El tipo llevaba seis meses huyendo, tratando de contactarse con Carlos Ortega (Jefe del Comando Central “Castillo Lara”) para crear en Frente de Liberación Nacional “Orlando Urdaneta”, en la región los Andes. Tenía más de diez “conchas” en El Valle, de Mérida. Se levantaba a las diez de la mañana, después de leer parte de las obras del filósofo Manuel Rosales y los reportes clandestinos enviados desde Miami por Patricia Poleo, comandante en jefe del Frente Internacional “Robert Alonso”. Se desayunaba Nixon con fororo inglés, recibía lecciones de catecismo a las 12 (junto a un seminarista enviado por el obispo Baltazar) y practicaba Kung Fu a eso de la seis. Pese al gran estrés, o por ello mismo, aumentó de peso más que cuando estuvo en huelga de hambre contra el triunfo de Tarek en la FCU, en 2001. Su alimentación iba por cuenta de unos siete restaurantes de la zona, las bebidas a cargo de la empresa Licor’s Fine, sus disfraces los diseñaba American Stile y los entretenimientos lúdicos se los aportaba el Comando de la Resistencia Emeritense “Fray Juan Ramos de Lora”.
Su Plan para la Liberación de Occidente, que lo mantuvo en vilo durante cuatro meses, era realmente magistral: Asaltar el Casino del Hotel de la Pedregosa por la entrada del Santo Niño; hacerse fuerte en el salón Los Espejos de la piscina sin permitir que en un ápice le fuesen a bajar las ofertas en las pulsaciones de los manubrios de “Immune Attack”, y de allí pasar al flanco de la Barbacoa en los ventisqueros de la medianoche. Para su plan se mantuvo esos cuatro meses en un intensivo entrenamiento, que le estragó los sesos y acabó por provocarle una congestiva dispepsia meta-anal.
Sus sufrimientos se acrecentaron en los aciagos días de diciembre, cuando recibió más de cien (“¡putidantescos!”, dijo él) regalos: tusas afro-eléctricas, dictáfonos, radios, playstations, miniaturas de televisores, celulares, relojes y pulseras detectoras de malos espíritus “ultravioletas rojos rojitos”, sin contar, claro, los centenares de aportes en dólares de la Asociación Freedom House de Ancianas Bien Buenas en busca de Chamos Descontrolados. Agobiado, porque ya no encontraba cómo esconder o guardar tantas vainas, y temiendo que otros como él se las fuese a birlar, ahora en sus manos, contantes y sonantes, decidió asaltar los cielos y correr al Vaticano. Baltazar le había asegurado que ya todo estaba hablado con el Nuncio Apostólico, aunque le pidió: “Rece mucho porque la cosa no sigue siendo fácil, mire que el tirano anda desmadrado…”
El plan de fuga se fue madurando en las carnestolendas noches de las Ferias del Ron, luego de haberse hartado de unas cuantas muy malísimas corridas en la Plaza de Toros de Mérida. Fue él quien le sugirió al alcalde Carlos León: “Coño, chico, crea una Escuela de Toros Bolivarianos, para que descabelle al toro a lo criollo, con el martirologio de una lanza paecista.” Lleno de asco por tanta decencia, sin poderse cagar por tantos meses en la respetabilidad de nadie, orlada su frente de meritorias luces académicas; arrechamente compungido, propuso que su gran escapada se diese el 13 de marzo, fecha en que se conmemoran 20 años del asesinato de Carvallo Cantor. “Quememos las últimas naves de la paz y partamos para el paraíso que nos ofrece don Baltazar. Adelante con los faroles, muchachos”.
Y partieron en caravana, con autobuses de la ULA, con un conteiner con todas sus vainas, y el propio Comandante del Frente “Orlando Urdaneta”, en una limosina asignada por la rectora de la Madres de la Plaza Altamira. Y en partiendo dirigió una proclama a los libertadores de Caracas, Cabeza de Motor y Antonio Ledesma, y colorín colorado esta verga se ha terminado.
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