Luis Britto García y el cambio climático: de la desinformación a la utopía

En un artículo anterior ("La izquierda fracasada". Aporrea,org, 22/08/2022) afirmé: "…solo crítico artículos de gente respetable en tanto escritores: gente que maneja bien el lenguaje, que investiga, que reflexiona, que argumenta con información bien alimentada, que es ajena a la idiotez consignista y a las frases hechas, a la banalidad y al chisme político, a la personalización de los debates, gente formada, estudiosa, que trata de no dar puntada sin dedal". En este combo que privilegio incluyo a Luis Britto García, así que hoy le toca al turno a un reciente artículo que este autor publicó bajo el título "Clima y catástrofe mundial" (Aporrea.org, 01/10/2022). Aquí vamos.

Britto comete un error que no sería tan grave, si no fuese porque, seguramente sin ser su intención, favorece a uno de los factores más funestos de la ultraderecha mundial: el negacionismo del cambio climático. No lo hace deliberada ni directamente, sino por mampuesto, al presentar las ideas de esta banda de infelices sin precisar donde se gestan, de dónde provienen y cuáles objetivos persiguen. Lo hace con un estilo pretendidamente ecuánime, equidistante, equilibrado, concediéndole autoridad moral e intelectual a unos sujetos reaccionarios y mercachifles, tal como trataré de argumentar con datos duros. Repito, sé que esta no era la intención de Britto, pero eso pasa cuando se aborda un tema tan complejo con apresuramiento y sin suficiente información. Pero no debo especular, así que voy al grano, en defensa de la verdad científica y en contra de las manipulaciones de actores planetarios que quieren que la gente "no mire arriba" y no acepte la verdad incontrovertible de que el cambio climático está aquí, que es una consecuencia, fundamentalmente. de la acción humana y que amenaza nuestra vida en el planeta.

Al comentar las alarmas sobre el cambio climático, Britto asienta que "Las opiniones sobre la conjetura no son unánimes. Más de 1.200 científicos y profesionales del Grupo de Inteligencia Climática Mundial (CLINTEL) han suscrito una Declaración Mundial sobre el Clima (WCD), según la cual ‘No hay ninguna emergencia climática. Por tanto, no hay motivos para el pánico y la alarma. Nos oponemos firmemente a la política de CO2 neto, perjudicial y poco realista, propuesta para 2050’". Y sigue Britto luego: "El manifiesto coincide con las ideas expuestas en 2009 por el profesor Robert M. Carter, investigador de la Universidad James Cook en Queensland y la Universidad de Adelaide, South Australia: ‘1) La Temperatura Promedio Global no se ha incrementado desde 1995, y más bien declinó desde 2002, pese a un incremento de CO2 de 8%. 2) El incremento de Temperatura Promedio Global de 1 a 2 grados de fines del siglo XX está dentro de las tasas de cambio climático de los últimos 10.000 años. 3) No hay evidencia de que no hubiera cambios climáticos antes del siglo XX, ni de que los cambios climáticos en éste sean inusuales, ni de que exista un calentamiento de origen humano’". Puesto así, sin más ni más, se puede llegar a creer que se está transcribiendo las opiniones de unos científicos notables que están tratando de ponernos a salvo de miles de científicos imbéciles e ignorantes que quieren asustarnos con especulaciones y cuentos de camino. Ya veremos quiénes son estos tipos realmente, por ahora sigamos con Britto: "De lo anterior se siguen inevitables conclusiones. Desde sus orígenes la tierra ha presentado cambios de clima, por variaciones de la órbita o del eje terráqueos, de la dirección de las corrientes marinas y eólicas, de la intensidad de la radiación solar y del bloqueo de ésta por erupciones volcánicas o choques de meteoritos generadores de nubes de polvo de alcance planetario. Sólo el incremento de temperaturas registrado a partir del siglo pasado parecería tener una causa antropogénica, originada por la actividad humana, aunque esta relación todavía es ampliamente debatida". Hasta aquí llegamos por ahora con Britto, hasta nuevo aviso, más adelante.

Britto acaso lo ignora, pero está sacando conclusiones de lo que dicen unos embaucadores malintencionados, que defienden intereses que no son los de la mayoría de la humanidad, además que inventa un supuesto debate que no es tal. No hay ningún debate sobre la realidad y las amenazas del cambio climático, que no es una "conjetura", eso está ampliamente demostrado científicamente por decenas de miles de científicos serios, estudiosos, que no han dicho la última palabra, por supuesto, porque aún queda mucho por investigar, pero que sí han presentado las evidencias irrefutables de que la destrucción del hábitat humano avanza aceleradamente hacia un punto de no retorno como consecuencia del cambio climático y que las acciones de los poderes fácticos humanos son hasta ahora insuficientes para ralentizar ese amenazante proceso.

No mucho más allá de este renglón, tendré el gusto de presentarles, con pelos y señales, a los sabihondos que ha usado Britto como fuentes notables de su artículo, pero antes vamos a ver qué es el negacionismo del cambio climático y quiénes lo promueven. Para ello usaré como fuente un valiosísimo trabajo de la socióloga y catedrática española María Ángeles Abellán López (Abellán-López, M. A. (2021). El cambio climático: negacionismo, escepticismo y desinformación. Tabula Rasa, 37, 283-301. https://doi.org/10.25058/20112742.n37)

Según Abellán-López, muchas de las posiciones negacionistas o escépticas persisten en los discursos oficiales como se detecta en las conclusiones de las COP 25 celebrada en Madrid en diciembre de 2019, posiciones que eran preexistentes y que llevan décadas gestándose. Estos lineamientos de oposición al calentamiento global se pergeñaron de forma abrumadora en los Estados Unidos, país en el que ha germinado el relato de la negación más elaborado y cuya evolución ha sido muy activa con un aumento considerable de sectores sociales negacionistas.

A pesar del amplio consenso científico en torno a las evidencias del cambio climático, existen importantes resistencias políticas, ideológicas y económicas que paralizan iniciativas para enfrentar el calentamiento global. Numerosos trabajos de investigación confirman la existencia de un movimiento de negación (denials) del cambio climático, que niega, o bien directamente la evidencia de la dinámica del cambio ambiental global, o bien el componente antropogénico del mismo y dan cuenta de las fuentes de su financiación, de sus estructuras organizativas y los impactos discursivos de sus narrativas en el público.

En las traducciones al castellano de la literatura anglosajona suele utilizarse la expresión: contrarios climáticos o contrarians, para referirse a aquellos que atacan con hostilidad tanto las evidencias científicas como a los investigadores reputados sobre el cambio climático, a menudo con un importante apoyo financiero de corporaciones de la industria de combustibles fósiles y expertos de ideología conservadora

Estas actitudes de rechazo al calentamiento global son perversas porque su objetivo principal es generar dudas y oscurecer la verdad, de manera que las acciones que se pudiera emprender quedan bloqueadas por la inacción. El germen de la inacción se encuentra en la misma negación del problema climático. Al negar la evidencia se retrasa una acción efectiva global sobre el cambio climático.

Algunos autores (Monbiot, 2006; Kitcher, 2010) han calificado las embestidas negacionistas como la "industria de la negación", entendida como el esfuerzo concertado en difundir concienzudamente información errónea a través de los canales informativos para engañar a una parte de la opinión pública. Forma, pues, parte de una estrategia diseñada para debilitar la percepción del problema y no tomar ninguna decisión

En torno a la década de 1950 del pasado siglo, se produjo una campaña que negaba el vínculo entre el consumo de tabaco y el cáncer. Dada que esta campaña tuvo éxito y eficacia se siguió utilizando durante las décadas posteriores hasta llegar a la actualidad. Por tanto, es la propia experiencia la que avala la estrategia negacionista.

El incremento de la evidencia científica hace cada vez más insostenible negar la realidad, lo que ha llevado a los think thank conservadores a modificar sus tácticas. De esta forma, han emergido grupos poderosos que niegan sin negar el cambio climático. Es decir, lobbies y grupos de interés que se presentan como intérpretes razonables de la ciencia y ofrecen una argumentación con tintes intelectuales que desincentivan las motivaciones de la gente para pasar a la acción en la lucha contra el calentamiento global. Los que se autodefinen como climatoescépticos, sin negar que el planeta se esté calentando, afirman que las consecuencias negativas del aumento de las temperaturas se exageran de forma alarmante. No deja de ser una forma de erosionar la agenda política medioambiental puesto que, al cuestionar la gravedad del problema, se alimenta la inacción.

La negación del calentamiento global tiene menos que ver con la ciencia que con los intereses materiales e ideológicos. Lo cierto es que tras el discurso negacionista existe toda una constelación de intereses, de actores y estrategias para debilitar el mensaje del calentamiento global. Las nuevas tecnologías, a través de redes sociales y blogs hacen circular campañas impulsadas por escépticos y negacionistas que están muy bien financiadas y orquestadas.

En el contexto mediático en el que nos hallamos inmersos, pareciera que los autores más equilibrados son aquellos que establecen cierta equidistancia con todas las opiniones expresadas, tal como hace Britto. Esta posición es peligrosa porque la opinión pública es la clave para resolver el problema climático. Si el público no presiona sobre los políticos para que actúen, estos no tomarán decisiones ni intervendrán. En consecuencia, el negacionismo climático es absolutamente inmoral.

En este contexto, se detectan una serie de contramovimientos climáticos cuyas señas de identidad son la negación de evidencias científicas y sus vínculos con las corporaciones de combustibles fósiles, expertos y políticos de ideología conservadora, grupos de bloggers y lobbies. Estos movimientos conservadores que tienen intereses en los combustibles fósiles adoptaron la estrategia de sembrar incertidumbre (ya perfeccionada por la industria del tabaco) para generar el escepticismo.

La campaña organizada de la negación climática ha tenido éxito (está bien dotada financieramente) y se ha convencido a políticos y a una parte de la ciudadanía de que las acciones humanas no son la causa del calentamiento global. La industria de la negación es una de las razones que apuntan para la inacción climática.

Los negacionistas, climatoescépticos y contrarians se han beneficiado durante años de una fuerte atención mediática que no han recibido los defensores del cambio climático y han creado cierta confusión en la opinión pública consiguiendo ralentizar la lucha contra el calentamiento. De este modo, las voces negacionistas se han organizado de manera unificada en el seno de la comunicación política y científica. Las narrativas negacionistas han gozado de gran visibilidad, de reconocimiento público y de una meticulosa organización en los medios, lo que ha potenciado su efecto amplificador en las redes sociales.

En el plano estrictamente político, acaso el principal líder del negacionismo es Donald Trump. El expresidente estadounidense ha afirmado repetidas veces que el cambio climático es un engaño. Sus aliados europeos no son tan descarados al respecto, pero en su mayoría están a favor de expandir el consumo de combustibles fósiles y de apoyarse cada vez más en la energía nuclear. Asimismo, se oponen a las negociaciones impulsadas por Naciones Unidas para combatir la crisis del cambio climático.

Trump ha llegado al extremo de intentar ocultar el informe de un grupo científico de su propio gobierno que advierte sobre la amenaza del cambio climático. En este caso no ha hecho falta investigación periodística. Son más de 1.600 páginas bajo el título de Evaluación Nacional sobre el Clima, el estudio científico más completo que existe hasta la fecha en el que se detalla con precisión casi milimétrica los efectos que el cambio climático va a tener en las infraestructuras, la economía, la salud pública y las costas del país. Las temperaturas extremas "ya se han hecho más frecuentes y duran más tiempo", asegura el informe. Desde 2015, Estados Unidos ha roto récords debido a los efectos dañinos del clima por valor de cerca de 400.000 millones de dólares. La Casa Blanca publicó el informe en medio de un puente festivo para intentar ocultar la falta de sintonía entre Trump y los firmantes del documento a sueldo de la Administración.

Ahora bien, llegamos al plato fuerte ¿quiénes son los "genios" que usa Britto como fuente para la primera parte de su artículo? Comencemos con CLINTEL. Climate Intelligence (CLINTEL) es una fundación "independiente" que opera en los campos del cambio climático y la política climática. CLINTEL fue fundada en 2019 por el profesor emérito de geofísica Guus Berkhout y el periodista científico Marcel Crok ¿qué se puede decir de este par de joyas?

Augustinus Johannes "Guus" Berkhout es un ingeniero holandés que ha trabajado por muchos años para la industria del petróleo y del gas, comenzando con la multinacional Shell pic, antes Royal Dutch Shell. Durante el tiempo que dictó clases en la Delft University of Technology, Berkhout, junto a Marcel Crok, fundó Delphi Consortium, donde fungió como Director Científico. Delphi es financiado por 30 empresas del sector de la geoenergía, como apoyo para desarrollar trabajos a fin de establecer nuevas opciones en el campo de la generación de imágenes geofisicas, que son vitales para la exploración y producción de minerales. Con esa tecnología se puede observar la tierra a grandes profundidades, haciendo visibles la complejas estructuras geológicas y mostrando la composiicón y las propiedades de las rocas con gran detalle, algo de gran importancia para la extracción de minerales, entre ellos, claro está, el petróleo.

Estos financistas del negacionista Berkhout son muy activos en el apoyo al negaconismo climático. Según un estudio de la organización Influence Map, las grandes corporaciones petroleras invierten 200 millones de dólares anuales para bloquear las medidas de lucha contra el calentamiento global. Solo la Shell invierte en ese rubro 49 millones de dólares anuales.

En cuanto al cofundador de CLINTEL, Marcel Crok, es un periodista científico holandés de quien he encontrado pocas referencias, pero quizá baste, para imaginar un perfil suyo, su militancia en Foro para la Democracia, un partido político de Holanda, euroescéptico, conservador y populista de derecha. Propone políticas de inmigración más estrictas y es un defensor de la introducción de un alto nivel libre de impuestos para todos, la abolición de los impuestos sobre donaciones y herencias y una simplificación radical de los tramos impositivos. Quiere expandir las fuerzas armadas, expandir el Cuerpo de Reserva Nacional y revertir los recortes presupuestarios de defensa. En la primavera de 2019, el partido, respaldando una plataforma climática escéptica, hizo una intensa campaña contra las grandes inversiones estatales en energía renovable. También apoyó las protestas de los agricultores neerlandeses contra la aplicación de la legislación sobre emisiones de nitrógeno, La cercanía de Crok con Berkhout y su participación en Clintel, lo hace altamente sospechoso de ser beneficiario de las tajadas que reciben, por parte de las corporaciones petroleras, los negacionistas del cambio climatico.

La otra fuente a la que acude el confundido (y confundidor) atículo de Britto es Robert Merlin "Bob" Carter, quien falleció en 2016. Fue un paleontólogo, estratígrafo y geólogo marino inglés que se destacó en la promoción de la negación del cambio climático. Carter mantuvo una asociación con varios think tanks que desdecían del consenso científico sobre ese fenómeno y fue miembro emérito del Instituto de Asuntos Públicos. En 2012, los documentos adquiridos del grupo de expertos The Heartland Institute revelaron que a Carter se le pagó una tarifa mensual de 1.667 dólares estadounidenses como parte de un programa para financiar a individuos de alto perfil que contrarrestan pública y regularmente el mensaje del calentamiento global antropogénico. Si bien Carter no negó que se realizaron los pagos, sí rehusó discutir el asunto ¿y qué es el Instituto de Asuntos Públicos?

El Instituto de Asuntos Públicos es un grupo de expertos conservador que promueve políticas económicas de libre mercado, como los mercados libres, la privatización, la desregulación de las empresas estatales, la liberación del comercio, la desregulación de los lugares de trabajo, la abolición del salario mínimo y la crítica al socialismo, y también rechaza la ciencia de clima. Mr. Carter fue, pues, tripulante de un tanque de guerra del neoliberalismo radical.

Después de los desafortunados primeros párrafos del artículo de Britto, cae el autor una vez más en su prédica de índole marxista. De eso no tengo mucho más qué decir que no sea reconocer el sagrado derecho que tiene cada quien de poseer y difundir sus ideas.

Resumo lo que voy a llamar la segunda parte del artículo comentado: la consabida crítica a las clases dominantes de los países desarrollados, el reconocimiento del hecho de que el capitalismo, en su insaciable avidez, no va a renunciar a sus ganancias para salvar nada y la proclamación de una entelequia como única oportunidad para la especie humana: "las economías socialistas planificadas". Ya he dicho varias veces lo que pienso de eso: no tenemos tiempo para que la caótica izquierda se ponga de acuerdo en cómo salir del capitalismo absolutamente dominante y para lo que es más difícil aún, que alguien descubra cómo diablos se construye el elusivo socialismo. Acaso no nos queda más que caminar con la civilización fracasada, y su subsistema terminal, el capitalismo, hacia el abismo que nos depara el destino. Ya se verá qué habremos de hacer para preservar nuestra existencia, si es que se puede. Tal vez es un consuelo pensar que, si nuestra especie se extinguiera, junto a nosotros desaparecerían también las malditas corporaciones petroleras y sus canallas a sueldo.



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Néstor Francia


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