Recientemente, Antonio Ecarri, líder del movimiento social y político "Alianza del LÁPIZ", ha presentado al país, la proposición de que se elija mediante voto directo, universal y secreto, al Contralor General de la República, cargo del Poder Moral recientemente vacante por la designación de su titular, Elvis Amoroso, como Presidente del Consejo Nacional Electoral por la Asamblea Nacional. Se trata de una exigencia muy acertada y oportuna, que moviliza la política de una manera racional y constructiva e impulsa con seriedad la profundización de la democracia, presionando para sacarla del pantano de mediocridad en que se encuentra desde hace ya cierto tiempo. Además, la propuesta recoloca la iniciativa del debate político trascendente en un sector de la oposición claramente democrático, que tiene a la educación como el centro de su actividad y como base del desarrollo nacional.
La solicitud de Ecarri está basada en el artículo 279 de la Carta Magna. Éste claramente establece que si ninguno de los propuestos en la terna presentada por el comité de postulaciones, designado por el Poder Ciudadano, para ocupar alguno de los cargos de dicho poder, obtiene las dos terceras partes de los votos en la Asamblea Nacional, se debe ir a una elección popular para la selección respectiva. Bastaría entonces un acuerdo político en la Asamblea, para no elegir a ninguno de los integrantes de la terna mencionada, sino someter la decisión a la voluntad soberana del pueblo venezolano. En el caso actual, bastaría con una decisión del partido de gobierno para que se produjera tal hecho, pues éste controla hegemónicamente el Poder Legislativo. Por supuesto que ni Antonio Ecarri, ni quien escribe, somos ingenuos para pensar que el gobierno va a acceder a esta solicitud dado su talante democrático participativo y protagónico. No. No se trata de eso, aunque tampoco debe descartarse a priori.
No se trata ni siquiera de pensar que la terna enviada por el Comité de Postulaciones, pueda tener al menos un integrante no controlado por el Ejecutivo, por quien llamar a votar en esa elección si la misma fuera convocada. Se trata de estimular toda una discusión sobre la independencia necesaria de los poderes en toda república, de plantear la conveniencia del control de unos poderes por otros, para garantizar que no se cometan errores, abusos e ilegalidades, y sobre todo en relación a un flagelo que nos empobrece financiera y moralmente: la corrupción. Se trata de dar un debate y hacer un juicio público sobre la actitud indolente, negligente y delictiva de la Contraloría durante todos estos años. Y de quien fue su máxima autoridad, que cínicamente deviene, por la acción del propio gobierno en una Asamblea Nacional que carece de pluralidad, en ser la máxima autoridad del Consejo Nacional Electoral.
La proposición de Ecarri no pretende ser original, en el sentido de haber sido el primero en proponer elecciones para la integración del Poder Moral. Esa originalidad no la tiene nadie, pues desde antes de la Constituyente de 1999, ya varias personas habían propuesto que el Fiscal General y el Contralor, así como los integrantes del CNE y hasta los del TSJ, deberían ser escogidos mediante el voto popular. Lo que hace interesante a esta proposición en este momento es lo oportuno de la misma, teniendo en cuenta la situación política del presente, que incluye la falta absoluta en el momento actual del Contralor, luego de un desempeño claramente inconstitucional y al servicio del Ejecutivo Nacional y del PSUV. Otro elemento importante es su desvergonzado traslado al organismo electoral, luego de ser durante años un instrumento de Maduro para la inhabilitación política ilegal de líderes opositores.
A lo anterior se suma que estamos en el año previo al de las elecciones presidenciales, en un gobierno sin el apoyo popular del pasado y que sólo se sostiene porque las fuerzas opositoras más tradicionales se lo han permitido con sus locuras violentas y abstencionistas. Ese gobierno debe decirle a la población si realmente cree en la democracia participativa y protagónica, lema con el que se llena la boca, pero que no se corresponde con su práctica. Debe explicarle a ese pueblo que dice representar, si realmente defiende la independencia de poderes y si tiene el valor de medirse electoralmente antes de las presidenciales. Es una propuesta que pone también a la oposición de las primarias a tener que pronunciarse y demostrar que realmente puede caminar un sendero unitario en defensa de valores democráticos básicos. Es una propuesta a ser asumida incluso por los sectores más avanzados del oficialismo. Todos tienen la palabra.