Se dice que el coronavirus, que desató la última pandemia, es consecuencia de la reducción de la biodiversidad a monocultivos agroindustriales, se sabe que el calentamiento global se acelera por la emisión desenfrenada de dióxido de carbono por las grandes industrias, la quema de combustibles fósiles del parque automotor y aviones jets atravesando los cielos, incendios forestales…, en fin, detrás está la vida de lujos que se dan unos pocos príncipes del mundo capitalista, la cual, como el vuelo de la mariposa, hace que se derritan los grandes y pequeños glaciares y que se pronostique para muy pronto muchas calamidades, la desaparición de islas y países completos por el aumento del nivel de los océanos. Se sabe que la riqueza global la concentra menos del 10 % de la población mientras una tercera parte vive en un estado de pobreza crítica, que en cien años se han reducido en un 70 % los bosques y selvas húmedas creando desequilibrios ecológicos y nuevos desiertos, e incontables especies extinguidas por la desaparición de sus hábitats naturales.
El capitalismo, además de sinónimo de Guerra, es muerte. Su carácter lo define la competencia y competencia es guerra (y muerte). Y, hablando de muerte, en nuestra época, además de la pandemia del virus sars-2, está otra pandemia que mata, la de las migraciones, consecuencia del capitalismo moderno.
Los movimientos migratorios por el efecto directo de las guerras y a causa de ellas, sostienen a Europa cosechando el producto de su ambición en forma de gente semi muerta, sin trabajo, sin hogares, cargada de pobreza, ignorancia y enfermedades; un excedente de mano de obra para explotar (casi gratis) almacenados en guetos y refugios, que sin poder explotarlos a todos, al final les resulta un mal social y políticamente problemáticos.
La pobreza en el mundo está cada vez más extendida. El que no era pobre ahora lo es, y el que era pobre ahora lo es en extremo, mientras la riqueza aumenta, se acumula y se concentra, cada vez más, en menos familias. La gente migra porque el capitalismo en una carrera desesperada invade países y empobrece a naciones indefensas sometidas a su sistema; devasta y explota (Venezuela es una caso peculiar, pero es una más de esas naciones empobrecidas por el capitalismo, a pesar del falso discurso socialista del gobierno, el discurso huero oficialista).
Hoy ésta (la descrita arriba) es la cara negativa y positiva de la realidad planetaria dominada por el sistema capitalista, un solo rostro que no deja espacio a la esperanza; el resto se lo inventan las redes sociales, alimenta el imaginario de un colectivo estupidizado por las redes sociales. Este es un tiempo nefasto para la verdad y para la inteligencia.
La OTAN se cree dueña del mundo. Y la OTAN es el capitalismo Norteamericano y europeo que se ha puesto en contra el resto del mundo; el mundo capitalista y el que ni siquiera alcanza a serlo, proveedores de mano de obra barata o esclava y materia prima. La guerra que libran los miembros de la OTAN contra Rusia, China, Irán, Corea, podría ser una última confrontación cultural y militar entre occidente y oriente; hay orgullo (dentro están eslavos, chinos, coreanos y persas), pero realmente se da en el terreno comercial. Ya las petroleras rusas comienzan a presionar a Putin para que acabe con la intervención en Ucrania.
Pero sin guerras, la industria energética, la tecnológica y militar fracasan. Esta nueva incursión bélica es una de las tantas formas que cobra la competencia capitalista, la competencia entre imperialismos, quizás formas históricas hegemónicas pero que ahora se dan dentro del sistema capitalista, sin olvidar sus raíces imperiales y nacionales, pero con alma capitalista.
Curiosamente, en algunas de estas naciones rebeldes a occidente, el tránsito por la experiencia de una revolución socialista quizás los llevó a la unidad de sus habitantes, a reencontrase con un nacionalismo imperial y al desarrollo de sus capacidades económicas y subir el nivel de vida. De resto serían muy tolerantes y "modernas" como Japón o Corea del Sur, además de naciones colonizadas en sus culturas y en sus tradiciones, pueblos occidentalizados, pueblos mercancías.
Con el pretexto ideológico de pelear por la libertad, occidente, o sea la OTAN, somete a todos con sus prejuicios. Incita el racismo congénito de sus pueblos (y de otros esclavos que los imitan) en contra de rusos y chinos, además de negros, latinos, árabes, etc. En especial azuza a aquella población consumidora de redes sociales y noticieros manipulados desde EEUU. La contraparte de estos medios hegemónicos y monopólicos ahora se encuentra en tal desventaja que entran dentro de estas antipatías "racistas" y extremistas. Sobre la condena hipócrita del mundo occidental y sus prejuicios se acaba la libertad de prensa y de pensar, y se impone una sola "libertad", la del odio, la de fanáticos descerebrados en contra de todo lo que sea ruso, chino, "extraño" (negro, indio, latino, árabe, socialista).
El gobierno de Putin no es socialista, pero es ruso, y para un inglés promedio Rusia sigue siendo comunista, es un enemigo mortal, igual para los fascistas y racistas histéricos de España, Francia, Italia, Alemania, sus gobiernos, sus oligarquías y sus monarquías de utilería, y el resto de los seres de "color extraño" son terroristas, culpables naturales. Todo esto exacerbado por los mecanismos ideológicos, tanques pensantes de EEUU.
Como se verá, nuestro problema es en contra del capitalismo, el cual es capaz de tragarse como un hoyo negro, todo, hasta el poder militar de los rusos y los chinos, a Putin y al partido comunista chino en pleno. Lo único que el capitalismo no puede digerir es el socialismo y a los socialistas auténticos, una idea, un pensamiento que estará siempre presente como un fantasma ante sus mecanismos; será siempre una amenaza mientras exista explotación, privilegios, desigualdad, injusticia
REVIVAMOS LA ESPERANZA DEL SOCIALISMO, VOLAMOS A CHÁVEZ