Martes,16 de agosto de 2022.- Manuel es un amigo a quien visito eventualmente, cuando su tiempo lo permite, cuando mi tiempo lo permite y sobre todo cuando el tiempo de la vida, que suele ser caprichoso, cambiante, inconstante, sorprendente y muchas veces juguetón, lo permite.
Conversamos con agenda abierta, pasando de un tema a otro con velocidad casi meteórica.
Pasado, presente y futuro se mezclan, se entrelazan en una urdimbre que ni los cabellos de la melena de Rubén podrían igualar.
Tomamos café y oímos buena música, posee una colección de discos variada e inmensa y me imagino que a muchos de ustedes les encantaría oír algunas de las joyas que resguarda, por lo que le he propuesto en varias ocasiones que hagamos un programa, ahora con la internet, las posibilidades se multiplican.
La dificultad mayor es que en su casa y en casi toda el área de Las Mercedes, muchísimos usuarios no tienen servicio de internet, muchos tienen años pagándolo sin recibir de la CANTV ni siquiera la más mínima explicación.
En una reciente visita nos concentramos en su cocina, para preparar el respectivo café correspondiente a la ocasión y me sorprendió, debo decir que de manera muy grata, la luz que irradiaba dentro del espacio.
Seguramente tiene que ver la ubicación de las ventanas y supongo que la hora también, casi al final de la tarde, cuando el día pierde su dulce nombre.
La combinación de luz, media luz y sombras fue sencillamente mágica y cuando le comenté a mi amigo lo que estaba observando se sonrió y me dijo que estaba muy romántico.
Puede ser y no vamos a discutir ese punto, la magia de lo bello no se discute.
Cuando lo hermoso se transforma en cotidiano muchas veces dejamos de apreciarlo.
Las urgencias de la existencia, el bullicio de este andar desenfrenado que a veces nos posee desconecta nuestra sensibilidad y nos impide ver.
Abramos no solo nuestros ojos, sino todos nuestros sentidos, a las cosas bellas que nos ofrece la vida, exploremos lo que ella nos da y disfrutemos intensamente cada momento.