Si existe alguien responsable de las fallas eléctricas y de las molestias, incomodidades y daños que desde hace bastante tiempo les vienen ocasionando a la población de este Estado, ese alguien no es otro que Manuel Corrupción Rosales.
Porque ¿Quién no recuerda las acciones terroristas que su partido, "Un Nuevo Tiempo" perpetraba contra las instalaciones eléctricas de todo el Estado. Y no sólo esa porque ¿quién puede olvidar, igualmente el cierre de calles y las palizas propinadas a las personas que intentaban atravesarlas, incluso, a las que necesitaban atención médica? ¿A la joven madre que, con un niño en los brazos, tuvo que introducirse precipitadamente en una casa vecina para evitar ser agredida por las hordas salvajes de Manuel Corrupción Rosales? ¿Quién puede olvidar, todas estas barbaridades? La violación de tumbas cometidas por un nuevo tiempo en los cementerios de la ciudad o el incendio de costosos buses con aire acondicionado que el presidente Maduro, a solicitud de Omar Prieto había donado a la ciudad de Maracaibo, oportuna y necesaria, pues contribuía notablemente a la solución de la solución de la aguda crisis de un servicio que, como la del transporte, la mujer de Rosales había dejado colapsar.
Porque, ¿Quién puede olvidar todas estas barbaridades? ¿Quién puede asimismo olvidar los sabotajes que los integrantes del partido de Rosales perpetraban contra el metro y mediante los cuales, no sólo se buscaba destruir ese importante y costoso medio de transporte, sino que también se ponía en peligro la vida de miles de personas? ¿Quién puede olvidar, igualmente su activa participación en el sangriento golpe de estado, contra las libertades públicas y la democracia? La democracia, un sistema de cuyas virtudes mañosamente se valió, como es su estilo, pa’ llegar a la Gobernación del Zulia y luego, miserablemente, tratar de destruirla y aplastarla.
Todo lo descrito es tan cierto, que cerca de aquí funcionaba un local de Un Nuevo Tiempo. Este local fue allanado por la Guardia Nacional, la cual, después de detener a sus ocupantes, los obligó a retirar los escombros que habían colocado en la mitad de la calle.
Y en otro orden de ideas, ¿quién podría olvidar igualmente el inmundo estado de insalubridad, suciedad y mugre, en la que se encontraba sumergida la ciudad cuando esta señora se fue? ¿Cuándo abandonó el cargo, dejando la urbe convertida en un gigantesco relleno sanitario, inundada de basura, de nauseabundos olores y de una asquerosa plaga de moscas, ratas y de otras asquerosas alimañas?
Este fue el fatal resultado de la catastrófica gestión de la señora de Rosales en la alcaldía después de permanecer ocho años al frente de la misma; gestión caracterizada por una corrupción desenfrenada y por tal grado de irresponsabilidad y desidia, que condujo a la desaparición total de la costosísima flota de compactadoras que se encargaban de la recolección de los desechos sólidos de la ciudad marabina. Y ello, porque compactadora que se fuera accidentando, era compactadora que se arrumaba y no se volvían a acordar de ella. Por lo que debido a esta condenable práctica, que tan despreocupadamente atentaba contra el patrimonio municipal, esta urbe, la segunda de Venezuela, se ha quedado sin unidades recolectoras de basura. Y cuando por casualidad se veía algún vehículo recogiendo estos desechos, entonces se trataba de un camión descubierto y totalmente descapotado, repartiendo inmundicias por todo el ámbito urbano.
Pero si lo dicho anteriormente de Corrupción Rosales es algo realmente despreciable, propio de un individuo igualmente despreciable, la actitud asumida por este sujeto en relación con los mencionados atentados de Guri, unos atentados que, con las excepciones del caso, fueron condenados unánimemente por todo el país, es sencillamente asqueroso y repugnante.
En efecto, cuando ocurrieron estos ataques, que dejaron a oscuras el país por un montón de días, este indeseable individuo se encontraba en el exterior. Allí permanecía huyendo de la justicia venezolana, que lo buscaba por delitos cometidos contra la cosa pública. Pero no sólo eso, porque, como es fácil imaginar, su permanencia en esos países, enemigos del nuestro, no era ociosa. Todo lo contrario, porque esa ausencia forzosa también la aprovechaba, con la colaboración de esos países, para promover y dirigir las acciones terroristas de las que hemos hablado en las líneas anteriores.
Pues bien, no hay que tener muchos dedos de frente para saber que los hechos cometidos contra la citada represa, atentaban violentamente contra la soberanía del país, pues fueron perpetrados por una potencia extranjera, la cual no fue otra que los Estados Unidos.
De esto, Rosales estaba, como lo estuvimos todos, perfectamente enterado, pues el imperialismo ni siquiera se molestó en negar su protagónica participación en esos hechos. Y sin en embargo, callaba, con lo cual no hacía otra cosa que solidarizarse con esas acciones, ya que como sabiamente dice el refrán, que el que calla otorga. Ahora bien, a un individuo así tan execrable como éste y como todos los que proponían una invasión contra Venezuela, no les cabe otra acción punible, que la suspensión de la nacionalidad. Pero si por cualquier razón no se considera viable esta medida, entonces debía revocárseles los derechos políticos a fin de impedirles su participación en estas actividades. Es lo menos que se debía hacer para reivindicar el honor y la gloria de un país tan ultrajado como el nuestro.
De esto estaba perfectamente enterado, como lo estuvimos todos, Rosales. Pues el imperialismo no se molestaba en ocultar su protagónica participación en esos delictivos hechos. Y sin embargo, callaba; con lo cual no hacía otra cosa que solidarizarse con esas acciones, pues como sabiamente dice el dicho, "…el que calla, otorga". A hora, a un ti por así, tan execrable como este y como todos los que proponían una invasión contra Venezuela, no les cabe otra acción punible que la suspensión de la nacionalidad. Pero si por cualquier razón no se considera viable esta medida punitiva, entonces debían revocárseles los derechos políticos, a fin de impedirles su participación en los procesos de este tipo en nuestro país. Esto es lo menos que se debía hacer para reivindicar el honor de un país tan vilmente ultrajado.