"Cada vez que un político arroja dudas sobre la legitimidad del parlamento porque no representa ya la voz del pueblo, podemos percibir olor de Ur-Fascismo."
Umberto Eco, "Fascismo Eterno" en "Cinco Escritos Morales." 1995
"Los diputados o diputadas son representantes del pueblo…"
Artículo 201 de la Constitución Nacional
La desmedida reacción de la oposición ante la propuesta del MVR sobre la conveniencia de trasladar los temas discutidos en la Mesa de Negociación y Acuerdos a la Asamblea Nacional, ha revelado su carácter antidemocrático y neocorporativista, arraigado profundamente en la cultura puntofijista que desean preservar.
El brillante pensador italiano, Antonio Gramsci, definió el corporativismo como "el agrupamiento de personas de una misma profesión, que se reúnen en torno a la defensa de intereses particulares, los de su oficio, para lo cual reconocen un sistema de normas que garantiza la reproducción de los estatutos o roles internos." (Strinati, 1995 in Stilo, 1999) A pesar de que este sistema de agrupación política tuvo su antecedente en el período medioevo europeo, en donde los gremios de trabajadores ejercían el monopolio de las producciones artesanales, no es sino a partir de 1920 cuando los fascistas italianos desarrollaron esta practica al convertir estas agrupaciones en órganos del Estado.
El neocorporativismo, que surge como un modelo de representación de intereses en remplazó del pluralismo político gracias al creciente incremento de la intervención del Estado en la economía y participación de sindicatos y asociaciones empresariales en el planeamiento de políticas económicas, se caracteriza por la coexistencia de un movimiento sindical monopolístico y sin arraigo ideológico, o la concentración del poder empresarial, la negociación colectiva centralizada, y la participación de organizaciones claves de trabajo y capital que inciden directamente en la formulación de políticas públicas. (Scharp, 1991) En Venezuela el neocorporativismo surge a través del sistema puntofijista de negociaciones cogolléricas entre agrupaciones políticas, sindicales y empresariales que filtraban la transmisión de requerimientos desde la sociedad hacia el Estado, subordinando así el interés público a los intereses privados.
Es precisamente sobre los cimientos de esta cultura puntofijista que surge la Mesa de Negociación y Acuerdos, cuyos representantes, en esencia, son ilegítimos.
El articulo 201 de la Constitución Nacional exhibe claramente que "los diputados o diputadas son representantes del pueblo…"; y a excepción de Maduro, Zambrano y Armas - estos dos últimos actores fundamentales de la vieja política - los demás integrantes de la Mesa de Negociación y Acuerdos - gobierno y agrupaciones políticas neocorporativistas de la oposición - no han sido electos por el pueblo para desempeñar un papel tan determinante en el futuro de la nación. Aun cuando en la difícil coyuntura política nacional, la mesa tuvo cierta legitimidad debido a que el pueblo pareció haber delegado en ella la responsabilidad de decidir de manera corporativista el destino del país, su permanencia indefinida es absolutamente contraproducente. En este sentido, se puede afirmar tajantemente que no hay instancia mas legitima y democrática para deliberar, negociar y acordar soluciones a los problemas del país de manera conjunta - "chavistas", "antichavistas" y "los del medio" que actualmente no están representados en la mesa - que la Asamblea Nacional.
No obstante, la Coordinadora Democrática, agrupación que reproduce una estructura corporativista, ha rechazado esta propuesta descalificando a la Asamblea Nacional como el escenario legítimo, por naturaleza, para el dialogo Nacional, porque allí "no están presentes, ni la comunidad internacional ni actores internos fundamentales como la sociedad civil, los trabajadores organizados y los sectores productivos." (Globovisión, 7 de Mayo de 2003) El diputado de Acción Democrática, Alfonso Marquina, manifestó que en la Asamblea Nacional "se ha demostrado que los representantes del Gobierno están de rodillas a los requerimientos del Poder Ejecutivo"; Julio Borges de Primero Justicia "consideró absurda la propuesta, un retroceso"; y los diputados César Pérez Vivas de Copei y Alejandro Armas de Solidaridad, señalaron que "el Gobierno intenta trasladarla a un escenario donde no va a funcionar." (Ultimas Noticias, 7 de Mayo de 2003) Estas manifestaciones de rechazo hacia el poder legislativo no hacen sino corroborar lo que en su compendio "Cinco Escritos Morales" (1995) exponía el filosofo italiano Umberto Eco sobre el Fascismo Eterno: "cada vez que un político arroja dudas sobre la legitimidad del parlamento porque no representa ya la voz del pueblo, podemos percibir olor de Ur-Fascismo."
Incluso, la oposición ha pretendido utilizar la Mesa de Negociación y Acuerdos para resolver asuntos netamente privados; y en este sentido, convirtió su reunión con el grupo de Países Amigos en una suerte de lobby comercial para impedir la importación de alimentos y abastecer a la población venezolana. El empresario Rafael Alonzo, representante de la oposición en la mesa, manifestó sin pudor alguno que como "no puede haber una parcialización por parte del Grupo de Amigos hacia ninguno de los dos lados del conflicto" esta instancia tendría que trabajar para que al sector empresarial se le dé "la materia prima para producir en Venezuela" y que Brasil no le entregue a Venezuela "productos terminados en condiciones especiales… para no hacerle daño a un sector que está en conflicto con otro." (Unión Radio, 7 de Mayo de 2003)
La pretensión de la oposición en preservar la Mesa de Negociación y Acuerdos como vehículo para filtrar los intereses del colectivo y resolver temas de naturaleza privada, podría sentar un precedente sumamente peligroso para el sistema democrático, ya que se estaría legitimando el corporativismo fascista como el principal medio para la toma de decisiones políticas, trabajo que le corresponde democrática y constitucionalmente a la Asamblea Nacional.
(*)Internacionalista
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