"En el negocio,
el requisito indispensable
es la rapidez"
Addison
La expresión muy popular ¡Unos nacen para estrella y otros nacen estrellados! Parece comprobarse, cuando se llega a un negocio de repuestos para vehículos ubicado en pleno centro de Barquisimeto, el cual lleva por nombre ANIBALCA. No necesita publicidad, porque el propio dueño se encarga de hacerla por la manera, como se desenvuelve atendiendo a una clientela, con el cual acapara un porcentaje bastante elevado de la venta de esta rama del comercio
Este miércoles 4 de mayo, me tocó ir a Barquisimeto a realizar una compra de repuestos para un viejo vehículo, el cual le estoy repotenciando el motor. Fui con la idea fija en ese establecimiento, por las referencias de los precios: mucho más baratos que, en otros negocios de la competencia y por algo se forma la cola en la acera de la empresa, semejante a las entidades bancarias, cuando están pagando la pensión, el cual desanima a cualquier cliente, pero en tiempos de crisis un rato de espera parece nada, si en verdad se conseguí lo que se persigue: ahorrar algo, para solventar más adelante.
El tal Aníbal, quien no se sabe, si, es el dueño o un empleado más del ALCA, ya que, lo único que le falta es hacer el papel de novio de la madrina. Parece un personaje fabricado para cumplir con esa función, y los mismos acompañantes detrás del mostrador, parecen divertirse al verlo, como se maneja en la atención de los clientes, y estoy seguro que, algunos se van sin comprar, porque en el momento no hay la mercancía en el depósito, pero ninguno se va enojado, ya que, en la misma puerta son recibidos por el mismo Aníbal, quien libreta en mano los atiende y rápido les resuelve, si tiene o no el repuesto que necesitan y de paso les da los precios para hacerlos pasar. Es una computadora humana, con todos los datos de la existencia del depósito, para luego despacharlos él mismo detrás del mostrador.
En el poco tiempo, en el reducido espacio del establecimiento tuve la oportunidad de hacerle algunas preguntas, porque la curiosidad se me desbordó al ver, todas las funciones realizadas por el cerebro de este comerciante. En la mano izquierda usaba el móvil, con tanta habilidad, como los chismosos con estos aparatos de nueva generación y en repetidas oportunidades pasaba al Walkie Talkie, para comunicarse con el depósito. Nada de utilizar la computadora para buscar precios o la existencia en el almacén. Al preguntarle ¿Tú duermes brincando? Rápido y con cierta camaradería me respondió ¡Al salir me saco el chip!
En mis 72 años y después de haber pasado varios de ellos en uno de los tres supermercados que existían en Acarigua en la década de los 80, de un comerciante llegado de Duaca –Lara– con la habilidad de este Aníbal, quien se daba el lujo de cargar en la mente la radiografía del negocio, ya que, en ese entonces no existían las computadoras, no he visto pruebas de lo que, es capaz el cerebro humano a la hora de utilizarlo en múltiples funciones.
Todo esto me lo confirmaba un señor, que se encontraba a mi lado esperando un repuesto que, le fueron a buscar, parecía divertirse viéndolo moverse, como si solamente existiera Aníbal. Todo el que llegaba lo llamaba por su nombre sencillamente, y por mi parte, rápido lo empecé a tutear, con todo el respeto. Al momento una dama, el cual no pude saber su afinidad le pasó un vaso de jugo para pasar una pastilla. El amigo que, esperaba al notar mi curiosidad sin preguntarle me aportó un dato muy interesante: "Ese comenzó, como empleado varias cuadradas abajo y se aprendió todos los códigos, y mire donde está ahora, pero se jodió bastante"
Describir a este personaje no es fácil, y por lo tanto me quedo corto en lo que pude observar. Al salir solamente recordaba que, llegue preguntando por unos repuestos, y el amigo que esperaba me dijo: ¡Haga la lista y se la pasa Aníbal, señalándomelo con el dedo índice! No me dejó ni respirar, al momento los tenía todos y la muchacha al lado facturando y para rematar ¡Te voy a regalar un silicón! El ahorro fue bastante notable. Todavía conseguimos personas, que, a eso lo llaman suerte. Y, como si esto fuera poco, este empresario, empleado o como lo quieran llamar, es un ejemplo para otras ramas del comercio, empezando por las farmacias, el cual ponen a esperar a los interesados en pleno sol para después decirles ¡No hay!