Sabido es por todos que el Gobierno a través de un instructivo emanado de la ONAPRE conculcó los derechos laborales de los trabajadores de la Administración pública nacional. Ello, lógicamente, significa un amplio desmejoramiento de las ya muy mermadas condiciones de vida de los trabajadores públicos. Ante esa situación, es lógico que el sector afectado intente por todos los medios legales la recuperación de los derechos vulnerados. De hecho, ya varias universidades públicas han introducido un recurso legal ante el Tribunal Supremo de Justicia. Además de ello, el descontento causado a esta parte de la población se ha hecho sentir a través de numerosas protestas.
Estamos, según dice el propio Gobierno, en una Administración de corte socialista, progresista y obrerista. Cabe preguntarse, obviamente, que de ser eso cierto, cómo es posible que a los trabajadores les sean no solo irrespetados sus derechos, sino reducidos y eliminados. Es un contrasentido.
Las protestas y manifestaciones de los afectados (por demás legítimas, legales y constitucionales), han venido siendo, además de descalificadas por diferentes voceros del Gobierno, anuladas e invisibilizadas por los medios públicos del Estado y, no conformes con eso, las víctimas del atropello gubernamental han sido irrespetadas y hasta "retadas a irse a paro".
Hay que destacar también, que esta infracción sobre los derechos laborales ocurre precisamente cuando el Gobierno ha expresado, una y otra vez, que el país está en franca recuperación económica y hasta anuncia exportaciones de diversos productos (¿?). Se destaca esto, puesto que en los años de mayor barbarie económica sufrida por los venezolanos, nunca se dejó de pagar el bono vacacional ni se desconocieron de un plumazo tantas conquistas laborales. Nos preguntamos entonces, dónde está la recuperación anunciada por el Presidente y sus portavoces, emisarios o voceros. La cosa no cuadra.
No se trata, de modo alguno, de desconocer el brutal impacto de las sanciones estadounidenses, que, qué duda cabe, ha llevado a la tumba a miles de venezolanos hasta la fecha. De lo que se trata es de que éste mismo bloqueo, éstas mismas sanciones, ya estaban desde hace unos pocos años y, sin embargo, precisamente en el momento en el que el Gobierno dice que Venezuela se está recuperando, se dejan de pagar conceptos fundamentales establecidos tanto en la Ley como en la Constitución.
Es difícil creer que los trabajadores públicos obtengamos un pronunciamiento favorable por parte del Tribunal Supremo de Justicia; ya todos sabemos a quién responde el mismo, esto no ha sido ni siquiera disimulado. Por ende, es muy probable que las manifestaciones y protestas continúen, y también es muy probable que ellas no lleven a nada; y esto lo digo porque el Gobierno del presidente Nicolás Maduro tiene una larga historia de oídos sordos y atropellos.
En ocasiones existen luchas que se sabe que se van a perder, pero no por eso hay que dejar de darlas. Sabemos que los derechos no se mendigan, sino que se exigen. Ya se leen insultos hacia los trabajadores en las redes sociales por parte de simpatizantes del Gobierno. Era de esperarse. Se defiende lo indefendible. No concibo un verdadero socialista que no defienda los derechos de la clase trabajadora y que, de paso, apoye las maquilas (caso Ley Orgánica de Zonas Económicas Especiales), pero ya ese es otro asunto.
Nota: para finalizar quiero expresar que la falta de educación (no la formal o académica, sino la básica, social y humana) evidenciada por algunos voceros del Gobierno, defensores del mismo, miembros de sus medios de comunicación (no voy a nombrar aquí a quien todos saben porque creo que no vale la pena, porque no tiene ningún peso) no va de la mano con decirse de izquierda. Los izquierdistas, al contrario, debemos ser más educados y más empáticos con nuestro prójimo. No hablo, repito, de educación académica (a la que algunos, por cierto, le tienen rabia y envidia), ni tampoco de la falsa moral burguesa, hablo de los valores que debemos tener como seres humanos, como individuos que forman parte de un colectivo.