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Todo es tan voluble en las esperanzas de la oposición que, para ella, nada jamás, es seguro: ¿quién podía imaginar, por ejemplo, que este 21 de noviembre, el chavismo iba a recuperar tan fácilmente la Gobernación del Estado Mérida y la Alcaldía de su municipio Libertador? Tanto guarimbear y asesinar guardias nacionales con certeros disparos de francotiradores; tantos policías que dejaron asesinados o parapléjicos con sus ataques (79); tanto quemar estaciones del trolebús y camiones cargados de comida o medicamentos; tanto trancar durante meses la ciudad para que pereciésemos por hambre, y sabotear las centrales eléctricas del Estado sobre todo la Central Luis Zambrano. Tanto recibir paracos colombianos para apoyar las acciones terroristas de la Gaby Arellano y el malandro Vilca Fernández en combinación con el equipo rectoral de la Universidad de Los Andes (siempre recibiendo apoyo financiero del Departamento de Estado), y venir, pues,… ¡POOOOM!, ¡TRIUNFA JHEYSON GUZMÁN! Algo que se ha dado también de manera patética en el Táchira donde ha triunfado Freddy Bernal. De momento, la fulana MEDIA LUNA apenas tiene un cachito en el Zulia, que si se pasa de la raya, se la apagan con la Constitución BOLIVARIANA en la mano y con el mazo implacable…
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Es cierto que hemos perdido el Zulia, estado en el que ha ganado el mayor Filósofo de nuestra historia republicana. SE LO MERECEN. Así ha sido una gran porción de zulianos que en su vaivén merotrópico, de un ladrón a otro, siempre han estado buscando un palo en el cual ahorcarse. LO HAN ENCONTRADO.
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A cierto zuliano le gusta el tipo vivaracho, aunque sea ladrón, le encanta al tipo audaz aunque sea bien farsante, y sus aspiraciones las han encontrado en el analfabeta y bien canalla, aunque Filósofo, don Manuel Rosales. SE LO MERECEN, pues.
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Para este sector de zulianos, digo, ésta ha sido la mayor victoria jamás vista en 22 años de lucha del fascismo contra Venezuela. Ya con este triunfo, ven coronados todos sus sueños de "redención social". El Filósofo los va a sacar de abajo. El Filósofo les va a dar sabiduría, nobleza, ética y moral para ser hombres de bien, honrados y responsables. El Filósofo les va a dar los medios para que viajen cada mes a Miami. El Filósofo le traerá la supuesta época de las vacas gordas cuando el Zulia se llenaba de bisutería gringa, de CHIRINGUITOS COLOMBIANOS en cada esquina con su polvito blanco y su manojito yerbatero, lo cual representaba para este sector la gloria suprema de la libertad y de la democracia.
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Ganaron en Nueva Esparta con el gerontólogo adeco Morel Rodríguez, quien todo el mundo suponía muerto, aunque lo ha estado y casi nadie se había enterado. Luego de haber gobernado la isla durante 13 años, vuelve por sus fueros, gracias a los que buscan la vida de las exquisiteces y disipaciones, cuando Margarita era un desembarcadero de quesos holandeses y montañas de whisky de contrabando. La gozona esperanza de la vuelta al bonche eterno sin moral ni conciencia. A sus 81 años piensa Morel Rodríguez traerle la esperanza gozona a ese territorio que llegó a ser un centro, insisto, de lo más disipativo y caótico durante la IV república.
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El otro triunfador de la oposición es el gerontólogo adeco don José Alberto Galíndez Cordero, cuya nacionalidad es meramente gachupina, quien se ha hecho con la gobernación de Cojedes. Don José Alberto Galíndez Cordero y demás yerbas, como todo alto funcionario adeco, tuvo que huir con la cabuya en la pata, en el 2000 por severas irregularidades administrativas cometidas las cuales fueron comprobadas y le causaron su posterior destitución por parte de la Contraloría General y de la Comisión Legislativa Nacional, dependiente de la AN. Pero entonces, cierto sector enfurecido de la derecha cojedense o cojedeña, al ver otra vez a su jeque supremo llegar al poder, le ha dado por salir histérica y salvajemente, cual furibundos guarimberos, a destruir y quemar insignias y valores del chavismo en la región.
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Le achacan la derrota a la oposición a su división. Bueno, es casi imposible que, en cualquier país de este planeta, un partido siempre gane por encima de la suma de todos los demás grupos políticos. Eso ocurrió sólo aquí por mucho tiempo con Chávez en el poder. Y es cierto, también, que Guaidó ha sido un factor divisionista tremendo por convertirse en la punta de lanza de gobierno norteamericano por tratar de echar abajo al chavismo, rompiéndose así el esquema aglutinador que por mucho tiempo nos estuvo aplicando el Norte a fuerza de billete verde. De modo que el gran derrotado en todo esto ha sido la política injerencista de Estados Unidos y de la Unión Europea.
Una manera de aventar las decepciones consiste en pensar y repasar de manera hipotética los "y si esto hubiera pasado, tal otra cosa habría sucedido". Es una zona de confort en la que solo corresponde a escenarios que no sucedieron y nunca lo harán por el sencillo hecho de que el tiempo transcurrido es único, "lo que pasó, pasó" y el presente es el prefacio del futuro.
En el terreno de la política y lo electoral, estas cavilaciones suelen pasar por necias porque suponen escenarios que están muy lejos de la realidad y solo justifican la pesadumbre de no haber satisfecho las expectativas de uno que otro individuo.
Sin embargo, es notorio que este tipo de expresión circula mucho en redes sociales, no solo entre cuentas de opositores de base sino ya también entre analistas que se supone están en un alto ránking de entendimiento de la situación política de Venezuela, aun para un antichavista pro-electoralista como Francisco Rodríguez.
Los supuestos de ciertos voceros de la intelectualidad opositora son atropellados directamente por la realidad. Es de lógica racional, que nada más podría servir para enviar algún tipo de "mensaje" o "lección" a aquellos dirigentes antichavistas que decidieron concurrir a las megaelecciones del 21N de manera separada.
¿Realmente para Francisco Rodríguez y para todas aquellas personas que confían en un "presagio mental" de ese tipo, si hubiera habido "unidad" en las oposiciones, el resultado de los comicios habría sido muy distinto? ¿"La oposición" (una entidad que se multiplicó en los últimos años) hubiera ganado la gran mayoría de las gobernaciones, alcaldías y consejalías de distinto tipo?
Parece que la estimación aquí sobrepasa la misma lógica política. ¿Cómo podría un escenario hipotético de este tipo alentar a los dirigentes y partidos de variados recursos, ideologías, intereses, etc., de las oposiciones a "unirse" si en la realidad están muy lejos siquiera de conversar entre sí? ¿Es lícito para el análisis obviar el hecho de que el origen de los desacuerdos entre las oposiciones se debe a una larga historia de corrupción, deslealtad, agendas ocultas y demás intrahistorias entre sus diferentes sectores y rangos?
¿Acaso se olvida con alevosía o no las razones por las que el año pasado se concretó la llamada "rebelión de los suplentes" en la anterior gestión de la Asamblea Nacional, debido a los desastres regados por el "proyecto Guaidó" en el seno de la institución legislativa y la política interna antichavista?
Son preguntas que tal vez no contesten los susodichos intelectuales. Pero la cuestión va más allá. Ni siquiera numéricamente las oposiciones unidas habrían obtenido una victoria contundente sobre el chavismo, si sumamos los votos en ciertos estados para las gobernaciones que dieron la victoria a candidatos y candidatas del Gran Polo Patriótico (GPP). Veamos algunos ejemplos, con los datos emitidos por el Consejo Nacional Electoral (CNE) actualizados hasta el cierre de esta nota.
En Caracas, los votos de todos los candidatos de las oposiciones (Ecarri, Guanipa, Rojas, Melo, Uzcátegui) sumaronn 246 mil 73. La candidata ganadora Carmen Melendez sacó 360 mil 639 votos. Es decir, hubo 114 mil 566 votos de diferencia. Ni "unidos" ganaban las oposiciones en la capital.
De igual manera en el estado Delta Amacuro: Felipe Gómez (con 13 mil 234) y Bernalda Suárez (con 4 mil 906) no llegaban con sus votos en conjunto alcanzar a Lizeta Hernández, quien obtuvo 35 mil 746 bajo el GPP.
Ni hablar en el estado Aragua: Karina Carpio, del chavismo, obtuvo 257 mil 489 votos frente a Luis Martínez (100 mil 398), Henry Rosales (82 mil 949), Guillermo Luces (30 mil 187) y Luis Solórzano (12 mil 545), que en total habrían logrado 226 mil 079 votos. Ni siquiera añadiendo los votos del PCV y los otros cinco partidos opositores minoritarios habrían igualado la cifra del GPP.
También habría pasado lo mismo en Carabobo: los votos combinados de Vicencio Scarano (148 mil 679), Javier Bertucci (76 mil 4), Roberto Vernet (28 mil 727) y Luis Carlez (3 mil 373), estos dos últimos cuyos votos habrían sido transferidos por cambio de alianza a Bertucci, no llegan a igualar los de Rafael Lacava (333 mil 919).
Por último, en el estado La Guaira la historia habría sido la misma: Alejandro Terán con 76 mil 324 votos sobrepasaría los sumados por José Olivares (63 mil 703), Luis Olivo (6 mil 330), Muhammad Acosta (3 mil 332), Arquímedes Romero (1 mil 434) y Alejandro Campos (889).
Dichos cálculos, tan sencillos como agarrar una calculadora, solo dan consistencia al "argumento" de que la hipotética unidad entre las oposiciones darían una victoria contundente al antichavismo forma parte de la gruesa enciclopedia del pensamiento mágico de la derecha latinoamericana. Como si la historia fuera una línea recta, perfectamente calculable y determinada por las "ideas" de sus intelectuales y aforeros del universo web.
Además, este tipo de "tesis" intenta desmeritar la campaña electoral del chavismo que brindó buenos frutos a sus intereses políticos, así como trata de invisibilizar al chavismo como sujeto dinámico de la política venezolana, un hecho comprobado durante estas dos décadas de Gobierno Bolivariano.
En conclusión, a pesar de los deseos que no empreñan, la verdad irrefutable es que las oposiciones no fueron unidas a los comicios del 21N, y que dicho desenlace no fue favorable para quienes quieren ver al gobierno de Nicolás Maduro caer, aunque sea lentamente. Pésele a quien le pese.
Debilitada y fragmentada en el regreso de sus principales partidos políticos a las urnas, la oposición venezolana solo pudo ganar en tres de las 23 gobernaciones. Probablemente el mayor consuelo llegó con el estado Zulia, el más poblado del país. La región petrolera, fronteriza con Colombia, ha mostrado un histórico rechazo al chavismo y ahora regresa a manos de los rivales de Nicolás Maduro. Allí triunfó Manuel Rosales, líder de Un Nuevo Tiempo, un veterano cacique político de 68 años que ya había sido en varias ocasiones gobernador del Zulia y alcalde de Maracaibo.
Rosales es recordado a nivel nacional por haber sido el rival de Hugo Chávez en las elecciones presidenciales del 2006. Aunque perdió con distancia, fue un primer intento de unidad opositora en esa larga lucha contra el chavismo, que ya cumple más de 20 años. Perseguido por la justicia venezolana que lo señalaba de enriquecimiento ilícito, Rosales salió del país en el 2009, recibió asilo en Perú, y cuando regresó a Venezuela en el 2015 pasó más de un año detenido.
El chavismo consolidó el domingo su poder en Venezuela al ganar en 20 de los 23 Estados del país, además de Caracas, en las elecciones regionales, unos comicios en los que votó el 41,8% del censo —8,1 millones de votantes de los 21 millones llamados a las urnas— y que, por primera vez en 15 años, contaron con una Misión de Observación Electoral de la UE. La oposición pagó muy cara su falta de unidad, además de un lustro llamando a la abstención, lo que ha sembrado la semilla de la desconfianza en buena parte de la ciudadanía. El líder opositor Henrique Capriles no ha valorado aún los resultados de los comicios, los primeros en los que participa la oposición al chavismo desde 2018. El presidente del país, Nicolás Maduro, pidió respeto a los resultados y celebró la victoria de su partido: "Mi llamado a todos, ganadores y no ganadores, es a respetar los resultados, es al diálogo político, es a la reunificación nacional", dijo Maduro desde el palacio presidencial de Miraflores.