EEUU presiona a Maduro para que se vaya. Quiere borrar todo recuerdo chavista acabando con maduro y su discurso seudo socialista, desprestigiando con su salida al socialismo y a él, como quien se libra de una pústula de forma definitiva. Para estados unidos Maduro sigue siendo un cabo suelto del asesinato a Chávez. Así la presión de las sanciones haya acelerado el proceso de reblandecimiento y transmutación política de Maduro, así ésta presión hay engendrado al madurismo, el cual ha sido muy útil para desacreditar a Chávez y al socialismo, sigue siendo su presencia una molestia para el imperio del norte y para el capitalismo. El capitalismo no quiere que lo gobierne nadie, mucho menos estos novatos improvisados con discursos ambiguos, un día son rebeldes y el otro dóciles como un poodle.
La habilidad del madurismo para sobrevivir y su oscuridad ideológica lo hizo capaz de recuperar a su favor la fuerza de las sanciones, disculpándose con ellas de sus felonías y su ineptitud, marcadas por la improvisación, por el tacticismo, por aquello que hace que un boxeador cansado y sin futuro no se caiga de un golpe, esquivando y correteando en el ring los puños de su contendor (de esos hay muchos en Youtube, pero siempre terminan en el piso).
Maduro y su gobierno escurridizo será para el futuro el centro de un debate político importante: cómo evitar que EL REFORMISMO, es decir, el espíritu de conciliación con las taras y lacras del enemigo, ese resentimiento irresoluto, persiga como lampreas los esfuerzos revolucionarios para aprovecharse de su trabajo intelectual y político, y mermar sus conquistas ideológicas y políticas dentro del colectivo, con limosnas (con un plato de lentejas), con la tentación del dinero fácil, vicios y mentiras.
Las del reformismo son las mismas promesas de aquella "mano invisible del mercado", borroneada por los clásicos liberales en sus tesis; ¡hasta ellos tuvieron escrúpulos a la hora de justificar el despotismo burgués! Luego de Marx, los reformistas tomaron el testigo de Smith, Bastiat, Ricardo, con sus tesis "ambidiestras" sobre reformar, domeñar al capitalismo, "humanizarlo" poco a poco, para evitar la violencia de la revolución social, los "cambios radicales". Es el mismo sentimiento confuso de Pedro Carvajalino cuando habla a Vladimir Villegas de sus errores, y se reconcilia con sus colegas de Voluntad Popular. El reformismo es un estado de confusión. Si es un insulto, si es una descalificación señalar a alguien de reformista, sería por destacar su confusión ideológica, ética, teórica; nombrar a alguien con la mente confundida. Pero en las prácticas de vida, un reformista no es distinto del pequeñoburgués típico - que se siente cómodo con su estilo de vida - de su oponente capitalista liberal (o "neoliberal", es lo mismo): Carvajalino – voluntad popular. El reformista se mimetiza detrás de los revolucionarios verdaderos, porque a las masas empobrecidas no se las cautiva con discursos sobre reformas. El reformista comienza siempre con discursos radicales detrás de acciones radicales, como lo hicieron con Chávez. Muerto Chávez se expande la mala yerba del reformismo; se falsifica y manipula su pensamiento, se corrige la dirección hacia la derecha.
Nosotros apostamos por la revolución socialista y por la definición ideológica que esto implica, así parezca un esfuerzo vano sostenerse de convicciones o motivaciones ideales, para orientar nuestra conducta; tratar de ser mejores personas, más allá de la codicia, o la vanidad fatua. La revolución socialista es un asunto de superación personal, no es el único pero es de los más importantes. Desde la confusión teórica y ética todo esfuerzo moral se ablanda, regresa al origen, a lo aprendido, a nuestros instintos dominados por la sociedad burguesa capitalista amoral, "liberal", o colonizada, retrasada como la nuestra. El que no cree en nada ni en nadie se pliega a lo gregario con mucha facilidad. Como el amigo Carvajalino y otros más, que confunden sus pocas convicciones y poca formación teórica, política, ética, con una "evolución" del pensamiento (de la "conciencia") cuando sus cuerpos los regresan a ser lo que siempre quisieron ser: pequeñoburgueses de éxito, conectados con la comodidad del poder, conciliando con sus viejos enemigos. El socialismo: "fiebre de juventud", diría un Churchil.
Dicho en una frase, el reformista cuando lo es no lo sabe, es un problema de control, de conciencia (sin comillas). Cuando el esfuerzo moral e intelectual por cambiar, por superar día a día la infinita ignorancia y la infinita mediocridad se ablanda, el mismo cuerpo cansado, la flojera de la carne, nos lleva hacia lo más cómodo y dulce, la resignación, la esclavitud.
¡VIVA CHÁVEZ!, ¡VIVA BOLÍVAR!