Me referí recientemente a las llamadas primarias de la oposición, que realmente son las primarias de una parte de la oposición, pues no incorporan a todas las fuerzas opositoras, pues en sus alucinados discursos se autoproclamen como la única oposición válida en Venezuela. Tuvieron la oportunidad de escoger un candidato unitario de la mejor y más amplia manera posible: con votaciones donde compitieran las fuerzas enfrentadas al Gobierno de todos los matices y el voto de la gente dijera la última palabra. Pero no. Ramos Allup no podía permitir que la AD oficial y legalmente registrada, dirigida por Bernabé Gutiérrez, pudiera participar en la contienda. Le preocupaba como quedarían ante el país si eran vencidos por sus excompañeros. Otro tanto le ocurre a Julio Borges con sus grupos disidentes, así como a Voluntad Popular y Un Nuevo Tiempo, todos ellos fracasados del "cese de la usurpación y gobierno de transición".
Pero es que ni siquiera solos son capaces de demostrar alguna sensatez y coherencia. Harán unas votaciones para escoger entre una decena o más de aspirantes, pero no harán una segunda vuelta entre los 3 o 4 más votados. Eso ni pensarlo. Que alguien pueda ser escogido con una proporción de votos decente, es contrario a la lógica de estos ases de la política electoral. O en verdad no lo plantean porque es contrario a los intereses de Voluntad Popular, es decir del binomio López-Guaidó, quienes son los más fuertes y chantajean por tener aún el apoyo del Departamento de Estado, pese a los deseos de María Corina, quien terminará sometiéndose ante sus progenitores gringos. Esto coloca a Guaidó como el candidato de este sector de la oposición, si es que esta política continua sin modificaciones.
De lo anterior se desprende que Maduro tendría entonces amplias posibilidades de ganar, aunque para estar seguro tenga que recurrir a alguna maniobra que profundice la ya existente tendencia abstencionista de la población. Adelantar las elecciones para 2023, cambiar el actual CNE por otro negociado en México, pueden ser movimientos que paradójicamente impulse EEUU y el G4, o G$ como muchos le dicen. Del adelanto de elecciones se ha venido hablando a instancias en este momento del gobierno, quien sin embargo no dice nada sobre si eso significa un recorte del mandato de Maduro. Parecería absurdo que se adelanten las elecciones, pero el período presidencial no se acorte, sino que el gobierno, ganando o perdiendo, se mantenga hasta enero de 2025. Adelantar las elecciones, sea por el tiempo que fuere, favorece además a quien esté ya preparado para la contienda electoral, indudablemente al PSUV.
Es muy evidente que la oposición que organiza sus primarias, liderada por López-Guaidó, no hará alianza con la oposición que impulsó la participación electoral y enfrentó con éxito sus locuras abstencionistas, violentas, golpistas e injerencistas extranjeras. Parece también ser probable la candidatura de Guaidó por este fracasado sector, por lo que la política de las fuerzas opositoras no participantes de las primarias debería ser presentar un candidato y un programa de transición capaces de unirlos y entusiasmarlos junto a una mayoría del país. Sería absurdo que quienes llaman a la unidad, no sean capaces de demostrarlo en la práctica. Un líder político con una trayectoria seria conocida, con amplios conocimientos del país, respetado, con experiencia, democrático, capaz de construir un equipo plural y provisto de un programa realizable para la transición, que ponga su objetivo en el bienestar de la nación venezolana, sería un candidato ideal para recoger el más amplio apoyo nacional y ganar las próximas elecciones presidenciales.
Ese trabajo hay que arrancarlo ya, sin olvidar la necesaria lucha por las reivindicaciones urgentes de la población venezolana. La campaña para alcanzar la Presidencia de la República debe estar íntimamente asociada a las luchas populares, pero no como una estrategia electoral, sino como parte del proceso de rescate de la Venezuela democrática, productiva y eficiente, pensada para el bienestar sustentable y creciente de los venezolanos. Una Venezuela grande y próspera, incluyente, capaz de decidir acertadamente sus metas, donde brille la luz del conocimiento, el trabajo y la solidaridad.