Es imposible tanta casualidad. Nadie duda que Maracaibo padezca dificultades sociales, económicas y políticas, problemas propios de cualquier ciudad, que al igual que todo el país, fue víctima de 40 años de puntofijismo.
Pero, repito, no puede ser eventual que aquí, desde que comenzaron los rumores sobre la posibilidad de la realización de la Copa América, hayan surgido tantos problemas.
Tenemos la falta de agua. Sabemos que esta ha sido una situación de no acabar. Desde mi época de reportero, hace 18 años, me asignaban las comunidades para atender la denuncia de la gente protestando por tal escasez.
Generalmente, a los sectores ubicados en las partes altas nunca llegaba el preciado líquido. Algunos conocedores de la materia argumentaban que la irregularidad se presentaba porque la ciudad crecía de manera anárquica y la empresa hidrológica no dimensionaba el acueducto, de acuerdo a la circunstancia.
Para ser más preciso: crecían y crecían los barrios y las tuberías seguían siendo y todavía son las mismas de siempre. Igualmente ocurría con las tomas clandestinas en la aducción de Tulé. Muchos aún deben tener fresca en la memoria las operaciones de corte que hacía Hidrolago apoyada por la Guardia Nacional en esa tubería.
Lo cierto es que parecía que la gente se había acostumbrado a vivir con los racionamientos que impuso la hidrológica. Supongo que nadie estaba conforme, pero lo asumía y buscaba soluciones, para hacer más llevadero el asunto.
No pido que sean pasivos ante una crisis tan sensible como la falta de agua. No, lo que quiero expresar, porque así lo veo y lo siento, es que cuando se olfateó lo de la Copa América, los problemas sociales se radicalizaron inexplicablemente.
Como ya les dije, la escasez de agua data de mucho tiempo, pero es que ahora, de la noche a la mañana, desapareció el preciado líquido hasta en los sectores donde antes llegaba.
Sí, anocheció, y cuando despertamos al día siguiente, teníamos a la gente alzada, las aguadas tomadas y un fuerte plan de contingencia. No se vislumbraba solución alguna.
De manera que, hay agua, eso no puede ocultarse, pero mi pregunta es: ¿Dónde está la poquita que había antes que comenzaran los rumores acerca de este gran evento deportivo?
Que Dios me perdone como decía mi abuela, pero hay inescrupulosos que por razones políticas, de envidia, odio y rencor, quieren que tanto visitantes nacionales como internacionales se lleven la imagen de una Maracaibo hecha harapos, de una ciudad convertida en un perfecto desastre.
Antipatriotas que no les duele Venezuela, mucho menos Maracaibo. Y por diferencias políticas, son capaces de clavar un puñal en el pecho al país que los vio nacer.
No estoy ni nunca he estado en contra de las denuncias, al contrario, la mayoría de mis artículos llevan implícito una denuncia, pero eso es una cosa y otra que juguemos a destruir Maracaibo en unos meses, a fin de empañar la trascendencia de una ciudad que realiza un evento de tal magnitud. Más aún: enlodar la gestión municipal y el desempeño que ha tenido la Alcaldía de Maracaibo, para la feliz realización de este evento.
Aunque pierden el tiempo, primero, porque Venezuela es otra, y su gente ya no se deja convencer con esas acciones de cañería. Segundo, porque ya es imposible quitarle a este municipio el título de la Primera Ciudad Deportiva del País, sin pretender desmeritar el trabajo deportivo en otros estados.
Y así, como el agua, se nos presentó el de la basura. Ahora las invasiones hacen su agosto. Otro aspecto digno de observar son los trabajos en la calle. Cualquier empresa hace un hueco, destroza una vía y después no hay dinero para repararla.
Quizás exagero, pero cuando veo esas acciones no puedo evitar pensar que eso lo hacen con la intención de que alguien importante de la Copa América caiga en un hueco, se le deteriore el carro y se rompa la frente…Tremendo escándalo. Es que no se ve ninguna justificación acerca de los hechos que suceden en esta ciudad, más que la intromisión de políticos envidiosos.
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