La jalea de tabaco mejor conocida en Venezuela como "chimó", es una poderosa droga vendida legalmente en todos los estados de Venezuela, principalmente en los Llanos y en los Andes venezolanos, siendo una sustancia estupefaciente de color negra o marrón oscuro, que aunque se escupe, previamente se mezcla con la saliva de la boca del consumidor o drogadicto, y produce una serie de efectos estimulantes como el cigarrillo, las bebidas alcohólicas y la marihuana.
Como ocurre con el cigarrillo, el chimó es altamente tóxico para el cuerpo humano, debido a la elevada concentración de nicotina en su composición, lo cual convierte al chimó en una droga que perjudica el sistema digestivo, y en gran medida, contribuye a la aparición de cáncer de estómago y úlceras gástricas.
El chimó se obtiene de la hoja del tabaco, su olor tan penetrable induce al tabaquismo, genera un rápido efecto psicotrópico anestésico o eufórico, lo cual produce una gran adicción en el consumidor de chimó llanero venezolano.
Aunque en Venezuela no se ha legalizado la venta libre de marihuana, no hay duda que la venta libre de chimó llanero en miles de comercios venezolanos, demuestra que muy pronto se legalizarán más drogas para fumar en el país.
La señora María Auxiliadora Castro atiende un popular kiosco frente a la Plaza Bolívar de la ciudad de El Vigía, estado Mérida, Venezuela, y ella reconoce que muchísimos niños y adolescentes venezolanos, están comprando y consumiendo la droga legalizada en Venezuela llamada chimó, por culpa de la inacción judicial de la Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente (Lopna).
Me contaba la señora María, que la popularidad de la venta del chimó en Venezuela, se debe a una excelente estrategia de comercialización y distribución de la mencionada droga en establecimientos públicos venezolanos, como abastos, kioscos, mini markets, centros de apuestas, cibercafés y supermercados.
"El chimó te lo venden muy bonito, en estuches redonditos de plásticos, de muchos colores muy llamativos a la vista, todo bien presentado, se ve divertido para consumir, porque el chimó parece una chuchería, una golosina para los niños, y el precio es relativamente económico", dijo la señora María Castro, quien reconoció que la venta del chimó al pueblo infantil venezolano sigue creciendo a diario.
En cuanto al consumo del chimó por niños venezolanos, dijo la señora Castro: "Por la crisis venezolana, los padres compran chimó para evitar sentir la sensación de hambre y para tener más energía en sus actividades laborales, y lo comparten con sus hijos, sobre todo con niños muy pequeños, que encuentran en el empaque colorido del chimó un juguete para pasar el tiempo, y hasta coleccionan los envoltorios usados, haciendo de la droga un juego infantil"
"Si ves sus ojos rojos y brillantes, sabes que esos chamitos están consumiendo chimó, incluso cuando hablan te das cuenta por sus labios y encías que todavía tienen residuos del chimó, y el problema es que la astucia de muchos vendedores obligados a vender toda la mercancía de sus negocios, hace que el chimó se venda a niños y adolescentes venezolanos, porque los vendedores te reciben el dólar, los bolívares o te pasan la tarjeta sin pedir cédula, y ellos saben que el chimó lo consumirá el chamito, pero se quedan callados, nadie denuncia nada, y lo venden a menores de edad", continuaba explicándome la señora Castro.
En relación a la adicción que produce el chimó en los niños venezolanos, me dijo la señora Castro: "Hace tres meses vino una mujer al kiosco, ella vino con su bebé que cargaba en brazos, tenía como dos años, y cuando el bebé vio el chimó a través del vidrio del mostrador, empezó a darle golpes con sus dedos al vidrio, señalaba el empaque de chimó como si fuera la mejor golosina, y el bebé miraba con insistencia a su mamá para que se lo comprara, me sorprendió la reacción violenta del niño cuando vio el chimó, casi rompe el vidrio del mostrador"
La señora Castro reconoció que en el pasado le había vendido chimó a esa persona, y siempre sospechó que ella le daba chimó a su pequeño hijo, pero no se atrevió a decirle nada, hasta que vio la salvaje reacción del bebé que deseaba consumir chimó, por lo que perdió los estribos y botó a la mujer de su kiosco.
"Me indignó ver al niño obsesionado por saborear chimó, y sentí que yo también tenía culpa de esa triste situación. Un niño que debería querer una compota Gerber, pues casi me rompe el vidrio del mostrador porque quería chimó llanero, y yo sé que su mamá se lo iba a comprar. Eso me hizo reflexionar y decidí no vender más chimó ni a jóvenes ni a adultos", afirmó la señora María Castro.
Según la señora Castro, muchos padres venezolanos mojan los chupones de sus hijos con un poquito de chimó, y así solucionan el llanto de sus niños quienes por hambre no paran de llorar, incluso también se mezcla con cambur, aunque se está enfermando la salud de jóvenes que no tienen la culpa de la crisis venezolana.
Afirmó la señora Castro, que el chimó es tan popular para el público infantil venezolano, porque se vende en colores divertidos que asemejan a las golosinas y chucherías que los chamitos siempre consumen, eso despierta la curiosidad de los niños venezolanos, que desean comprar y consumir la supuesta golosina, y además, con frecuencia los vendedores ponen los paqueticos del chimó, en el mismo lado del mostrador donde se colocan los caramelos, los chocolates, los platanitos, y las mezclas en polvo para preparar bebidas azucaradas con sabores a frutas, para confundir y persuadir a los consumidores que comprarán el chimó.
Y es que el chimó llanero lo venden en colores tan surtidos y en presentaciones tan alegres, que muchas personas pensarían que el chimó fue comprado en una confitería venezolana, y aunque el chimó no es parte de los regalitos que esconde la piñata, seguro que los niños venezolanos que consumen chimó le darán una tremenda paliza a la pobre piñata, y luego el acoso escolar llegará a sus colegios.
Lo más preocupante es que algunos vendedores deciden vender el chimó como la "nucita picante" o como la mejor ovomaltina, aunque esos vendedores inescrupulosos saben que el chimó no se debe tragar como si fuera simple natilla de chocolate, porque el chimó llanero es muy tóxico para nuestro organismo, ya que causa náuseas, jaquecas, espasmos musculares, vómitos, mareos y diarreas.
El chimó llanero venezolano te lo venden en colores muy vivos y festivos como amarillo, verde, anaranjado, rojo y azul, para ocultar el verdadero contenido del estupefaciente, porque si el chimó fuera vendido en envoltorios negros que asemejan el color original de la pasta muy oscura del tabaco, entonces casi nadie compraría el chimó en las tiendas y kioscos, porque los venezolanos sentirían miedo y temor de comprar un producto cuyo tenebroso color asemeja a la muerte, por eso hay mucha perversión en las empresas venezolanas que distribuyen el chimó en colores muy festivos, para engañar a los consumidores que comprarán el chimó por su atractivo visual, y olvidarán el daño de la droga.
En ese sentido, el Ministerio del Poder Popular para la Salud en Venezuela, es culpable y cómplice de la adicción que viene generando el chimó en niños y adolescentes venezolanos, porque permite que el chimó sea distribuido en colores festivos altamente sugestivos, que llaman la atención de los niños venezolanos cuando sus padres los llevan a abastos, kioscos, cafetines y mini markets del país.
Algunos paqueticos del chimó venezolano, dicen que no se debe vender a menores de edad y que es nocivo para la salud, pero igual que ocurre con la venta del cigarrillo, esa información está prácticamente oculta en el pequeño empaque del chimó, y los consumidores jóvenes venezolanos solo piensan en el llamativo color del divertido paquete, y en la gran imagen del caballo sabanero y del león rugiente que aparece en la presentación del paquetico del chimó, y que les dará las fuerzas y las bravuras llaneras para colear al toro y para apalear el hambre.
Por desgracia, la señora Castro me aseguró que antes de la pandemia global por Covid-19, el chimó ya había llegado a los colegios públicos y privados venezolanos, y aunque no es vendido en las cantinas de las escuelas, el chimó es consumido por muchísimos estudiantes en pasillos, porque te llaman "marico" o "marica" si no te lo llevas a la boca, y casi siempre son los alumnos del quinto año del bachillerato, quienes venden el chimó dentro y fuera de los liceos, a través de las redes sociales que ellos manipulan con sus teléfonos inteligentes.
Según la señora Castro, también hay buhoneros y vendedores de chimó que esperan el timbre de salida del colegio, para vender el chimó a alumnos de primaria, sabiendo que por los colores llamativos los niños comprarán el "chimó de Disney", y los delincuentes ganarán bastante dinero con la adicción infantil.
Hermanos, el chimó llanero no puede ser un símbolo de la cultura llanera y andina venezolana, porque la droga corrompe la dignidad humana y venezolana.
Yo he visto a niños merideños venezolanos caminando por las calles, sosteniendo el chimó y la tarjeta de débito en la misma palma de sus manos, por lo que es cierto que los padres venezolanos están incentivando el consumo de chimó a sus hijos, porque esos padres irresponsables saben que en Venezuela no hay ley, no hay respeto, no hay cristianismo, no hay amor por el futuro de nuestra infancia.
No son chamitos huele pega, son chamitos boca chimó.
En el popular viaducto del municipio Libertador de Mérida, yo he visto grandes colas de gente en la calle esperando comprar chimó, hasta he visto a compatriotas golpearse e insultarse por el deseo de comprar primero el kilo de chimó, y aunque la venta de cocaína no ha sido legalizada por el gobierno en Venezuela, yo me sigo preguntando quién necesita inhalar a María por la nariz, si tenemos el adictivo y barato chimó llanero para saborear y domar a María por la boca.
Paradójicamente, aunque el chimó es muy popular para miles de compatriotas venezolanos, pues el chimó también sigue siendo una droga "underground" o clandestina para otros miles de venezolanos, siendo la ignorancia el motivo por el cual en Venezuela se vende y se compra libremente una droga con raíz ilícita llamada chimó, y no hay peor guarida para el delito que la desinformación.
Las fábricas venezolanas que producen el chimó en Venezuela, son cuevas de ratas y malandros, hampones que escaparon de las cárceles del país, y se esconden en sucios galpones donde se queman residuos sólidos urbanos para fabricar el chimó, porque aunque el venezolano no lo sabe, los fabricantes de chimó queman kilos de basura de las calles andinas y llaneras para preparar el chimó, y mezclan las cenizas con la oscura pasta del tabaco para disimular el fuerte hedor de la droga, pero lo más lamentable, es que todo el chimó vendido en Venezuela tiene todos los registros sanitarios en regla para vender legalmente la droga en el país, y usted nunca verá preso en la cárcel a un traficante de chimó.
Poco a poco, el chimó se posiciona como la droga favorita de la sociedad venezolana, porque el chimó no es olor a cemento de barrios marginales, el chimó es un negocio redondo, y hasta el presidente escupe chimó en Miraflores.
Hermanos venezolanos, las diatribas sociales no deben ser vistas como tabú o como áspera discrepancia para el pueblo, ya que por el contrario, debemos reconocer que la crisis económica venezolana, ha generado graves trastornos alimenticios para los venezolanos, y el alto consumo de chimó por la población venezolana, demuestra la grave enfermedad espiritual que sufre nuestro prójimo.
Mi querido compatriota, el chimó NO te quita el hambre, el chimó despierta más ganas de comer, el chimó NO te hace más fuerte, el chimó te hace más débil, el chimó NO te alivia el dolor, el chimó produce más dolor, más rabia, más tristeza.
Querido hermano venezolano, si usted de verdad quiere saciar el hambre y saciar la sed, si usted quiere comer verdadera comida y quiere beber verdadera bebida, pues yo te invito a que juntos leamos las siguientes citas bíblicas:
"Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él".
Palabras de Jesucristo en el Evangelio de Juan, Capítulo 6, Versículos 55 y 56, Santa Biblia.
"Yo soy el Pan de la vida, el que viene a Mí no tendrá hambre, y el que cree en Mí nunca tendrá sed".
Palabras de Jesucristo en el Evangelio de Juan, Capítulo 6, Versículo 35, Santa Biblia.
Señores y consumidores venezolanos, Jesucristo es el Pan de vida, si creemos en nuestro amado Cristo Jesús ya no tendremos sed, y si acudimos a Jesús orándole con sinceridad y pidiendo su ayuda, nunca más tendremos hambre en la vida.
No comamos el chimó del Mundo, mejor comamos el Pan de la vida eterna llamado Jesucristo.
Hermano cristiano venezolano, si tiene hambre, no compre chimó para saciar el hambre, mejor busque de rodillas y en oración a Jesucristo, porque solo la fe en Jesús puede llenarte el cuerpo y puede llenarte el alma de infinitas bendiciones.
Yo no estoy fantaseando mi hermano, no soy un lunático de la Luna, soy consciente del hambre terrenal del venezolano, pero también soy consciente del amor de Jesucristo, y te puedo asegurar que cuando descubras el amor de Jesucristo, sentirás que comer un simple pedazo de yuca, tiene mejor sabor que comer el mejor pasticho del restaurante, porque no comiste del Mundo, comiste de Dios.
El chimó llanero es otro adictivo veneno capitalista producido por Satanás, para perdición del Hombre venezolano que gasta bastante plata en los vicios mundanos, y que vive ahogado en el pecado de la amarga rebelión, por eso el cochino chimó se escupe, el cochino chimó se vomita, porque ensucia el alma.
Los cristianos debemos alzar la voz de protesta para salvar vidas venezolanas, sabiendo que el Diablo siempre quiere destruir al pueblo fiel que confía en Dios.
El chimó no es chuchería de piñata, el chimó no es betún para zapatos, el chimó es una droga que genera gran adicción y destruye a la sociedad venezolana.
Hermanos, los adventistas practican la Temperancia, que es uno de los ocho remedios naturales que Dios ha regalado a los venezolanos para vivir sanamente.
Practicar la temperancia significa rechazar el consumo de sustancias que perjudican nuestros cuerpos, entendiendo que el cuerpo humano es templo sagrado del Espíritu Santo de Dios, por eso hay que cuidarlo y respetarlo.
Nosotros practicamos la temperancia cuando rechazamos el cigarrillo, las bebidas alcohólicas, las sustancias psicotrópicas como el chimó o la marihuana, y también practicamos la temperancia cuando evitamos ingerir las pastillas, las tabletas y las medicinas fabricadas por laboratorios farmacéuticos, que usan ingredientes químicos para elaborar fármacos basados en la ciencia del Mundo.
Hoy es un gran día para conocer los ocho remedios naturales de Dios.
Beber abundante agua limpia, respirar aire fresco, recibir la luz del sol, descansar reposando por la noche, hacer sano ejercicio físico, alimentarse sanamente con frutas y verduras, practicar la temperancia, y confiar en el bendito poder de Dios.
El alto consumo de chimó llanero por los venezolanos, es la consecuencia del estrés, de la ansiedad y de la frustración, que siente el venezolano por la crisis.
Pero con los ocho remedios naturales de Dios, los venezolanos podemos rechazar el chimó llanero, y vivir sanamente por amor a Jesucristo, mientras guardamos y glorificamos el Santo Sábado, que es el séptimo día de la semana, y que todos los venezolanos debemos empezar a respetarlo, porque santificar el Sábado es el Cuarto Mandamiento establecido por Dios, para que su pueblo fiel lo cumpla.
Yo estoy empezando una campaña educativa llamada ¡Qué Chimbo es el Chimó!
Dicha campaña educativa la estoy iniciando en Mérida, presentando un afiche en la plaza Bolívar para que los ciudadanos conozcan el daño a la salud que produce la droga llamada chimó, y para que descubran los 8 remedios naturales de Dios.
Si algún hermano quiere unirse a mi campaña educativa ¡Qué Chimbo es el Chimó! puede enviarme un correo electrónico y nos comunicamos a la brevedad.
El afiche pueden descargarlo en el siguiente hipervínculo: