Quizás sea un defecto de la profesión médica, pero sin un diagnóstico certero es difícil avanzar en un tratamiento correcto, que ayude a los organismos a recuperarse. Es que la lucha entre el equilibrio del medio interno de los seres humanos y la agresión, requiere identificar la noxa que lo provoca, para poder reestablecer la normalidad del funcionamiento orgánico, esa es la función de la medicina.
Trasladado a la política, podemos hacer una parábola del procedimiento a los fines de lograr identificar el núcleo del problema al cual estamos abordando, un estado de situación preciso sobre el marco internacional que lo contiene, las relaciones regionales, un cuadro de situación nacional con fortalezas y debilidades, tanto estructurales como coyunturales, sobre las cuales debemos tomar decisiones, que resuelvan las problemáticas que se afrontan como país, como Comunidad, como Pueblo y como Patria.
Si algo está claro en la política es que no existe sin confrontación, porque en definitiva siempre es una toma de decisiones que afecta intereses, a veces estratégicos y que genera apoyos y rechazos, que constituyen el campo de batalla político, en donde juegan factores internos y externos, con objetivos concentrados y que para ello despliegan todos los instrumentos necesarios para lograr vencer.
Esos mecanismos van, en el caso del enemigo, desde la presión mediática a la imposición de políticas económicas por parte de los organismos multilaterales de crédito, los cuales son asistidos por una legión de sectores políticos que desplazados del Gobierno por la voluntad popular, se suben a cualquier barco interno o externo, con la urgencia de deteriorar y de ser posible desplazar al Gobierno Nacional, aun poniendo en riesgo la salud de sus compatriotas, como lo hicieron en su ataque sistemático a las políticas sanitarias, en medio de la guerra Pandémica.
Entonces lo primero que debemos analizar es que absolutamente nada nace de una improvisación, ni de un repollo, siempre detrás de cada decisión del enemigo existe una estrategia, aunque no esté explicitada, ni escrita, por lo cual conocer a fondo quienes mueven las piezas de éste ajedrez, es necesario para poder establecer una línea de acción que lleve a vencer al campo nacional y popular. No es pateando el tablero como se gana la guerra en el ajedrez, en la política y en la vida tampoco.
Los años de neoliberalismo cultural que llevaron al colonialismo político y económico en su nombre, con cambios estructurales del Estado, que han modificado y deconstruido aspectos centrales del Estado de justicia social, construcción que por décadas constituyó un sistema social solidario, que fue demolido por una acción sistemática, planificada y ejecutada por el gobierno global del G-7, que desde década Reagan-Tacher impuso una lógica, que al impulso de la Caída del Muro soviético, hegemonizaron el relato y el control político global, pretendiendo enterrar la memoria de los Pueblos.
Esta fue una estrategia que llevó a un proceso de colonización a través del discurso hegemónico cultural dominante neoliberal, que como mínimo tiñó la política bajo el paradigma de integrarse al mundo globalizado, bajo sus condiciones impuestas, con sus reglas establecidas de centro-periferia y asumiendo la sumisión política como método de preservar espacios cada vez más reducidos de Soberanía Nacional.
Ese relato estigmatizó a los movimientos populares de América latina, colocándolos al mismo nivel de los demás países caracterizados como el "eje del mal", por quienes pretenden someter a los pueblos del mundo bajo sus propias condiciones de integración, determinar su institucionalidad y su economía, las políticas sociales y sus sistemas de alianzas internacionales.
Esa práctica era habitual del G-7 hasta ahora, en donde el Occidente europeo-norteamericano, dominaba la escena internacional, pero eso ha sido modificado por el ascenso de Oriente, en función de los nuevos actores que en un mundo multipolar, discute la hegemonía de ese núcleo pétreo, que pretendía garantizar para sí, los recursos estratégicos en países remotos, con ocupaciones militares, destrucciones de ciudades, desplazamientos de millones de migrantes, rechazados sistemáticamente por los mismos países que provocan su huida.
Si a ese cuadro le agregamos la crisis civilizatoria que desnudó la Pandemia, con el calentamiento global, la desertización de la tierra, los agro tóxicos, la crisis moral que demuestra el tema vacunas internacionalmente, la agresión a la Madre Tierra, es un panorama sobre el cual se deben tomar decisiones, que preserven el planeta y garanticen la vida de los seres humanos, que están en peligro en las próximas generaciones sino resuelven el problema antes del 2050, según expresan los científicos de la comunidad internacional.
Entonces la respuesta a la pregunta si conocemos al enemigo es que si lo conocemos y lo sufrimos, el problema está en si ese conocimiento ha sido comunicado al conjunto del pueblo argentino o sólo es propiedad de los sectores involucrados en la lucha política, es decir la militancia que en gran parte, tampoco accede al conjunto de la información.
No es sólo un problema de comunicación como algunos esgrimen, es un tema de monopolización de la información nacional por grupos hegemónicos de poder y la debilidad de su contracara comunicacional ejercida por la militancia política y social, que en épocas pandémicas no pudo desplegar su fuerza popular organizada.
Estos factores conjugados hacen de la situación nacional una foto oscura, que no traduce ni los esfuerzos del Gobierno Nacional en medio de una guerra sanitaria, ni permite visualizar correctamente a los desertores de la misma, que atados a un diseño estratégico de demolición de movimientos populares, no dejó de operar para producir un cambio institucional en el país, sumiéndolo nuevamente en la dependencia y el colonialismo extremo, expresado en el último período neoliberal.
De ahí es dónde cunde la confusión de vastos sectores de la comunidad, que imputan al Gobierno Nacional supuestos fracasos económicos y sociales en dos años de guerra, cuando la lucha era por sobrevivir, en dónde se desplegaron instrumentos sanitarios y económicos que permitieron enfrentarla en las mejores condiciones posible, siempre en el marco de una situación límite, como son las guerras.
Al no formar parte de la conciencia colectiva del pueblo esa situación, con un enemigo exigiendo políticas como si transitásemos una primavera institucional, habiendo dejado un país destruido y a un pueblo dañado, sacaron los espejos retrovisores evitando que se observaran sus profundas claudicaciones nacionales cuando gobernaron, invadieron el espacio comunicacional simbólico de la conciencia colectiva del pueblo, con un discurso que hace al Gobierno responsable del dolor social producido por la guerra pandémica.
Entonces compatriotas, como ayer hoy y siempre, hay un enemigo a combatir que es el colonialismo, con más fuerzas que cuando nos dijeron se pusieron de pie los patriotas Padres Fundadores San Martín, Bolívar y Artigas, que con mucho menos y un Pueblo que arriesgó todo por la Patria, fueron construyendo en nuestra región el sueño de Patria Grande, en una lucha que se prolonga hasta hoy, pese a que nos quieren hacer creer que estamos en democracia formal, cuando el Gobierno Nacional no puede tomar decisiones mínimas ajustadas a derecho, porque los poderes están cooptados por el poder concentrado.
La democracia está en discusión en todo el mundo, porque ha sido avasallada por los Fondos de Inversión supranacionales Buitres que arrasan Soberanía de los pueblos, los medios hegemónicos comprados por esos fondos, las empresas multinacionales, las patentes medicinales y de vacunas como observamos en estos días, en dónde la vida de los seres humanos, es sólo una figurita de intercambio para el "mundo civilizado".
Luchar es comunicar dónde está el enemigo con claridad, convocar a esa lucha implica reconstruir una épica que restituya los sueños postergados y las esperanzas vivas de un Pueblo, que guarda en su memoria colectiva y en su identidad intacta, la necesidad de construir un futuro venturoso para sus hijos, aportando su esfuerzo en esta hora crucial.
La movilización social solidaria activa, la calle cuando se pueda, la alegría de compartir las ilusiones y las luchas es la etapa a construir, vencida la Pandemia y habiendo derrotado en esa lucha a los agoreros del mal, a los enemigos de la Patria, que deben ser vencidos en el campo de batalla electoral, en paz, sin odios, porque nosotros luchamos con la alegría que inunda la esperanza, lejos de los odios que generan violencia, que siempre han ejercido los sectores de la reacción en nuestra historia.