La retorcida mente de Santander defendiendo la esclavitud, ¡Ay Colombia, el legado de vuestro Magno Leguleyo!…

  1. Durante 1820, Simón Bolívar insiste en la liberación de los esclavos, pero procura dar ejemplos prácticos de la importancia de su liberación para ponerlos al servicio de la liberación de nuestros pueblos. Hacerlos soldados de la causa de la libertad misma. Hubo negros que pasaron de esclavos a distinguirse como brillantes guerreros en el ejército patriota, tales como Leonardo Infante quien llegará a ser de los más destacados oficiales en la Batalla de Boyacá, lo mismo que el capitán de granaderos Domingo López de Matute (admirado por Sucre y quien fue uno de los más valerosos oficiales en la Batalla de Ayacucho).

  2. Exige El Libertador al Vicepresidente Francisco de Paula que le envíe libertos a San Cristóbal para engrosar su ejército, que ya está listo para enfrentarse a los realistas en Carabobo; Santander vacila y da excusas deplorables para no satisfacer la orden, por cuanto le parece contraria AL BIENESTAR ECONÓMICO de la Nación. Le argumenta Santander a Bolívar, por ejemplo, que los esclavos del Cauca están en manos de hacendados patriotas (quienes viven de aquellos infelices); que libertarlos sería un serio inconveniente para la producción económica y la revolución misma.

  3. Bolívar no acepta estas perversas razones que les da el Vice, pero al mismo tiempo para evitar aparecer como impositivo, le escribió: "Las razones militares y políticas que he tenido para ordenar la leva de los esclavos son muy obvias", y le copia el siguiente párrafo del famoso autor de "El espíritu de las leyes": "En los gobiernos moderados la libertad política hace preciosa la libertad civil: y el que está privado de ésta última está aún privado de la otra; ve una sociedad feliz, de la cual no es ni aún parte; encuentra la seguridad establecida para los otros y no para él. Nada acerca tanto a la condición de bestias como ver siempre hombres libres y no serlo. Tales gentes son enemigos de la sociedad, y su número sería peligroso".

  4. Este párrafo es de una pureza filosófica ejemplar. Comprendemos por qué Bolívar quedó cautivado ante tan hermosas y evidentes verdades de Montesquieu; él, tan enamorado de la libertad. ¿Llegó alguna vez George Washington, por ejemplo, a compenetrarse de tan grandes valores para exigir la libertad de los esclavos del norte? ¡NO! George Washington nunca fue un pensador de tales dimensiones. George Washington fue básicamente un ganadero, que encajaba perfectamente en la clase de sistema que estaba defendiendo.

  5. Ante la brillante observación que le hace el Libertador a Santander, la respuesta de éste de deprimente, pedestre, hasta vulgar: "Cuando le consulté a usted sobre la libertad de los esclavos fue para tener una regla de mi conducta en las mil reclamaciones que harían los propietarios, que subsisten exclusivamente de la esclavitud... como su Montesquieu es su interés, no sabía cómo evadirme de sus reclamaciones". ¡No sabía qué responder a los propietarios! Hemos de creer, que Bolívar debió calibrar (con horror) en ese instante la verdadera calidad moral del hombre que había quedado en la Vicepresidencia de la República. Y lo peor, irremplazable durante muchos años.

  6. Insiste sin embargo Bolívar en darle clases de elevada sensibilidad política, y le explica con detalles que la avaricia de los colonos de Haití hizo la revolución, porque la república francesa decretó la libertad y ellos la rehusaron. "Yo creo -le contestó el Libertador a Santander- que sería muy útil ilustrar la opinión de esos hombres alucinados por su propio interés y a quienes su verdadero interés debe desengañar. Ciertamente el oro y la plata son objetos preciosos; pero la existencia de la república y la vida de los ciudadanos son más preciosos aún. Creo que debe escribirse tanto a los jefes como a los magnates lo que conviene que sepan para recordarles lo que afectan ignorar".

  7. Y he aquí otro rasgo sublime de las brillantes profecías de Bolívar: "¿Qué medio más adecuado ni más legítimo para obtener la libertad que pelear por ella? ¿Será justo que mueran solamente los hombres libres por emancipar a los esclavos? ¿No será justo que éstos adquieran sus derechos en el campo de batalla? Me parece una locura que en una Revolución de Libertad, se pretenda mantener la esclavitud".

  8. Vemos así, la razón del residuo agresivo, insoluble y manifiestamente alarmante del racismo en América del Norte, dejado por George Washington, y que luego habrían de expandir y fortalecer aún más sus tenientes, sus colonos. Ni el negro ni los indígenas de aquellas regiones tuvieron la oportunidad de pelear por su propia tierra, por su propia libertad; "LA LIBERTAD SE LA REGALARON", fue un acto de piedad, como quien concede una limosna. De modo, pues, que por este acto, el negro, quedaba desquiciado, malogrado interiormente por un derecho que desconocía, por el que no había luchado, por el que se le había dado la oportunidad de luchar, ni había dado su sangre. Por ello, en aquellos países, el blanco los ve con desdén, con desprecio, porque no les permitieron que se ganaran con valor y dignidad el derecho a ser libres. Ese residuo moral, que a estas alturas parece insoluble, se debió a que los libertadores de América del Norte, insisto, no previeron, como sí lo vio con claridad Bolívar, la necesidad de incorporar al negro a la guerra. En lugar de convertirse elementos de "perturbación" en EE.UU. el haberlos incorporados a la lucha por la independencia, tal cual como se lo pedía Bolívar a Santander, habría hecho menos traumática la asimilación a la sociedad de estos esclavos, les habría facilitado integrarse mejor al trabajo, y ser una fuerza de solidez y estabilidad para la naciente república.



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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