Han existido diversas maneras para definir la oposición política. Algunos autores destacan la oposición como un actor político en minoría, otros señalan su papel conflictivo e institucional. Desde el punto de vista de sus límites, algunos han enfatizado la amplitud de la oposición teniendo como referente a los grandes movimientos opositores, no solo al gobierno sino también al sistema político y económico en su conjunto. En cambio, otros estudiosos han centrado su atención solamente, en la oposición partidista al gobierno, y donde se destaca el estudio sobre la oposición en las formas de gobierno parlamentarias.
Al margen de las diferencias, existe consenso en afirmar que la oposición política hace referencia a las actitudes y comportamiento político de grupos, clases y organizaciones en contra del poder político instituido, que tiene como fin el control, el establecimiento de los límites de acción del gobierno o la sustitución del poder político establecido de manera parcial o totalmente. Una definición ampliamente difundida es la Giampaolo Zucchini:
podemos definir la oposición como la unión de personas o grupos que persiguen fines contrapuestos a aquellos individualizados y perseguidos por el grupo o por los grupos que detentan el poder económico o político o que institucionalmente se reconocen como autoridades políticas, económicas o sociales respecto de los cuales los grupos de oposición hacen resistencia sirviéndose de métodos y medios constitucionales-legalistas o ilegales y violentos (Bobbio, Matteucci y Pasquino, 1991, p. 1084).
A pesar de la importancia reconocida por los politólogos que contiene el estudio de la oposición política, lo cierto es que ha tenido un tratamiento marginal por las ciencias sociales, en general, y por la ciencia política, en particular. El abordaje de las oposiciones políticas tuvo desde sus inicios un fuerte vínculo con las formas de gobierno parlamentarias que presidió Juan Guaidó Y "Se ampliará el período del Parlamento" al 2022.
La permanencia en el tiempo de los actores que han conformado la oposición desde 1999 ha variado. Así, encontramos actores opositores coyunturales, como el grupo militar en el golpe de Estado del 11 de abril de 2002 o el movimiento estudiantil universitario de 2007; por otra parte, encontramos actores opositores permanentes, como los partidos políticos y medios de comunicación privados.
Dentro de los distintos actores opositores en la actualidad, la MUD se caracteriza por su alto nivel de liderazgo. A pesar de sus contradicciones internas, no existe otro actor opositor que pueda reemplazar, por el momento, su función líder en el escenario nacional opositor. Aunque también es cierto que, a partir de los hechos desestabilizadores vinculados al plan "La salida", figuras como María Machado y Leopoldo López han concentrado parte del liderazgo opositor fuera de la MUD.
La MUD es heterogénea en su composición, en los niveles de influencia interna, entre los diversos partidos políticos y dirigentes opositores. A la par, existen discrepancias entre los diversos actores por ejercer una hegemonía interna. Así, se encuentra por un lado, el partido Primero Justicia, que tiene en su currículo partidista ser el partido de mayor crecimiento electoral de los últimos años, poseer el candidato presidencial de las dos últimas elecciones presidenciales: Henrique Capriles Radonsky, y contar con un dirigente como Julio Borges, protagonista indiscutible de la actividad política opositora.
Por otra parte, encontramos al partido COPEI (Comité de Organización Política Electoral Independiente) y Acción Democrática, este último con un renacer electoral, y con un dirigente opositor como Henry Ramos Allup. Además, están el partido de Leopoldo López, Voluntad Popular, que ha ganado liderazgo en determinados grupos de la oposición desde su encarcelamiento; y el caso de María Corina Machado, que se caracteriza por su liderazgo personal y no pertenece a ningún partido opositor, sino a un movimiento político sin participación electoral denominado Vente Venezuela.
La oposición venezolana tiene de específico su carácter antisistémico de rechazo hacia la Revolución Bolivariana.
Según Willian Espronceda Rodríguez del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos. Universidad de La Habana, Cuba. Es heterogénea en su nivel de influencia, grado de permanencia, papel que ocupa al interior de la oposición y sujeto que la realiza (dirigentes, instituciones, organizaciones). Esta última diferenciación ayuda a comprender que más que la existencia de una oposición política, existen oposiciones políticas, cada una con su propia lógica y relativa autonomía.
Se entenderá por oposición a la Revolución bolivariana, en sentido amplio, el tipo de pensamiento y comportamiento político, económico y social, a través de gobiernos extranjeros, organizaciones, grupos, instituciones e individuos -no necesariamente conectados entre sí-, que se oponen a la reproducción y/o profundización de la Revolución bolivariana, dentro y fuera de Venezuela.
A continuación sintetizamos las acciones opositoras llevadas a cabo por "La salida". Estas demuestran la preparación meticulosa, dentro y fuera de Venezuela, para derrocar al gobierno de Nicolás Maduro:
- Establecimiento de una matriz mediática en la que se mostró al gobierno reprimiendo a los manifestantes. Con ese objetivo se divulgaron fotos falsas.
- Se presentó al gobierno como el responsable de los actos violentos al infiltrar grupos armados como colectivos.(Z)
- Se intentó convencer a la opinión pública nacional e internacional, de que existía una censura informativa por parte del gobierno nacional.
- Ataque mediático a través de las redes sociales, un elemento novedoso.
- Saboteo a sitios digitales de instituciones estatales.
- Establecimiento de una matriz mediática internacional en la que se percibía una situación de ingobernabilidad, un gobierno represivo y antidemocrático, como supuesta justificación para una intervención externa. La legitimación de las protestas opositoras a través de organismos internacionales, personalidades políticas Los dirigentes de "La salida" no contaron con un amplio espectro de actores opositores como en el pasado. De una parte, un actor opositor tan importante como FEDECÁMARAS, dialogó con el gobierno nacional, y todavía más, se establecieron acuerdos concretos y relevantes en temas económicos. Por otro lado el canal Globovisión y Venevisión no realizaron una campaña activa a favor de los opositores radicales, como era común en el pasado. La Conferencia de Paz convocada por Maduro resultó a todas luces un éxito, marcó un punto de inflexión en la derrota a los planes desestabilizadores. La MUD y los sectores fascistas al interior de ella fueron los grandes perdedores. La sola aceptación para asistir a la Conferencia de Paz de sectores de la oposición, sobre todo del Presidente de FEDECÁMARAS, y dueños de grandes medios, es una muestra de legitimación al Presidente Maduro. Si FEDECÁMARAS tuviera una percepción de ingobernabilidad en el país, difícilmente hubiese asistido a la cita con el Presidente. Lo anteriormente expresado no significa que FEDECÁMARAS no quisiera salir del gobierno y de la Revolución bolivariana, sino que no coincide con la vía desestabilizadora propuesta por los opositores de "La salida", al menos, en la coyuntura actual. El diálogo en México entre el gobierno de Venezuela y la derecha criolla significa, en primer término, el reconocimiento por cuentas de ésta del fracaso de los añosos esfuerzos por derrocar a Hugo Chávez, primero, y a Nicolás Maduro, después. Como puede verse, la propia agenda del diálogo constituye una victoria del chavismo frente a un retroceso de la derecha a sus posiciones de hace veinte años. Pero la oposición venezolana no se manda sola. Y no está en sus manos aflojar o eliminar el bloqueo. Tendría que gestionarlo con Washington. Pero la autorización del amo yanqui a sus esbirros locales para iniciar el diálogo con Maduro permite suponer que Estados Unidos podría ceder un poco en ese punto, porque el mantenimiento del bloqueo representa un costo muy alto en desprestigio internacional para Estados Unidos y para los Capriles, los Leopoldos López y los Juanes Guaidó. Hay que entender, sin embargo, que Estados Unidos y sus peones locales no han renunciado a su gran meta que es sacar del gobierno al chavismo, es decir, al pueblo. Sólo han cambiado de método. Ante las evidencias del fracaso de la violencia, ahora piensan que las urnas pueden dar mejor resultado que las guarimbas, el golpe blando, el magnicidio o el concurso de los marines. ¿Habrán hecho bien sus cuentas? Porque no se vislumbra que el pueblo venezolano esté dispuesto a entregar el poder sufragando por la derecha que tanto y por tanto tiempo lo ha lastimado sin piedad.