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Hace cuarenta años escribí "MALDITO DESCUBRIMIENTO". Lleva tres ediciones, y una vez, en 1942, lo llegaron a quemaron. Para la época en que salió la primera edición escribí en su presentación que nada había que celebrar los "12 de octubre", porque la colonización y conquista formaba parte de un gran plan de exterminio de la Europa imperial. La razzia comenzó el mismo 1492 y en pocos años se exterminaron a unos cien millones de indígenas.
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Acuñaron aquello de "DESCUBRIMIENTO", que lo habrían de llamar de otros cientos de manera: "trajeron la evangelización", "la civilización", el "progreso". Cientos de famosos escritores, amancebados por la corona española, se dieron a la tarea de edulcorar una leyenda, la Dorada, cuyo mayor predicador entre nosotros fue don Arturo Uslar Pietri.
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En verdad que aquel holocausto llamado "DESCUBRIMIENTO" lo que había traído eran masacres, exterminios pavorosos, guerras tribales alimentados por los invasores, enfermedades espantosas. Sostuve, en que el papel que mantuvo contra nosotros España con sus sátrapas partir de 1492, lo está ahora asumiendo el imperialismo norteamericano. Que todavía España persiste en su plan de someternos indirectamente con el apoyo gringo, de mantenernos esclavizados ahora en nombre de un idioma, y de una cultura vil, asquerosamente frívola, sustentada sobre la superstición, la envidia y los toros, todos en fin, asquerosos becerros de oro.
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Recalcaba yo entonces, que en 1983, cuando el rey imbécil Juan Carlos de Borbón, asistió en Caracas, a los actos del Bicentenario del nacimiento de Simón Bolívar, en sus palabras, se negó a reconocerlo como el Libertador y en todo momento lo llamó sencillamente "General". Vino a burlarse de nosotros en nuestra propia cara, y se lo permitimos.
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Derrotados en 1939 los republicanos en España, Occidente la incorporaría en sus fuerzas invasoras y criminales en el plan de imponer un pensamiento único en la tierra. De este modo reafirmaban que el "DESCUBRIMIENTO" había sido una bendición para nosotros. El apoyo que dieron EE UU, Francia e Inglaterra a las fuerzas de Franco las ido pagando el fascismo español con la integración a la OTAN y enviando fuerzas terroristas a Irak, Afganistán y Libia.
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El lapso independentista en América Latina duró muy poco. En gran parte fue traicionado por Páez (en Venezuela), Santander (en la Nueva Granada) y Juan José Flores (en Ecuador). Ellos buscaron que España retomara sus colonias: trajeron españoles para que rescribieran nuestra historia e impusieran nuestros textos de estudio en los cuales resaltaría que el DESCUBRIMIENTO era lo más grande que habíamos tenido. Fue desde aquel momento cuando en todas las escuelas lo primero que nos enseñaban era dibujar las tres fulanas carabelas.
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De modo que seguimos con la servidumbre a cuestas, llevados por muletas que tomamos de la basura de lo que iban dejando los países "adelantados" porque nosotros habíamos sido DESCUBIERTOS. Se nos dejó mucho tiempo en el regazo amamantados con los deshechos de la esperpéntica España.
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Entonces, en nuestra desolación, buscamos explicaciones que nos sacaran de un túnel eterno, y al recorrer detenidamente la fuente de nuestros orígenes, vemos en cada uno de aquellos conquistadores los artífices, los creadores de una obra que nos mutilaba, una maldición que nos inutilizaba, el destino insoportable que Bolívar vio con toda claridad poco antes de morir: "En América la vida es un tormento".
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En tal sentido, y con el horror que implicaba tal caos, a nuestros ductores intelectuales amancebados por la corona española les dio por decir que mejor habría sido que los colonos hubiesen arrasado con todo, e implantado el sistema que hoy tiene EE.UU.: no dejar ese enjambre de ridículas figuras que quieren imitar el vil materialismo a cambio de vivir una permanente esclavitud.
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La "existencia" debe llevar implícita alguna forma de comunicación y de entendimiento con el entorno, con los seres que nos rodean; algún orden que haga la vida comprensiva y soportable, y fue cuando Occidente nos impuso una democracia que funcionase a favor de sus intereses, que nos definiese como seres eternamente DESCUBIERTOS. Por eso un José María Aznar le pregunta al presidente de México Andrés López Obrador, "-¿y tú cómo te llamas?".
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La historia nuestra ha sido escrita en gran parte por venezolanos que han puesto por delante sus especiosos prejuicios de hombres "civilizados". No comprendieron a Bolívar ni la gesta independentista, y les ha parecido horrible que neguemos con desprecio y con repugnancia a esa bestia española que nos engendró, cuando el mismo Libertador exclamó: "Tres siglos gimió la América bajo esta tiranía, la más dura que ha afligido la especie humana... El español feroz, vomitando sobre las costas de Colombia, para convertir la porción más bella de la naturaleza en un vasto y odioso imperio de crueldad y rapiña... Señaló su entrada en el Nuevo Mundo con la muerte y la desolación: hizo desaparecer de la tierra su casta primitiva, y cuando su saña rabiosa no halló más seres que destruir, se volvió contra los propios hijos que tenía en el suelo que había usurpado".
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El escritor Brook Larmer dice que nosotros los latinoamericanos debemos vivir todos los días con las contradicciones de la conquista, pues los colonizadores españoles no sólo dominaron y explotaron las poblaciones nativas, sino que también alteraron el contenido mismo de su sangre, mediante el matrimonio y el cruce de razas. Y añade que tal mezcla en lugar de consolidar la conquista, confundió para siempre la relación. Entonces, mientras los textos escolares de nuestros países enaltecen a las culturas indígenas y cada vez que hay oportunidad de resaltar nuestras tradiciones autóctonas (con hombres con plumas y guayucos idealizando nuestros confusos antepasados), al mismo tiempo nuestra televisión ilumina las casas con líderes que llevan nombres extranjeros. Y añade Larmer que la cirugía plástica más popular en Ciudad de México es la de la nariz.
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El pueblo español no fue beneficiario de las inmensas riquezas extraídas de estas tierras; un puñado de aventureros empujados a una expedición fantástica sin orden y sin otro plan que buscar oro, y tomarlo fuere como fuere, con los medios que exigieren las circunstancias, no traían en mente rescatar y conservar nuestros valores. Es de resaltar que las comunidades de exiliados intelectuales españoles que huían de la Guerra Civil (entre 1939 y 1940) han constituido un conducto más importante de intercambio cultural que todos los 300 años de colonización. Más bien ha sido en este siglo, cuando la presencia de España (ahogada en sus propias contradicciones, obligados sus mejores hijos a emigrar a estas tierras) entre nosotros ha participado de alguna elaboración espiritual más refinada y profunda.
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Esa participación tardía ha estado completamente desligada de las razones del pasado. Era gente ignorante de cuanto aquí había ocurrido. No podían imaginar que en un tiempo más o menos reciente, unos hombres de su misma tierra llevaron a cabo una odisea de terror y destrucción sin parangón en los anales de la historia de occidente. Don Miguel de Unamuno, en cierta ocasión escuchó a un español que culpando a los cubanos de ingratos por haberse separado políticamente de España, le decía: "Qué le parece don Miguel, después que descubrimos, conquistamos y poblamos aquello...", siendo inmediatamente interrumpido por don Miguel, quien le refutó: "¿Nosotros? ¡Será usted, que yo, por lo menos, no! No recuerdo haberlo descubierto, conquistado ni poblado". Entonces el hombre replicó a don Miguel: "Nosotros, precisamente, no; pero nuestros padres", a lo que don Miguel retrucó: "Los de ellos, más bien".
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El "descubrimiento" de Colón ha sido interpretado por los gobernantes de la Tierra, como el despertar de un "nuevo mundo" por obra y gracia del juicio de los europeos: la realidad surge de lo que conciben ellos. De aquí se pasó al derecho del hallazgo, y con ello, como observa Urs Bitterli, al de la pretensión de hacer de esto, soberanía de españoles, ingleses, holandeses, franceses o portugueses. No se ve de todo esto, sino que la celebración del 12 de octubre consiste en la estupidez de hacer loas a los europeos por mantenernos aún sojuzgados, sometidos, explotados.
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Se pregunta Urs Bitterli, si podrá decirse que Colón descubrió las islas de las Indias Occidentales, cuando lo cierto es que tales islas ya a finales del pleistoceno fueron frecuentadas por aborígenes indios. E incluso si se prescinde de esa primitiva corriente migratoria de los indios, ¿es correcto hablar de Colón como el descubridor de América, cuando lo cierto es que los vikingos hacía mucho tiempo se le habían adelantado? Y por último: ¿con qué razón alabamos a Colón por un mérito del que ni él mismo era consciente, puesto que, a fin de cuentas, creía haber llegado a Asia?
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Agrega Urs Bitterli: "Junto a la exacta clarificación de las circunstancias históricas, hay también que definir con precisión el concepto de "descubrimiento", si se ha de hacer de él uso adecuado. En primer lugar es necesario constatar que todo descubrimiento geográfico, es decir, toda percepción de una determinada región de la superficie de la tierra, se produce forzosamente a partir de un determinado ámbito cultural y que sólo en relación con el horizonte de conocimiento de dicho ámbito cultural puede dársele el nombre de descubrimiento. Es correcto decir que Vasco da Gama descubrió la costa oriental de África y Cook la Nueva Caledonia, pero sin perder de vista que ambos realizaron sus respectivas hazañas para Europa y dentro del marco de las posibilidades culturales de dicho continente. Pues el África Oriental era ya conocida de los árabes, los hindúes y los chinos, siglos antes que Vasco da Gama, y más de una de las islas del Pacífico que Cook explorara había sido ya visitada por los polinesios en sus extensas correrías marítimas, el siglo primero después de Cristo".