Da risa amarga oír a Vladimir Villegas, aunque no es como era antes a la una por Globovisión con aquella energía estrepitosa de estar firme y apoyado que ni en su casa y, tristemente eso quedó en su recuerdo de vivencias de uno más que como político izquierdoso perdió la compostura y hasta la razón de demostrar que con Chávez o sin él lamió las esperanzas de un proceso que le enredó estar en el poder a su gusto en revolución, aunque sí comió bastante de él.
Pero como todos los desorientados que van quedando fuera del dale que fuimos y alarmados de más de lo mismo envejecen arrimados a déjame decir esto cuando se atrevió hablar de Guaidó y de Petro, no aguantó las ganas.
Quietamente se distrae no metido entre presos políticos que él nunca lo ha sido, es decir, que es un gran demócrata a su conveniencia que suda pujando palabras tormentosas sin sotana de arrugas y hasta bailará soñando que salir de Venezuela es para más de un corrupto de esos que consiguieron y aparentan ser honestos sin malas intenciones y, otras con cargo de enfermera en particular, se sacrificaron a irse a vivir presas en una cárcel gringa a esperar a pasar el tiempo perdido como parte del sueño americano no como lo hizo Guaidó en quien Vladimir ve con ojos de piedad como la invención unilateral de Trump.
Mientras por acá entre cobijas de sol ardiente margariteño que asa como consuelo de paz a los turistas rusos que a fuerza de Vodka atrapan la convivencia del pueblo margariteño de un lado a otro sin provocaciones de odios y, vienen y se van forjando un turismo que comienza a dejar frutos en dólares, mientras Vladimir sigue lanzando por radio lisonjas que no engordan y en vez de venir a la isla de Margarita a pellizcar runrunes tiernos que abundan en sus playas, se empecina en darle respiración artificial a Guaidó que políticamente está más muerto que vivo como pobre borracho de ilusiones que, solo le queda jugar a los dados de la intriga casual con los gringos, mientras Petro en Colombia actúa más por el bienestar de los venezolanos que sin escorarse en él que hace años se autoproclamó como el salvador de Venezuela de la dictadura que él mismo se inventó como buen miliciano adeco y, a quien los gringos le dieron velas en ese entierro que hoy no lo lloran, pero tampoco lo aclaman como lo que quizás, a lo romulero es un cadáver insepulto y, Vladimir ayuda a que lo entierren en paz cuando nos recuerda que los gringos lo han dejado solo y para su provecho como un deseo invernal habla de los presos políticos -pobre de ellos- y con la ñapa heroica de las elecciones libres libera a Venezuela, las que se le deben fijar fecha según él, posiblemente para volver a la democracia como a ellos le gusta con el afán que algún día él pudiera sacarle provecho más del que logró y sacó con Chávez.
La verdad es que hombres como Vladimir tal cual piensan y actúan son los que pueden a futuro salvar a Venezuela, si posible es... y, que así sea.