Boves (VI) parte: Batallas de San Mateo

La defensa de San Mateo estaría dispuesta de la siguiente manera: la derecha de la línea, ubicada en el pueblo, semejaba una "L" invertida, con una línea de corredor de sur a norte hasta el vértice de la "L", llamada línea de Canta Rana, cubriendo las bocacalles con volantes y carroneras y los techos aledaños. Dirigía la artillería de este sector, Lino Clemente, asistido de Manuel Villapol y Los Barquisimetanos. Desde el vértice hacia el oeste, otro corredor, la línea del Calvario, comandada por Vicente Campo Elías con el Barlovento, los Maturinenses y las baterías del casi imberbe Francisco Navarrete, cubriendo las bocacalles y hacia el cementerio, a su extremo derecho. Los intrusos recibirían fuego cruzado de este a oeste y de norte a sur. Los dos extremos de la "L" con los cañones de a ocho, la punta este hacia el pantano, la norte hacia la calle del camino de Cagua. Clemente y Navarrete tenían obuses para los que viniesen por los techos, como también una gama de artillería ligera para los muy cercanos, como lanzapedreros, lanzafuegos. Los casi dos kilómetros de distancia entre El Calvario hasta la Casa Alta, estaban almenados en las partes más estratégicas, cubierto por brigadas y reservas móviles de infantería. En la Casa Alta estaba le centro del ejército y en la parte izquierda de la línea, el Valencia con Manuel Gogorza, atrincherado algo más allá del Molino. Esta parte del ingenio, a excepción de su zona de seguridad, no estaba talada para efectos de forraje.

A la mañana siguiente, 28 DE FEBRERO DE 1814, bajaron de los cerros, el enjambre obediente, seguro de la victoria de ese día, por la quebrada El Lobato, por el camino de la Laguna de Suata otro tanto, y el grueso por el camino de Cagua. Los del centro desaguaron el Aragua y empezaron a ascender, también los de Suata que vienen además con caballería, pero los del centro, guiados por los zapadores pasan trabajos cortando muñones afilados de caña y las trampas, entorpeciendo el ascenso. Los de Cagua dividen el ataque, caballería al Calvario, infantería a Canta Rana.

"¡¡¡Fuego!!!", ordenan reiteradamente, revientan calles y pantano, paralizan las marchas. Se esconden los invasores, trepan casas, se vienen por los techos. Estallan los obuses soltando sus mortales envíos. Las descargas medio paran el empuje, para volver con más rabia, confiados del tiempo entre cargas. "¡¡¡Fuego!!!" se escucha desde El Calvario, estalla al batalla en todos los frentes, los del Lobato están a medio camino, las piezas de a ocho comienzan su trabajo diezmador sobre estas impacientes columnas. Boves no para de arengar, retrocede para volver con más hombres. No dan tregua al Calvario ni a Canta Rana. Sorprenden salidas inesperadas de la caballería por el camino de Cagua rematando las retiradas.

Hacia la tarde, las fuerzas republicanas están desplegadas en toda la línea. Gogorza es el primero en derrotar a los de su frente, dándoles persecución sin tregua hasta más allá del río. A una orden de Boves, los del centro desvían su ataque para cortar, unos a los del pueblo, los otros a Canta Rana, enfrentando a pecho limpio los cañonazos. Por el camino de Cagua el mismo Boves, viene a pié sobre cadáveres de caballos y de sus fieles seguidores, aúpa a los astarios y fusileros. El ataque es general. Los atacantes se atrincheran cada vez más cerca: a un ataque de marabunta lo han comparado algunos escritores. Los defensores se preparan para un cuerpo a cuerpo. Desde arriba se alistan Los Maturinenses. Mirabal va por la derecha de Boves. Sale la caballería de orientales. Con ella sembró su estrella Francisco Carvajal, "El Tigre Encaramado", el legendario lancero que hacía estragos en las columnas que acometía con su par de lanzas enristradas, mientras sostenía las bridas con los dientes. Van a Canta Rana que sostiene severo fuego contra dos frentes y un cuerpo a cuerpo contra las primeras columnas de Mirabal. Llega el salvador Sedeño con sus hombres. Cortan el asalto. Los de Boves piensan a su vez cortarlos, pero lo frenan Jugo y Salcedo con sus veteranos.

Es entonces cuando aparece nuevamente el terrible hado segador, señalando al impasible Villapol con un tiro desgraciado a su cabeza, cortándole la vida instantáneamente, lo que levantó más rabia en sus hombres que salieron de las trincheras acometiendo lo que se les presentara al frente, fuera a pié o a caballo. El propio hijo del coronel se hace cargo de Los Barquisimetanos.

Avanzan de la Casa Alta por los caminos hacia Canta Rana, Bolívar había subido momentos antes al Calvario, verdadero duelo de titanes entre Campo Elías y Boves, que lo está rodeando por el cementerio. No ha pasado media hora de la caída de Villapol, y un balazo proveniente de allá, da en el hombro del patriota castellano, se defiende, lo cercan sus edecanes, pero no pueden evitar un lanzazo al costado. Están rodeados por todos lados. Llega Bolívar con los Bravos Cazadores. La furia es indecible de lado y lado. Los lanceros patriotas ayudan a los infantes. Bolívar envía a Jugo con piquetes de lanza al cementerio. El empuje independiente es brutal. Frena la marejada que por allí se escabullía. Ahora es el asturiano que también cae de un lanzazo, mientras se escuchan los vivas de los perseguidores de la Casa Alta que han dado fuga a los del centro. Por el camino viene al trote el resto de apoyo de la Casa Alta. Morales toca retirada. El enemigo se marcha como si hubiese vencido. Aunque los patriotas lo persiga a tiros y sablazos.

Los republicanos del Calvario, exhaustos, casi todos heridos, o con la ropa hecha jirones, gritan vivas y más vivas dentro de la humareda hedionda a pólvora y a carne quemada. Se frenan al ver su saldo trágico. Francisco Navarrete también yacía sin vida. También sus ayudantes, como los edecanes de Campo Elías, que habían sucumbido, con no menos de 50 bravos del Barlovento.

Que por poco entra el asturiano.

Campo Elías, con un lanzazo y herida de bala, dentro del mismo tumulto fue sacado por sus edecanes antes de ser también acometidos por astarios. No ha perdido el conocimiento el valiente jefe. Al día siguiente fue enviado a La Victoria. A Boves también lo habían sacado los suyos con dos heridas de lanza, una más seria que otra, pero ninguna como las de gravedad del patriota castellano.

No se dio cuartel al enemigo rematándose a los capturados y heridos. Las enormes piras al día siguiente daban cuenta del encarnizado combate. No menos de 2000 occisos contaron del enemigo en solo el pueblo y Canta Rana. 200 del lado republicano, más otros tantos heridos. Boves en Cagua, maldecía el día pues solo unos minutos no más y ya Bolívar lo tendría allí mismo amarrado a su hamaca.

El jefe republicano por su lado, sin dejar la ofensiva, preparó un golpe de mano suicida para matar al propio Boves en su campamento. Sedeño, Gogorza y una punta de 5 hombres, se encaminaron por la vía de Suata esquivando todas las guardias, pero al llegar cerca de la villa, la encontraron blindada. Tuvieron que desistir del plan. A Sedeño fue necesario atarlo para poder convencerlo, pues amenazaba continuar solo y sus compañeros prefirieron no perderlo a permitir el martirio innecesario. Imposible llegar a Boves. No en balde Sedeño será reconocido entre los suyos como el Bravo de Los Bravos, como tal lo fuera el mariscal Ney para Napoleón, por su irrefrenable valentía.

Hasta el día 10 de marzo no hubo novedad que las diarias escaramuzas, lo que permitió a Bolívar, "devolver" a Ribas sus Defensores, llenos de más glorias. El general los necesitaba para dar otro golpe a Rosete, que venía con más hombres sobre los Valles del Tuy. Ese día partieron los Defensores a tambor batiente, siendo observados por el enemigo sin poder hacer nada. La suspicacia sin embargo, condujo a Bolívar preparar un ataque el día 16 en plena madrugada, subiendo por El Lobato, el camino de Cagua y el de Suata. El arriesgado golpe le dio una zurra a los enemigos que acampaban, que hasta caballos les quitaron y los otros los espantaron. Sólo pudo contener dos horas de fuego el enemigo, pues estaba fallo de municiones. Las últimas cargas las hacían con virutas de plomo y pedacitos de alambres en sus fusiles.

Al día siguiente llega por la tarde la funesta noticia de la muerte del coronel Vicente Campo Elías esa mañana en el hospital de La Victoria.

El día 20 se escuchó algarabía desde los cerros. Llegaba nuevamente Boves al campamento, sano de sus heridas, con un cargamento de pertrechos y avío para sus huestes. Los estuvo preparando cuatro días para el ataque definitivo.

El 25 en la mañanita bajaron nuevamente. La misma furia de la vez anterior. Los independientes mejor guarnecidas sus defensas. Esta vez no hubo en la mañana ataque por el centro. El mismo ardor en ambos frentes. A la media tarde comenzaron a subir por el centro, vía a la Casa Grande. Había algo distinto. Boves había trazado un plan con su segundo, distinto. La maniobra para vencer definitivamente a los renegados, que se sostenían por el gran parque que poseían: Arrebatárselo. Antes del amanecer, partió el sanguinario canario con 1000 hombres, a una legua de las descubiertas de Gogorza, subiendo por las filas bastante a la izquierda del ingenio. El millar subió mientras se desarrollaba el combate que no era inferior al anterior en coraje. Poco antes de las 4 de la tarde se viene Boves con inusitada fuerza sobre El Calvario, Rafael López viene sobre la casa. Sobre Gogorza es más fuerte el ataque esta vez, que lo atosigan por varios ángulos. Da una pequeña persecución, cuando de vuelta, observa la intención de Boves, bajar hacia el polvorín precisamente. Salen de la Casa Alta salen. Boves arremete por El Calvario. No da tiempo cubrir la embestida de arriba hacia abajo. La angustia recorre la Casa Alta que prevén lo peor. El capitán Antonio Ricaurte cubría la parte y manda retroceder a sus hombres, cada uno cargado de barrilillos y los cartuchos que puedan. El capitán entra de pronto en la cocina y pide un tizón encendido, sin dar más explicaciones. Sale por la vereda almenada. Las balas zumban de arriba abajo. Por el Molino arremeten contra Gogorza. Corren los cazadores rumbo a la Casa Alta. Retroceden los del pueblo y cuando menos lo esperan ha estallado una horrísona explosión que retumbó todo en derredor paralizando a todos los combatientes. "¡¡Se voló el capitán Ricaurte!!", gritan de la casa, que en efecto, se había hecho desaparecer con el polvorín antes de entregarlo al enemigo, en un acto de soberbio heroísmo que la nación jamás olvidará. Se recompusieron los infantes, se organizó la persecución a los que intentaban nuevamente volver, pero fueron expulsados, además por los dragones montados, hasta disolverlos totalmente. El enemigo toca retirada.

Dos días después, el asturiano revisaba en el campamento con su estado mayor, la derrota que ahora ya no era tal, pues los independientes no cuentan más con parque para sostenerse más de medio día de combate. No ha terminado aún su reflexión, cuando le llega un posta con la nueva de que ya Mariño le viene por detrás, cerca de San Juan de Los Morros. Sin amilanarse por lo ocurrido apenas dos días atrás, prefiere acabar con el oriental, para rematar al caraqueño. Se retira de los cerros y marcha hacia La Puerta, donde venciera a Campo Elías, no hará ni dos meses. Tiene la certeza de que en San Mateo no le van aguantar más otro ataque, por lo que elige acabar primero con Mariño. Bolívar está desgastado, no tiene fuerza como para arreglarse, así lo cree, antes de que vuelva.



Glosario: calibre de los cañones: el calibre de los cañones se conocía midiendo el interior de la boca del mismo, si tenía cuatro pulgadas, el cañón era de a cuatro. Las carroneras eran cañones de a cuatro o de a seis, colocados sobre bases bajas de ruedas pequeñas.

Obús: armas de artillería que lanzaban a manera de arco, no en línea, las balas explosivas, que detonaban sobre el enemigo.

Almena. Defensa dispuesta para la defensa y ofensa de la infantería.



Próximo capítulo, Bocachica y Valencia. Disculpen los lectores las ofertas no cumplidas, disculpen los amigos de aporrea. A la vez, gracias por el buzón lleno de tanto interés por este acervo aún dormido, por ahora. apm.

arnulfopoyer@gmail.com




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Arnulfo Poyer Márquez


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