Hoy recordaremos los mayores problemas ambientales del año 2021. Una serie de ecocidios que destruyeron los recursos naturales latinoamericanos, tras el paso devastador de doce meses llenos de sangre, dolor y lágrimas.
Cuando el dinero impone sus propias reglas de juego en el planeta Tierra, se establece un desequilibrio ecológico en nuestros territorios latinoamericanos, que se acrecienta con la inacción judicial de los organismos públicos, que son incapaces de aplicar las leyes ambientales vigentes, para castigar con celeridad los hechos delictivos presentados.
La gran delincuencia en contra de la Pachamama, es un problema multifacético dentro de las regiones latinoamericanas, ya que cada empresario, latifundista, guerrillero o político, tiene sus propias ambiciones económicas que deben ser rápidamente alcanzadas, violentando la santidad del Medio Ambiente y fructificando la ignorancia de sus decisiones.
Desde la ciudad de Jarabacoa en República Dominicana, pasando por el área boscosa de Tumichucua en Bolivia, y llegando hasta la comuna Puyehue en Chile, existen terribles inconvenientes ambientales que se vienen ocultando en paquetes turísticos, en hoteles cinco estrellas y en enormes centros comerciales, que NO reflejan la realidad socio-ambiental de la geografía latinoamericana.
Por eso, explicaremos los 10 principales ecocidios visualizados en América Latina durante el año 2021, para NO quedarnos calladitos en el abismo de la impunidad, y para alzar la voz de protesta social junto a la ciudadanía.
En el puesto número diez, denunciamos los atropellos ambientales causados en la desembocadura del arroyo Zanja Honda, ubicado en el departamento de Maldonado (Uruguay), donde más de 25 ejemplares de ceibo fueron talados como parte de una "limpieza" hecha por obreros de la Gestión Ambiental de la Intendencia de Maldonado, a sabiendas que el ceibo es la flor nacional uruguaya y sus árboles no son peligrosos, además se talaron plantas palustres como los juncos, y se removió la capa vegetal del suelo que fue sustituida con arena de una playa foránea, supuestamente para evitar la cría de roedores, pero en el ecosistema solo habitaban aves y lagartos que perdieron sus refugios de vida.
En el puesto número nueve, tenemos el derrame petrolero que extinguió la vida acuática de los ríos y arroyos en San Benito Uno, departamento de Alta Verapaz (Guatemala), por culpa de la empresa petrolera Latin American Resources que expulsó directamente el petróleo en las aguas, sin considerar el impacto ambiental negativo, por lo que a la muerte de toda la fauna marina en la comunidad de San Benito Uno, también hay que agregarle la emergencia sanitaria para los enfermos lugareños y para sus actividades ganaderas, que servían de sustento económico hasta que el agua fue envenenada con petróleo.
En el puesto número ocho, resaltan los 207 árboles talados por funcionarios de la Compañía de energía estatal CaribeMar, en el departamento de Cesar (Colombia), para la construcción de un tendido de suministro eléctrico intermunicipal, y aunque en un principio solo se pretendía realizar una poda técnica para facilitar el acceso a la red eléctrica, al final la poda se convirtió en tala masiva de árboles, y la empresa CaribeMar reconoció el grave daño ecológico causado por la tala indiscriminada de 207 árboles, aunque se desconoce si los funcionarios de CaribeMar fueron despedidos por el ecocidio.
En el puesto número siete, encontramos el daño ambiental ocurrido en el Bosque de Churumazú, ubicado en la provincia de Oxapampa de Perú, donde trabajadores contratados por el gobierno regional de Pasco, realizaron ilegalmente excavaciones de zanjas profundas, que destruyeron el sendero principal de interpretación ambiental, arrancaron las raíces de árboles nativos peruanos, y se extrajeron piedras arrojadas a los lados de la ladera que bloquearon los caminos turísticos del Bosque de Churumazú, el cual siendo Área de Conservación Privada sufrió el deterioro de su patrimonio forestal.
En el puesto número seis, señalamos la gran tala de árboles nativos de la especie Bulnesia sarmientoi (Palo Santo), en la localidad de Pozo Hondo, departamento de Boquerón (Paraguay), donde la madera del ancestral árbol de gran valor para la cultura de los indígenas chaqueños, fue usada ilegalmente en una propiedad como materia prima, para la elaboración de postes en cercados perimetrales, llegando a constatarse 560 unidades de postes apilonados en planchadas, los cuales se fabricaron con la madera talada del Palo Santo, tumbado con motosierras en un área que alcanzó los dos kilómetros de perversión paraguaya.
En el puesto número cinco, denunciamos la muerte de 18 millones de abejas por seis intoxicaciones masivas ocurridas en el país centroamericano Costa Rica, por culpa del uso indebido del agroquímico fipronil en labores agropecuarias, para combatir las plagas que afectan a los cultivos, pero el venenoso plaguicida fipronil que ha exterminado sistemáticamente a las poblaciones de polinizadores, se sigue comercializando públicamente en Costa Rica, a sabiendas de la inevitable extinción de la abeja en territorio costarricense por el uso de agrotóxicos, ya que se estima que en el año 2035 habrá desaparecido la abeja en Costa Rica, si los gobiernos no deciden prohibir el uso de fipronil en los cultivos.
En el puesto número cuatro, condenamos la depredación ambiental ocurrida en el humedal del Estero Lircay, por culpa del proyecto inmobiliario Terranova, en el sector Fundo El Carmen, ubicado en Temuco (Chile), donde la comunidad mapuche y los pobladores han visto la gran contaminación ambiental generada por la actividad industrial de la Constructora Plaenge, que incluye tala de bosque nativo, relleno del humedal y afectación de un Menoko, siendo un sitio sagrado indígena usado para la extracción de plantas medicinales, por lo que el legendario ecosistema chileno ha sido víctima de la devoradora infraestructura capitalista.
En el puesto número tres, subrayamos los 900 árboles nativos de roble y pino talados en una zona forestal del bosque El Nixticuil, ubicado en la ciudad de Guadalajara, estado Jalisco (México), donde la construcción del fraccionamiento Capital Norte por parte de empresas inmobiliarias, ocasionó un daño irreversible en el equilibrio ecológico del mencionado bosque de coníferas, porque a nadie le importó asesinar a la diversidad biológica que vivía en las ramas y troncos de esos 900 árboles talados, porque la sobrepoblación humana solo quiere más infraestructura urbana para vivir, y nadie teme que las zonas hidrológicas del bosque Nixticuil, serán altamente contaminadas por el egoísmo.
En el puesto número dos, denunciamos la matanza de pingüinos de Magallanes en un campo colindante a la reserva de fauna Punta Tombo, ubicada en la costa atlántica de la provincia de Chubut (Argentina), donde se sabe que una persona inescrupulosa invadió una zona del campo, y usó una topadora como máquina para hacer un camino trazado de 800 metros, que produjo la muerte de 300 pingüinos entre pichones y huevos, y 140 nidos que fueron aplastados de forma intencional por el delincuente, que también instaló una barrera electrificada para delimitar el campo, acorralando a 100 pingüinos adultos que no pudieron escapar de la emboscada de la topadora y murieron dentro del campo, siendo un terrible caso de crueldad animal que se convirtió en ecocidio, ya que el ecosistema es de alta densidad de nidos y huevos, y los pingüinos de Magallanes que sobrevivieron a la masacre, no llegaron al mar por culpa del cerco eléctrico.
En el puesto número uno, encontramos los terribles derrames petroleros ocurridos en Venezuela durante todo el año 2021, siendo una sucesión de fugas de hidrocarburos en las aguas de ríos y lagos venezolanos, que generó un costoso daño ambiental irreparable en sus ecosistemas marinos, y por desgracia, la impunidad y la inacción judicial han potenciado el tremendo ecocidio petrolero.
Derrames petroleros en la ciudad de Maturín, estado Monagas, derrames petroleros en la ciudad de San Diego de Cabrutica, estado Anzoátegui, derrames petroleros en la refinería El Palito, estado Carabobo, derrames petroleros en las playas de Punta Cardón, estado Falcón, derrames petroleros en la ciudad de Cabimas, estado Zulia, derrames petroleros hasta en la casa de Simón Bolívar.
Aunque podemos afirmar que todo el ecocidio venezolano, es culpa de la empresa estatal venezolana Petróleos de Venezuela (Pdvsa), realmente el problema ecológico se origina por la mediocridad laboral del trabajador petrolero venezolano, que por la falta de educación ambiental en una Venezuela cansada de tanta pobreza, de tanta política y de tanta pandemia, pues los revolucionarios trabajadores petroleros terminan derramando el oro negro en todos los ríos y lagos, simbolizando la liberación de tantas frustraciones económicas y sociales.
Todo es política en Venezuela. Hasta los derrames petroleros se convierten en guerras políticas entre oficialistas y opositores, por lo que el sucio Medio Ambiente venezolano terminó siendo el epicentro de trágicos ecocidios, y no es casualidad que en el año 2021, Venezuela se convirtió en el país latinoamericano con el mayor índice de fugas de hidrocarburos en sus ecosistemas marinos.
Una mención especial merece el legendario y casi extinto Lago de Maracaibo, ubicado en el estado venezolano Zulia, siendo el más famoso basurero lacustre usado a diario por los 5 millones de zulianos, que expulsan las toneladas de basura urbana en sus aguas, y donde los malditos derrames petroleros de la empresa socialista Pdvsa, llegaron a captar la atención hasta de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), que con sus capitalistas imágenes satelitales del año 2021, demostró que el Lago de Maracaibo ya no puede ocultar las eternas manchas oscuras de sus sobresaturados derrames petroleros, porque simplemente el Lago de Maracaibo ya no tiene salvación ecológica en la Tierra.
Recorrimos la hermosa geografía de América Latina, y sufrimos el dolor de una cicatriz en Abya Yala, que arde con la sal enrojecida del planeta Tierra.
Es imposible soñar con la sustentabilidad de un Mundo claramente insostenible.
Vimos que el capitalismo salvaje compra las mejores licencias ambientales, compra el silencio de los corruptos entes gubernamentales, y compra la desenfrenada barbarie genocida que impera en el siglo XXI.
Ni siquiera el mortífero Covid-19 evitó los grandes ecocidios latinoamericanos, y con mascarillas faciales para cubrir las narices y para cubrir las bocas, las hormigas hispanas salieron de sus casas y destruyeron el hogar del hormiguero.
Usted y yo conocemos muchísimos más ecocidios perpetrados en el año 2021, pero si nos quedamos callados y no denunciamos los problemas ambientales de nuestras comunidades, pues estaremos siendo cómplices de las corporaciones nacionales y extranjeras, que se dedican a polucionar los territorios latinoamericanos que habitamos a diario.
Con el poder de las redes sociales en nuestras manos, ya NO hay excusas para evadir el compromiso ecológico a favor del planeta. Denunciemos los delitos en Facebook, en Twitter, en Instagram, en Reddit y en WhatsApp. Utilicemos las herramientas tecnológicas para el bienestar del Medio Ambiente, olvidando la eterna indiferencia y despertando una nueva conciencia.
De enero a diciembre y de lunes a domingo, la Madre Tierra exige respeto, amor y voluntad de cambio en los Seres Humanos, para convertir la amarga pesadilla ambiental del año 2021, en una luz de esperanza positiva que ilumine los caminos del 2022.