, ahora sea una cosa obsoleta, antigua, y desfasada en el tiempo y en el espacio.
La guerra tecnológica del siglo XXI tiene un apetito feroz, y el lobo quiere comprar el mejor teléfono inteligente, la mejor computadora del mercado, el mejor televisor, la mejor videoconsola, el mejor androide, la mejor tableta, la mejor laptop, y la mejor resolución para observar su propia miseria espiritual.
Los venezolanos gastamos fortunas para comprar el mejor teléfono inteligente, pero los venezolanos nunca gastamos un centavo para ayudar a la gente pobre venezolana, porque a pesar de la crisis económica, todos los días las panaderías siguen horneando pan dulce y pan salado, y aunque aprendimos a comprar pan en las panaderías, los venezolanos no aprendimos a compartir el pan con los pobres.
El Mundo nació con el cáncer de la desigualdad social en sus calles, y el Mundo morirá por culpa del cáncer de la indiferencia social en las calles.
Recientemente, yo visualicé un video en Youtube sobre la pobreza de los niños haitianos en Haití. La verdad, el emotivo video se estaba reproduciendo muy lento y entrecortado, a veces la imagen se veía muy borrosa, a veces el audio no se podía escuchar, por lo que yo decidí cambiar la calidad de la resolución del video, para poder reproducirlo correctamente en la pantalla de mi laptop.
Mientras yo decidía qué calidad de resolución había que elegir para ver perfectamente el video, yo también me pude dar cuenta que la resolución del video simbolizaba la desigualdad social del Mundo, porque la gente tecnológicamente pobre solo verá el video en una resolución borrosa, fea y en bajísima definición, pero la gente tecnológicamente rica podrá ver el video con una resolución nítida, fluida y en altísima definición, lo cual me demostraba que la tecnología de consumo masivo sigue reflejando, la eterna desigualdad social que se vive en las calles del Mundo.
Las resoluciones sociales impuestas por el capitalismo salvaje que sigue expandiéndose en el siglo XXI, nos han hecho pensar que los dólares, los píxeles y las mentiras, pueden darnos la felicidad que todos queremos alcanzar en la vida terrenal, aunque seguimos olvidando que con cada dólar, con cada píxel y con cada mentira que compramos en la vida, realmente nos alejamos más de Jesucristo, nos olvidamos más de la Biblia y nos alejamos más del amor de Dios.
Analicemos las resoluciones sociales impuestas por los píxeles de Youtube, y comprendamos cuán exitosos o cuán fracasados somos los Seres Humanos en la vida.
144p es la resolución de Youtube para los vagabundos que deambulan en las calles, gente basura, gente sin nombre y sin apellido, lo peor de lo peor, escoria social que huele muy mal y se come las ratas del basurero.
240p es la resolución de Youtube para la gente muy pobre, casi basura, aunque el techo de cartón soporta la lluvia de la calle, esa gentuza siempre roba sardinas en los supermercados y sabe drogarse sin abrelatas.
360p es la resolución de Youtube para las gentes pobres, que no son afortunadas en la vida, pero tampoco se mueren de hambre en las calles, a veces asisten a la misa del domingo en la iglesia, pero no dan limosnas.
480p es la resolución de Youtube para las gentes humildes pero emprendedoras, siguen oliendo a pobreza pero se bañan con agua y jabón, siempre juegan a las loterías, aunque nunca ganan el premio.
720p es la resolución de Youtube para las gentes de clase media, viven en casitas decentes dentro del vecindario, y tal vez cada familia tenga un perrito de mascota, aunque no son indignos, a veces son muy chismosos.
1080p es la resolución de Youtube para las gentes de clase media, que reciben buenos salarios por sus trabajos, no son millonarios pero viven bien, no ponen sus codos en las mesas, aunque tienen algunas deudas por pagar.
1440p es la resolución de Youtube para las gentes de clase alta, tienen buenas pólizas de seguros, piensan con alegría en el futuro, viven la vida con pocas preocupaciones, pero a veces son muy hipócritas.
2160p es la resolución de Youtube para los millonarios, compran todo lo que quieren comprar con dinero, viven la vida que realmente quieren vivir con sus billetes, pero a veces se enferman y tardan mucho en curarse.
4320p es la resolución de Youtube para los multimillonarios, los que gobiernan el Mundo, reciben aplausos de sus esclavos, la gente besa sus pies, son lo mejor de lo mejor, merecen la reverencia social del pueblo y exigen pleitesía.
Mi hermano, sé sincero y respóndeme, ¿Cuál es tu resolución social en la vida?
Aunque yo siempre oro e intento estar en santa comunión con Dios, no voy a negar que sentí algo feo dentro de mi corazón, cuando me di cuenta que no tenía la suficiente tecnología para poder ver el video de los niños haitianos en la mejor resolución, y tuve que resignarme a ver el video de Youtube en una resolución muy inferior, siendo muy frustrante para mí, porque me sentí impotente, fue como un fuego que ardía en mi corazón, yo quería partir la pantalla de mi laptop.
Yo debo confesar que hice un comentario soez en contra de la justicia de Dios en la Tierra, porque me pareció injusto que mucha gente que hace el mal en la Tierra, sí puede ver el video con la mejor resolución de Youtube, lo cual me hizo sentir muy mal porque yo sentí que me había rebelado contra Dios, por lo que apagué la laptop, empecé a orar de rodillas en mi casa, y le pedí perdón a Dios.
Yo descubrí que las tecnologías de consumo y uso masivo, que tanta adicción generan en los venezolanos y en la gente extranjera, son herramientas tecnológicas que no provienen del sano ingenio de Dios, ya que por el contrario, esas tecnologías provienen de la insana astucia de Satanás, quien siempre nos engaña con sus impresionantes equipos tecnológicos, y por eso cuando sentimos que no tenemos suficiente dinero para comprar los nuevos dispositivos de moda que todos deseamos adquirir, entonces nosotros sentimos insatisfacciones, nos quejamos en la vida por tonterías, y hasta renegamos del bendito amor de Dios.
Pero yo creo que los verdaderos hijos de Dios, debemos estar alertas y mantenernos diariamente en oración, porque todo creyente puede caer preso en las garras de Satanás, y todo creyente cristiano puede terminar quejándose por cosas muy frívolas y mundanas, como por ejemplo, quejarse por no poder ver un video de Youtube en su máxima resolución, lo cual es una trampa de Satanás.
Yo pude haberle dado las gracias a Dios porque tenía salud en mis ojos para ver un video, porque tenía una laptop para trabajar en mi casa, porque tenía comida dentro de la nevera de mi hogar, y hasta porque tenía tiempo libre para escribir, pero yo no supe darle las gracias a Dios por tantos inmerecidos favores recibidos.
Yo me quejé y le reclamé a Dios, porque no podía ver un video de Youtube en la mejor resolución, lo cual me hizo sentir muy miserable, y yo creo que muchos venezolanos también se sienten muy miserables, cuando se olvidan de las ricas bendiciones que a diario recibimos gracias a Dios, y decidimos quejarnos por cosas mundanas que no tenemos, y que siempre han sido trampas de Satanás.
Mis hermanos, en pleno año 2021 del siglo XXI, la resolución más baja de Youtube es 144p, y la resolución más alta de Youtube es 4320p.
No hay duda que 144p es la peor resolución de los pobres, y no dudamos que 4320p es la mejor resolución de los ricos.
Pero mi querido hermano lector, usted debe saber que en poquísimos años de la vida en la Tierra, 4320p será la peor resolución que vomitarán los pobres más pobres, y 51840p será la mejor resolución que disfrutarán los ricos más ricos.
No es progreso tecnológico, no es avance científico, es simplemente capitalismo salvaje del Mundo, que arruina la vida espiritual de un pueblo latinoamericano, que por desgracia, fue esclavizado a comprar y a robar las nuevas tecnologías.
Pero no debemos caer presos en las garras de Satanás, quien es el verdadero creador de todas las tecnologías de consumo masivo que compran y consumen los hombres y las mujeres de la Tierra, sin saber que están cayendo en el círculo vicioso de la envidia, de la codicia y del egoísmo, siendo los peores antivalores que Satanás usa para que la gente, nunca jamás comparta el pan con los pobres.
La pobreza espiritual de la gente es muchísimo peor que la pobreza material de una persona, porque el que quiere dar pan a su hermano hambriento, pero no tiene dinero para comprar pan, podría ser perdonado por su buena voluntad, pero el que teniendo dinero para dar pan, no compra pan para alimentar a su hermano hambriento, podría no ser perdonado por su mala voluntad en contra del prójimo.
La mejor resolución de la vida, se consigue mirando los ojos de un hambriento niño de la calle, que recibió un delicioso pan dulce para saciar su hambre, cuando usted mire esos llorosos y brillantes ojos felices, entonces usted habrá visto la mejor resolución de la vida, que no tiene precio, que no envejece, que es eterna.
Es mejor ver a la Patagonia en resolución 144p y luego compartir el pan con los pobres, antes que ver a la Patagonia en resolución 4320p y luego comernos el pan de los pobres.
Vale más sonreírle a Dios en 144p y vale menos sonreírle al Mundo en 4320p.
Yo prefiero decir una verdad en 144p, antes que decir un millón de mentiras en 4320p.
Sinceramente, cuando yo cierro mis ojos, a veces quisiera no volverlos a abrir, porque yo sé que el Mundo va de mal en peor, y es escalofriante vivir en una Tierra donde sin plata no vales absolutamente nada, pero supongo que yo debo seguir escribiendo en la vida, porque los dones de Dios hay que usarlos para hacer el bien, no para seguir haciendo el mal en un Mundo lleno de maldad.
Yo sigo leyendo la Santa Biblia, y quisiera mi hermano que usted también empiece a encontrar el camino espiritual de amor, que Dios desea que hoy camines junto a mí, porque Dios nos une en su luz, en su verdad, en su perdón.
Jehová quiso dar el don de la vista a los Seres Humanos, para que nuestros ojos reconocieran la perfección de su creación divina, viendo y contemplando todas las riquezas naturales, que avivan el deseo de amar a su hijo Jesucristo, ya que por medio de él y para él fueron creadas todas las cosas, y tras su milagroso paso por la Tierra, la resolución de Jesús nos demostró que nuestros ojos deben ser compasivos, misericordiosos y altruistas, para ayudar a recuperar la luz de la fe en la mirada del pobre, del huérfano, del inmundo.
Cuando nuestros ojos se olvidan de ver la pobreza que sufre el prójimo, y cuando nuestros ojos se acostumbran a ver la iluminada pantalla del teléfono inteligente, entonces los Seres Humanos nos volvemos espiritualmente ciegos, no podemos ver la divina creación de Dios y no podemos ver el infinito amor de Jesús, por lo que aunque tecnológicamente, nuestros ojos están totalmente abiertos para ver la alta definición que ofrece el Mundo, pues espiritualmente nuestros ojos están totalmente cerrados, y no vemos la sangre que Jesús derramó en la cruz del amor.
Yo siento mucha lástima por toda la gente venezolana, que hoy sigue atada a las tecnologías de consumo masivo fabricadas por Satanás, porque yo sé que miles de compatriotas venezolanos están sufriendo, porque no tienen dinero para comprar las cosas tecnológicas que ambicionan comprar, y muchas veces, son sus seres queridos quienes terminan recibiendo la violencia verbal y el maltrato físico del Diablo, que los humilla, los enoja, los hace pelear por amor al Mundo.
No quiero despedirme, sin antes compartir dos temas musicales de mi autoría, que yo compuse para
Algún día mis queridos hermanos, mi amado Jesús regresará en majestad a la Tierra, y los hombres que hoy gobiernan el Mundo con la mayor resolución capitalista, pues mañana serán los vagabundos que deambularán en las calles, ellos serán la verdaderas gentes llenas de basura, ellos serán la gente sin nombre y sin apellido, ellos serán lo peor de lo peor, ellos serán fuego de escoria social.
No es venganza de los terrícolas, es justicia divina para extirpar el cáncer del capitalismo, una justicia sin amnistía que será la última resolución en la Tierra.
No hay que perder la fe, no hay que perder la dignidad, hay que vivir el amor.