Allá nací rodeado del esplendor de tu pobreza y en plena juventud tuve que migrar a Caracas, mi amada Caracas, cómo olvidarla por más tiniebla que me nuble, mi existencia, imposible no envolverme con su manto de caridad. Malos y buenos días me entretuvieron en busca de la coexistencia para seguir adelante como todo un bohemio de aquellos tiempos que por ratos me consuelan traerlos al presente ahora que resido en otro país, como un desconocido más que se cansó de la audacia negativa de los políticos que nos gobernaron y, de los que actualmente no se cansan de maltratar a Venezuela entre tanta codicia de poder que, hoy día mantiene al presidente Maduro como un campeón oligarca en China haciendo malabares ilusorios de acercamiento de más de lo mismo en la misma dirección de un rumbo que se les escapo dentro de su socialismo que cobija a muy pocos y con unos viejitos bien desamparados que solo les queda vivir protestando por su subsistencia dentro de ese círculo rutinario de hoy no mañana sí.
Salí de Margarita casi de madrugada arropado de valor para llegar al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar a embarcar por la tarde en un avión de Iberia, aparato que me trasladó al aeropuerto de Barajas en Madrid y, de allí viajar en otro avión de Iberia hasta Barcelona donde me esperaban mis hijas y una nieta y fue tan inmensa la emoción que sentí de estar nuevamente con ellos fuera de mi país el que dejaba atrás, país que difícilmente reencuentre el horizonte humano del bien para todos mientras, esté bajo el mando de la dictadura del Psuv con Diosdado aspirando a no sé a qué sin ser el rey de la selva. Pero mal no vive como todo un volcánico dominante revolucionario que acapara todo e irrita a otros. Vaya capacidad de acción de un teniente que quizás toda Venezuela sea de él y solo de él.
¡Qué de cosas no! ¡Ay mi Venezuela!
Tanta incertidumbre me preocupa y mis años me pesan, pero con mucho amor por convivir dejando atrás una soledad de viudez en Margarita y ahora en una ciudad de España que me atrae como es Barcelona, alegre, visitada y transitada en que pronto espero hablar el catalán aunque sea en mi lenguaje de obtuso margariteño que todavía siente y padece, entretenido quizás con unas ganas de ser libre a lo que salga dentro de la convivencia plural sin fastidiar a nadie.
Llegar al AISB me pareció llegar a un cuartel militar porque, militares por demás había en todo lo que es seguridad, control, revisión, siempre con su toque de autoritarios y abusadores que, preguntan cosas que van en contra de la libertad de las personas que fastidian y molestan por demás, pero eso es lo que hay en la democracia socialista de Maduro que, para el colmo impositivo del abuso del poder me impusieron que tenía que hacerme una prueba radiológica por más que me opuse a ella, creo que, pensaron que era una mula que llevaba drogas en su estómago o, quizás por viajar solo imaginaron que no era digno de alejarme del país que ellos ayudaron a destruir. Vaya consideración de respeto hacia el ciudadano que para ellos somos pura mierda y como una dictadura cualquiera es el comportamiento y la actuación de los jefes militares y subalternos.
Viajé de lo mejor y llegué al aeropuerto de Barajas todo un laberinto por descubrir que me hizo pensar que todavía soy un hombre libre que sabe defenderse solo y dispuesto a demostrar que llegar a viejo vale la pena porque hay muchas cosas que aprender y sin descuidar principios y respetar todo lo que haya que respetar, pero con dignidad y jamás entregarse a la baja moral y de dejarse utilizar por otros, es decir, soy quien soy y lo soy,. Siempre de frente sin miedo alguno, pues sabemos lo que nos espera, pero mientras, no dejaré de soñar.
¡Adiós Venezuela! Hasta nunca...
Eternamente agradecido hasta lo posible.