Cáscara Amarga 478

Callo culero libertario laberíntico

El callo culero libertario laberíntico, fue el callo en el culo que formósele al Libertador Simón Bolívar, y, híceselo la silla de montar su caballo, el espacio en pelo de montar su yegua su mula su burra. Y, a buen seguro que ese callo en el culo hubo de tenerlo Jesucristo, que gustaba de montar en pelo a una pollina. Y, cuenta Rosa María, que su burra bicicleta de la calle Alegría, era una hermosa burra blanca con los ojos azules, con un caminar de pasarela de la belleza de concursos, que parecía en hermosura a María Magdalena, la novia de Jesucristo. El callo en medio del culo, lo hubo de tener el Cid Campeador, lo hubo de tener Don Quijote, y, rocinante húbolo de saber en su pícara escondida sabiduría, tanto como el irónico onagro asno de Sancho, que formárale el callo en el culo al escudero de Ingenioso Hidalgo, y, en éste, ese callo, era solo y sólo, atocado por el burlador curioso escudero, Sancho Panza. Lo sabía, a mas y a más, el Libertador Simón Bolívar, del callo en el culo, y, sabía, el Libertador, también, del peruano, quien le puso el digno cognomento histórico de culo de hierro, en esa laberíntica travesía épica desde Boyacá, pasando por Carabobo hasta las alturas de Pichincha Ayacucho Bolivia, en la liberación de un millón de kilómetros cuadrados, Colombia, Bolivia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela, a fuerza de nalgas, posaderas receptoras callicidas, y, a mas y a más, sobre una silla de montar, que es, la silla de montar, un espacio topológico contradictorio borroso, entre el borrén delantero y el borrén trasero, casos correlativos límite contradictorios caliginosos, en que aparece el punto inflexivo topológico borroso, responsable de los callos entre posaderas de los jinetes. Y, que no deja sino testimonios entre asentaderas, difícil de borrar, como lo ha sido el callo culero libertario laberíntico del Libertador Simón Bolívar. Y decía don Celedonio Ávila, el padrino de Hermito Escalona, el vecino de Aporrea, que cuando el Libertador Simón Bolívar, llegara a la casa La Blanquera en San Carlos, notábasele el callo en el culo, parecido a un bonito clítoris erecto güevo bueno, esas bonitas cosas fálicas, atraían mucho a don Cele, que echaba los cuentos en la Plaza Bolívar de San Carlos. Y, supimos del baile del general Silva con el general Bolívar, antes de la Batalla de Carabobo, del 24 de junio de 1821, ahí en la casa La Blanquera, por la boca de ganso de don Cele, y, que estaba sonando un bonito minué, y, las muchachas querían bailar con Bolívar y no con José Laurencio, y, el Libertador se arrechó, y saco a bailar al general tinaquero, y, entre cachetes rodaba el minué, con el hijo tinaquero de María Casilda. Y, las risas reventaban entre las muchachas presente en La Blanquera. Y, a mas y a más, la de los muchachos que estábamos escuchando atentos al viejo cuentero macapero embustero. Don Cele, era el animador de misas de aguinaldos, nacimientos, carnavales, la burriquita, el diablo con garabato en la Plaza Bolívar, y, al mismo tiempo, el perfume jean marie farina, a los ojos de las muchachas, la quema de arbolitos y fuegos artificiales, la quema de judas, y, a escondernos Luicito y yo debajo de los carros. Don Cele en las Semanas Santas, que de palos ensebados sabía bastante el viejo cuentero embustero. Don Cele sabía de carreras de saco y ñema en cuchara, de carrera de burros y de burras. Don Cele, sabía de la cuerda de gallos, del salto de gallera, de Ismael García, de peleas de perros, y, Nerón el perro de Rosa María, siempre ganaba. Coño, don Cele, el viejo cuentero embustero, parecía un pandemonio pandémico contagiante Ómicron moderno ¡Qué tiempos aquellos! decía Kotepa, el amigo de don Cele. Animaba, Don Cele, las famosas fiestas patronales de San Carlos, cacho en la manga, y, el toro negro que no faltaba, y, el salto de talanquera, de Ismael García, que me jode el toro negro, y, el bendito toro negro en mi magín, tritúrame el inconsciente tanto como la perra negra de Zenobia. Don Cele sabía de basares, bingos, mesas de juego, en el baulebar de San Carlos en el samán centenario, de la Sucre con la Silva, la Plaza Bolívar, y, el Liceo Eloy G González, el dominó, las bolas criollas, ciclismo, los competentes sancochos. Don Cele sabía de circos, con la rueda, carritos chocones, múcuras, y, sus aviaoncitos, en el baulebar de San Carlos, y, La Billo y Los Melódicos y Orlando y su Combo, en el Centro Social Cojedes. Y, con similaricadente tautología repetitiva platónica, don Cele, hablaba del callo culero libertario laberíntico del Libertador, en la Casla Blanquera, antes de la guerra de Carabobo, y, el cuentista cuentero macapero embustero, decía a voz de ganso en cuello ¡Ah vida!

Con digresión y sin digresión, el callo culero libertario laberíntico, fue el callo en el culo que formósele al Libertador Simón Bolívar, y, híceselo la silla de montar a su caballo, y, híceselo su montura en pelo a su yegua a su mula a su burra. Y, la silla de montar es un espacio matemático topológico, y, entre el borrén delantero y el borrén trasero, ha de estar el punto inflexivo topológico borroso, ese punto crucial decisivo matemático, es el responsable respondón digno del callo en las pasaderas del Libertador. Entre el borrén delantero y el borrén trasero de la silla de montar, casos correlativos límite contradictorios caliginosos, al través y en de por medio por el espacio de en medio el medio maleoiano profundo, o sea, es decir el llamado callo culero libertario laberíntico del Libertador Simón Bolívar, como si dijéramos entre lo visible y lo invisible, entre el algo y la nada, entre el exceso y el defecto, entre la tesis y la síntesis, entre el consciente y el inconsciente, entre el tercio excluso y el tercio incuso, o sea, el medio maleoiano profundo existe, y, está manifiesto ahí, entre el borrén delantero y el borrén trasero de la topológica silla de montar del Libertador, que indudablemente, viene a formar el vulgar ojo gallinazo, la bonita hiperqueratosis calluda, el clítoris erecto güevo de don Cele, y es extendido por la inducción matemática para todos los casos correlativos límite contradictorios caliginosos, ahí, si en límite límbico contornado de las posaderas. Medio maleoiano profundo, el vulgar ojo gallinazo, desarrollado y demostrado con el testimonio testamentario del Libertador en el General en su Laberinto del escritor colombiano Premio Nobel de Literatura de 1982, Gabriel García Márquez, entre el borrén delantero y el borrén trasero de la silla de montar, el surgimiento de la sombría penumbra whitmaniana, entre la tesis y la antítesis, la síntesis, el callo culero libertario laberíntico del Libertador.

Si el callo culero libertario laberíntico, fue el vulgar ojo gallinazo, callo en el culo que formósele al Libertador Simón Bolívar entre sus posaderas. Entonces sea dicho que entre el borrén delantero y el borrén trasero de la silla topológica de montar el Libertador ha de estar el medio maleoiano profundo. Ergo vergo sea dicho que lo que formóle el callo en el culo al Libertador fue el medio maleoiano profundo, el punto inflexivo topológico borroso de la silla de montar, entre borrén delantero y borrén trasero. Ergo vergo sea dicho que existe el medio maleoiano profundo límite límbico contornado, expresado como el callo culero libertario laberíntico del Libertador.

Otrosí: Escribo todo esto, endenantes, agora, porque y pasa por mi magín. De no hacerlo, entonces, endespués, se me olvida por lo de mi memoria sutil, y, no tocaría su fin.



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Miguel Homero Balza Lima


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