Nuestra historia se funda en una incurable vergüenza, por haber nacido y por habernos independizado…

  1. A raíz del coloquio Historia ¿REALIDAD O FICCIÓN? (auspiciado por el Centro Nacional de Historia, la Biblioteca Bolivariana de Mérida y la Comunidad de Santa Elena) presentado en la Casa del Costurero en Mérida (el viernes 11 de agosto), cuyos ponentes eran Carlos Rivas, Xavier Rodríguez y Adriana Rodríguez, con intervenciones geniales de todos los presentes, me vino de manera espontánea y directa (como suele ocurrirnos) plantear el tema, de que la única historia que conocemos en América Latina (además de nuestros miedos) es el de la VERGÜENZA. Aquí lo resumo de la siguiente manera.

  2. Estuvieron presentes milicianos, caleteros, campesinos, amas de casa y estudiantes, por lo general ninguno especializado en el conocimiento de la historia oficial o académica. Eso sí, profundamente sensibilizados con la lucha del presente, con la memoria del país y los desgarros personales en esta perenne sobrevivencia a la que nos enfrentamos.

  3. Esta inmensa VERGÜENZA, la de encontrarnos aquí (aprovechándonos abusivamente de los bienes de Occidente, cual miserables advenedizos), debe conocerlo todo aquel que quiera indagar sobre nuestra HISTORIA, cómo es que hemos llegado hasta el presente, cuál es nuestro verdadero lugar en este mundo, de dónde provenimos, y en qué consiste la razón última de este turbulento y aciago proceso de torturas al que aún estamos sometidos (ya no con el título de esclavizados o colonizados, sino con el de perennemente AMENAZADOS, SANCIONADOS, BLOQUEADOS).

  4. Fue una gran sorpresa, primero, el que nos encontraran (en 1492) y nos sacaran a la luz, además, del modo mítico y simbólico como nos encontraron: con las vergüenzas al aire, lo que fue suficiente para vernos pecaminosos, bestiales y salvajes. Desde entonces se nos obligaría a taparnos no sólo las VERGÜENZAS sino también nuestros sentidos. De allí en adelante comenzamos, en nuestra infinita inocencia (mansedumbre y dulzura), a SENTIRNOS CULPABLES, al tiempo que descubriríamos nuestras inmensas "limitaciones" y "deficiencias", la mayor de ellas: NUESTRA FLOJERA (o debilidad física). Es decir, no sabíamos nada del TRABAJO que aquéllos manejaban (manipulaban) y por tanto "no servíamos para nada". No les éramos prácticos, por lo que la sabiduría y magnanimidad de aquellos santos varones (principalmente Bartolomé de Las Casas) les llevó a la idea de traernos ayudantes de África (y aminorar las cargas)... Repetimos, estas fueron las revelaciones de nuestras PRIMERAS y grandes VERGÜENZAS. Ninguna de esas vergüenzas después de cinco siglos, se han extinguido o "superado".

  5. Así hemos ido naciendo con el estigma de esas inmensas vergüenzas, generación tras generación, prolongándose como un martirio inconmensurable, por lo que hemos acabado por abusar de la clemencia y de la bondad de los civilizados (tratando de pedirles migajas, pan, asilo, protección y hasta sueños sobre CALIDAD DE VIDA) siendo a la vez muy poco lo que hemos podido retribuirles, aportarles (no más que lo que han hallado en "nuestros" territorios), recursos naturales que para nosotros tenían otro sentido mágico, no la utilidad que ellos les han dado y les dan (por lo cual, según nuestros descubridores consideran que no los merecemos). ¿Con qué derecho? Y en ese tránsito, al día de hoy, apenas si llegamos a la condición de MEROS ENTROMETIDOS (en el des(CONCIERTO) de las naciones.

  6. Aunque de mil maneras diferentes tratamos de ocultarlo durante siglos (con himnos, mausoleos, ofrendas, panteones, estatuas y efemérides patrias) hemos sentido una gran vergüenza (y CULPA) por todo lo que les hizo Bolívar a los españoles, mediante el Decreto de Guerra a Muerte, "vejándolos", "insultándolos", "faltándoles el respeto", un hombre terco y empecinado quien nunca quiso obedecer la orden del primer rey borbón que nos mandó a callar, aquella su majestad de don Fernando VII. Nunca quisieron que pensásemos, ahora en este siglo mucho que hablemos.

  7. En cuanto aquel insurgente y rebelde desapareció, todas las viejas vergüenzas nuestras, que casi con él logramos vencerlas, salieron a flote, se expandieron y recrudecieron. Sus viejos tenientes (Páez, Santander, Flores), profundamente avergonzados procuraron devolvernos aceleradamente a los valores de la realeza española. Páez pidió que volvieran a nuestras tierras muchos de los realistas expulsados de Venezuela, para que recobraran sus bienes y también para que reescribieran nuestra historia (a gusto de los europeos). Santander eliminó el nombre de Colombia devolviéndole a su país el del Virreinato de la Nueva Granada. Juan José Flores llegó a pedirle a España que viniera y rescatara sus posesiones perdidas en América.

  8. La vergüenza nuestra, entre 1830 y 1870, fue fortificándose, recrudeciéndose, haciéndose cada vez más bochornosa, más espesa, formal y formidable. El sabio Fermín Toro, profundamente avergonzado (al igual que el liberal Florentino González de la Nueva Granada), pedía a gritos que los gringos nos anexaran a su territorio y así sacarnos del desvergonzado laberinto en que vivíamos. Para entonces los PAÍSES SERIOS y DEMOCRÁTICOS, no querían alianzas ni acuerdos con seres tan avergonzados de sí mismos.

  9. El Ilustre Americano, don Antonio Guzmán Blanco, en un esfuerzo desesperado por ocultar sus mil veces trajinadas y envilecidas vergüenzas, trató hacer de Caracas un pequeño Versalles. Casó a sus hijas con marqueses y se fue a vivir a París, para así él, personalmente, pretender decirle al mundo que había vencido sus vergüenzas con las que había nacido y tanto lo atormentaban. Desde entonces, hasta mediados del siglo XX, nos hicimos LATINOS, adquirimos la manía de imitar en todo a los franceses, nos hicimos positivistas.

  10. Juan Vicente Gómez, quien produjo entre nosotros el giro copernicano hacia los gringos, en la pura dignidad de la vergüenza que le acicateaba, diciendo que como nosotros no sabíamos nada de recursos minerales, que ellos hiciesen las leyes para llevarse todo el petróleo que quisieran. Y los gringos comenzaron a desplazar a los franceses y a poner de relieve nuestras deficiencias tecnológicas y científicas, llevando al límite nuestras ya líricas vergüenzas.

  11. En muriendo Gómez, nuestra adoración por el becerro de oro gringo ya estaba definitivamente instalado, colocando nuestras vergüenzas en niveles siderales. Nos reconocimos ingobernables y por doquier multitud de intelectuales (José Gil Fortoul, Laureano Vallenilla Lanz, Rómulo Gallegos…) pedían a gritos que se mataran a todos los malditos CENTAUROS (Bolívar, Sucre, Urdaneta, Zamora…) que traemos en la sangre. Un señor llamado Rómulo Betancourt, conmovido y dotado de las ideas de los ANTI-CENTAUROS, le rogó al bello gringo Nelson Rockefeller que nos ayudara a disimular un poco nuestras vergüenzas, instalando en nuestro país otras empresas (además de las petroleras) y Betancourt sirviéndole de intermediario solicitó al gobierno y a la burguesía le regalase grandes extensiones de terreno para convertirlo en un poderoso latifundista (y tapador de vergüenzas ajenas).

  12. Durante la etapa del Puntofijismo, nuestros presidentes aprendieron a decirle YES a todo lo gringo. Don Rómulo Betancourt, imitando a Franklin Delano Roosevelt (que tenía su perrita Fala), para tapar un poco nuestras deplorables humanidades, les enseñó a sus compañeros de partido, como adoptar perritos de lujo, porque él mismo llevaba a todas partes su encantador can "Gay". Miami y Hollywood se convirtieron en la meca de muchos avergonzados venezolanos, que hacia allá corrieron en plan de tapar sus vergüenzas, tal como a su manera lo había intentado Antonio Leocadio Guzmán (aunque nunca pudieron…).

  13. Finalmente, llegamos al siglo XXI en el que las vergüenzas adquirieron un estado demencialmente pavoroso, puesto que las potencias de occidente nos sacaron todos nuestros viejos trapitos al aire (collares, plumas, guayucos,…), evidenciando al mundo las vergüenzas de muchos de nosotros a niveles catatónicos. En realidad, nos tenían cogidos por los huevos. Y fue así, cómo la fulana estampida en busca de las LUCES y SUEÑOS, las consabidas y ansiadas TAPADERAS CIVILIZATORIAS, se convirtieron en locura bíblica. A la vez que genial emboscada tendida desde y fuera del país. Los pobres que "huyeron" iban delatadas por ellas. ¡Cómo esconderlas o disimularlas! porque como nunca antes, Occidente se encargó de recalcárselas mediante cárceles, torturas, despojos de todos sus derechos humanos, con la consabida expulsión de éstos de sus territorios, restricciones de todo tipo (no pueden laborar, ni andar por las calles ni tener un lugar donde dormir), recibiendo sanciones penales, duras reglas para los MIGRANTES que pretendan acogerse a un asilo, ….



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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