Dos opciones nefastas camino al 2024. Los venezolanos en una fea encrucijada

De cara a las futuras elecciones presidenciales del año 2024, hasta ahora, para los venezolanos se definen dos opciones únicamente: La primera de ellas es que el actual presidente logre otro mandato (sería el tercero) y, en ese caso, Venezuela seguiría bajo el bloqueo económico financiero norteamericano; los trabajadores seguiríamos teniendo los derechos conculcados (recordar instructivo ONAPRE, violación de convenciones colectivas, leyes laborales y constitución); la inflación seguiría siendo monumental (por la aplicación de una política económica monetarista que tiene al frente a Jesús Faría); habría pocas o nulas posibilidades de aumentos salariales; seguiría el ataque a la moneda nacional; la pobreza y la migración seguirían creciendo; los empresarios seguirían saliendo favorecidos; la economía crecería en un crecimiento más ficticio que real, y tal crecimiento no redundaría en beneficio de la mayoría; los empresarios seguirían obteniendo dólares de la exigua renta petrolera; el Banco Central seguiría quemando dólares en su intento de frenar el alza del dólar paralelo; seguiría la educación, a todos sus niveles, en picada; los servicios públicos seguirían siendo un verdadero desastre; la mayoría de los venezolanos no tendrían acceso a internet (véase los precios de ABA CANTV); en fin, Venezuela seguiría en la ruina, destruida y sin ningún tipo de posibilidad de salir adelante; sin dejar de lado que la corrupción endémica seguiría mermando los escasos recursos con los que contamos.

Es de hacer notar, que no he querido mencionar todos los desastres que sé que ha hecho el gobierno, sino que he citado solo algunos puntos relevantes para ilustrar el caso. La segunda opción está encarnada en lo que solemos llamar la oposición extremista, que ya está mostrando cuáles son sus pre candidatos. Lean ustedes algunos de esos nombres: El conde del guácharo; María Corina Machado; Capriles Radonski; Juan Pablo Guanipa; Henry Falcón; Manuel Rosales. De resultar electo alguno de los representantes de la oposición extremista, vendría, inmediatamente, la entrega del país a Estados Unidos; se expandiría una ola de privatizaciones que seguro tocará a PDVSA (tendrían que cambiar la Constitución); aplicarán más fuertemente el neoliberalismo que el propio gobierno del presidente Maduro (lo cual ya es mucho decir); vendrían persecuciones políticas y violaciones de derechos humanos al por mayor y con el apoyo norteamericano y europeo; Venezuela sería más que nunca para la casta de los ricos; la pobreza sería rampante, al igual que la marginalidad y se dispararía la mortalidad infantil; se endeudaría al país con los organismos internacionales (Banco Mundial y FMI); en fin, Venezuela seguiría siendo un infierno, solo que con otro tipo de política, pero también neoliberal y entreguista.

Al parecer, esto es todo lo que hay en el futuro inmediato de Venezuela y, por lo que se ve, los venezolanos vamos a seguir sufriendo y sobreviviendo (ya que aquí no se vive). La alternativa sería, que surgiera un candidato potable por el cual pudiera el pueblo volcarse a votar en masa. Tal candidato pudiera surgir de las filas del chavismo descontento. Lo cierto es que necesitamos tener al menos una opción decente por la cual votar.

Hay que decir, sin embargo, que aunque saliera el candidato potable, su posibilidad de éxito es muy limitada, ya que sería difícil que pudiera derrotar al gobierno con su poder económico, y a la oposición, también con su poder económico más las ganas de muchos de sus votantes de una "venganza" contra el chavismo.

Estamos en una encrucijada, y una muy fea. Si un gobierno no reacciona a las imágenes de bebés llevados en hombros y en brazos cruzando el Río Bravo, si eso no los lleva a tratar de llegar a un acuerdo con Estados Unidos (la oposición en verdad no existe, son solo mandatarios), entonces realmente el panorama se torna bastante oscuro. A este punto, la mayoría de los venezolanos creemos que el gobierno solo está haciendo todo lo posible por mantenerse como tal, y que nada le importa el pueblo (ni el que se va, ni el que se queda).

Entre la espada y la pared, caballeros; encrucijada, fea encrucijada.



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José Miguel González Villalobos

Abogado, Magíster Scientiarum en Derecho Procesal Civil, Cristiano, Bilingüe, con baja tolerancia a la estupidez. Entrenador personal.

 miguelvillalobos9@hotmail.com      @jomigovi

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