1- Si existe un seudo-intelectual que ha llorado tanto como don Leonardo Padrón y César Miguel Rondón, la pesadilla del "régimen" chavista, ha sido ese otro (teatrero) telenovelero llamado don Ibsen Martínez. Don Ibsen Martínez, en sus bazofias semanales por "El País" de España, embadurna hoy (martes 19 de julio) otra más, "Malacrianza" y agrega el subtítulo "La obsesión antinorteamericana es trastorno complejo y universal, en modo alguno exclusivamente latinoamericano". Como diciendo, pues, que ese antinorteamericanismo que se manifiesta en muchas regiones del mundo es producto de una enfermedad, de un complejo de inferioridad, de una burda torpeza o malacrianza de aquellos que la manifiestan. Lo dice él, desde su altura sofisticada de gachupín asimilado a la cultura de occidente, de persona harto educada, fina, decente y de excelente buen gusto. Lo dice él quien no tiene complejos antigringos de ningún tipo.
2- Un malcriado, se sabe, es aquel que pretende hacer siempre su voluntad sin importarle la conveniencia o la oportunidad de sus acciones, y así, pues, los anti yanquis, para don Ibsen, venimos a ser todos unos desvergonzados atorrantes. Ni que decir pues, que para don Ibsen Simón Bolívar fue un malcriado, que lo fueron Sandino, Fidel Castro, Allende además de Chávez y todos los chavistas.
3- Suponemos que nunca han sido malcriados según su pensamiento, personajes como don Augusto Pinochet, don Álvaro Uribe Vélez o don Iván Duque, el último de los Porkys. Somoza, como tampoco Duvalier, ni don Rafael Leonidas Trujillo o don Alfredo Stroessner, ni tampoco por el carajo, lo han sido maleducados ni groseros ni impertinentes eminencias botarates como don Leopoldo López, don Julio Borges o doña María Corina Machado.
4- Este muermo de siete suelas, debutando como súbdito de Fernando VII, le da un giro espectacular al termino malcriado y apelando a la Real Academia añade que la "cualidad del malcriado" es el de la de futilidad. Apretando fuerte sus témporas y afincando sus lindas garras, agrega exquisitamente: "¡Cuán inane (¡inane!, coño, nada menos) resulta desairar la Cumbre de las Américas que convocó Biden para junio pasado porque no invitaron a sus tres amigos dictadores. Solo para aceptar ir a Washington con una lista de deseos y dejar, una vez más, pendiente el grave problema migratorio que hace ya largo tiempo dejó de ser exclusivamente mexicano". Coño, don Ibsen, se larga usted duro contra AMLO, y se ve que le dio a usted y a todos los santanderistas reencauchados en la mera madre. Iván Duque estaba que reventaba cuando AMLO anunció que no asistiría a la Cumbre de los amigos de Washington.
5- Sigue diciendo don Ibsen: "Detenerse en la malcriadez latinoamericana que, de tiempo en tiempo, signa nuestras relaciones diplomáticas con Washington brinda ocasión de reírnos de nuestra necia majadería patriotera sin que por ello deba uno olvidar los muchos perjuicios que nos han hecho los gringos. Conviene recordar, sin embargo, como observa Moisés Naím, que muchos de nuestros males han sido fruto de decisiones tomadas, no en Washington, sino en nuestras capitales". Moisés Naím fue ministro de Hacienda de Carlos Andrés Pérez en su segundo mandato, un tipo realmente íntegro, tan decente y decoroso que como todos los pulcros de conciencia y de modales finos tuvo que huir con prolíficos rollos en la pata a ese reino de la serenidad democrática del Norte, allá, donde están pidiendo la cabeza de Julián Assange por burdamente malcriado.
6- Para este soberano sesudo, copiando el libretico antiséptico de los liberales de moda (a lo Milei) sostiene que los políticos que coquetean con La Habana consiguen buenos réditos en sus proyectos o programas electorales, algo que según don Ibsen supo aprovechar muy bien aquel inocuo de Carlos Andrés Pérez.
7- Lo más exultante de este tratado sobre la MALACRIANZA, es cuando don Ibsen se refiere al ataque aquel que se le hizo al vicepresidente Richard Nixon quien a lo macho nos visitó en Caracas, en 1958. A Nixon nadie lo había invitado a Venezuela, pero él fue tan soberanamente arrechó que sin tener pizca de malcriadez alguna (por ser gringo, claro), se vino a meter en el candelero nuestro, cuando andábamos buscando un rumbo propio para nuestro país. El hijo de puta Nixon vino a dividirnos y la verdad fue que lo logró.
8- Cuando a Nixon casi lo matan, quien más se chorreó fue aquel pupilo de míster Nelson Rockefeller, otro súbdito de Franco (o del rey de España en exilio dorado) don Rómulo Betancourt. Efectivamente, en medio de la tensión que generó el honorable y decentísimo Richard Nixon en Caracas, el gran carajo de la cachimba se dirigió por radio a la nación venezolana exigiendo buenos modales y respetos ante la presencia de tan distinguido visitante.
9- El decoroso Ibsen Martínez llama "pantomimas del antiyanquismo" lo que se le hizo a Nixon, y dice que la acción de un tal "Caraquita" (que luego se declararía "malcriado" por meterse con tamaño portento de la libertad) detuvo la locura de que se llegara a matar al vicepresidente de Estados Unidos. Ante las protestas contra Nixon, dice el telenovelero Ibsen: "El gobierno provisional no tenía interés en contrariar los ánimos del populacho y descuidó deliberadamente la seguridad del ILUSTRE VISITANTE (¡vaya putada!). Fue entonces cuando la caravana de Nixon fue emboscada por la turba en las estrechas calles del centro de la ciudad.
10- Concluye Don Ibsen su bazofia diciendo que Caraquita tuvo un fogonazo de real politik (cursi, nojoda) porque "de un salto se plantó ante el Cadillac y ordenó a sus hombres despejar a toda costa una vía de escape sin dejar en ningún momento de mentarle la madre al imperialismo yanqui ni vociferar Nixon go home… Todo en su justa medida: total, ya habíamos pateado la carrocería y roto las ventanillas del Cadillac", decía el tal Caraquita, añadiendo: "Eso bastaba como declaración. Linchar a Nixon en el centro de Caracas habría sido una malacrianza, no sé si me explico". Bárbaro, el gran carajo, digo, el que lo escribe.