En el núcleo de la conciencia de clase obrera o trabajadora está el trabajo manual, el respeto y el orgullo por el trabajo manual. Las mejores y más grandes obras de la humanidad fueron hechas y embellecidas por el conocimiento y el trabajo manual, vienen de la destreza manual; de ese respeto por lo que se sabe y se es nace la conciencia de clase obrera. Esta se pierde cuando el sentido de superación corre por la superficie de la apariencia social, aspirando a ascender un escalón social más alto dentro de una sociedad hecha de frivolidades; aspirar un estatus social y no perfección en el oficio manual que nos define como seres históricos. Pero esta sociedad impide en su mecánica que no sea posible ni una cosa y ni la otra, ni el fácil ascenso ni la consciencia de clase. Por esa vergüenza hacia el trabajo manual se pierde el carácter revolucionario del obrero como clase social, en sus aspiraciones personales de ascender dentro de un mundo dividido en clases.
El otro asunto que impide la adquisición de una conciencia de clase obrera trabajadora es confundir los intereses personales como obrero o trabajador del campo con los intereses de la empresa o del patrón. El trabajo manual nunca será una limitación para el crecimiento intelectual de nadie, al contrario. El conocimiento acumulado por el trabajo manual crea método, carácter, los cuales amplían la visión del mundo, para vivir en él y entenderlo mejor. El trabajo manual es una referencia importante para la vida. Por eso cuando se aspira a copiar la vida del patrón, del propietario que está lejos de entender cómo funcionan los oficios manuales, cuando el obrero se "identifica" con la empresa o con el Estado donde trabaja y gasta si vida sin recibir nada a cambio, como clase, como ser humano, interrumpe la posibilidad adquirir una conciencia de responsabilidad social y solidaria, mediante el respeto por su oficio y por sus compañeros de clase, dice W. Reich, "Mientras la irresponsabilidad reaccionaria prive en el trabajador sobre el espíritu de la responsabilidad social, será difícil conducir a las masas a una actitud revolucionaria", esa irresponsabilidad es dentro de su clase, de sentir vergüenza por el trabajo manual y por sus hermanos de clase, perder el orgullo de ser una clase trabajadora.
Lo común dentro de nuestra sociedad más pobre es hablar de "superarse en la vida" mediante el estudio alcanzar éxito social, una idea que comparte con la difusa clase media. En el fondo no se trata de adquirir destrezas y conocimientos, se trata de usar las universidades como catapultas sociales, como casamenteras, aparearse con gente más "exitosa". Superarse en la vida es para el común, ganar mucho dinero así se sea un burro, y para esto también las universidades son muy útiles, repartiendo acreditaciones y acoplando matrimonios. El dinero lo compra todo, hasta el derecho a ostentar de la ignorancia.
Aquí en Venezuela es común inscribir desde muy niños a los hijos varones en una escuela de Beisbol, pensando en una salida lateral para superar la pobreza, un escape personal de las condiciones precarias de su clase, a través de la lotería del béisbol, de sacrificar el espíritu de los hijos desde muy niños, castrarles en muchos casos la posibilidad de aprender un oficio o tener una verdadera profesión o vida en libertad, para que sean buenos en el juego de pelota, y tener el chance de ser pillados por algún Scout, un buscador de talentos. Hoy es una inversión forzosa: un guante, un bate, un peto, una careta, unos tacos, es igual que comprar desde el principio una buena lavadora o una batería de cocina Rena Were. Es difícil adquirir conciencia de clase si se piensa que se es menos, inferior, o inútil, si no se tiene dinero o la disposición para tenerlo, a costo de lo que sea.
El ascenso social y el dinero, o al revés (en estos tiempos son equivalentes) es la mentalidad que motiva a los llamados "emprendimientos". Estos emprendedores lo primero que aprenden es a vender, y lo segundo a ganar plata, ninguno se preocupa por resolver problemas que le facilite la vida a los demás, ninguno piensa en el colectivo social, solo en ascender a costa de él. Emprendimiento es sinónimo de negocio y posibilidad de ascenso social. Esta solución personal le va mejor a la clase media que al obrero.
Conciencia de clase es saberse poseedor de un conocimiento, de una vida, un lenguaje, es sentido de pertenencia; de tener relaciones sociales y familiares propias y no sentirse por ello avergonzado. Saber que superarse en la vida tiene otra connotación para el que trabaja con sus manos y es capaz de crear algo; es ser el mejor en lo que se hace con destreza, ya se tiene, y desde allí ampliar el propio mundo.
El espíritu del oportunista aprovechador, del pícaro, de aquel que vive a diario a costa de los demás, que vive de la trampa, de la astucia, es lo que Marx llama lumpen proletariado, lumpen marginal. Hoy día la sociedad, y en particular la nuestra, ha caído hasta esos niveles. El desorden, la anarquía y la falta de metas nacionales o sociales, han hecho que todos actúen como lumpen marginales; la lumpen burguesía y un Estado lumpen, crían esta sociedad de "vivos". Sin superar esta condición psicológica de masas nunca habrá conciencia de clase trabajadora, una clase revolucionaria digna de tomar el poder y cambiar la sociedad. No hay nada más insano que vivir avergonzado de lo que se es o de lo que no se es, entregado a los instintos más básicos para vivir o para escalar socialmente.
Esa vergüenza está a la base de la irresponsabilidad social, y de otro aspecto fundamental también extendido en nuestra sociedad: la identificación absoluta y ciega con los intereses de un empleador privado explotador, o del Estado – que es el caso del trabajador público –, en esos dos estados mentales, o psicológicos, se cultiva el fascismo, en esa dos caras de la moneda mental del aspirante: la indiferencia y la vergüenza por lo que se es. De aspirantes se alimenta el fascismo; unidad sin consciencia, unidad de borregos, de ciegos tirados de las narices.
Frente a la unidad del rebaño y en frente al fascismo que se avecina, ¡conciencia de clase obrera y trabajadora!, ¡orgullo obrero y campesino!, ¡dignidad trabajadora y creadora, de clase revolucionaria!