Isaias Medina Angarita y el fin de un espíritu institucionalista y de concordia

"El 30 de noviembre de 1945 termina el cautiverio de Isaias Medina. Lo trasladan a Maiquetía, fuertemente custodiado, en compañía de su eterno ministro de Obras Públicas y condiscípulo del primer año de estudios en la Escuela Militar, Manuel Silveira, y un militar de guardia. Se le nota que ha rebajado mucho de peso, y el asomo de una barba de varios días le oscurece el rostro. No pronuncia ninguna palabra, mira sin fijarse en nada, y el entrecejo es un nudo de pliegues. Apenas levanta la mano un segundo en señal de saludo a un pequeño grupo de personas que se han juntado en la terraza del aeropuerto. En total, son 16 los altos personajes del régimen caído los que van con él al destierro.". Antonio García Ponce. Isaias Medina Angarita. Biblioteca Biográfica Venezolana.

El 15 de septiembre de 2023, se cumplen 70 años de la desaparición física del tachirense general Isaias Medina Angarita; el último de la dinastía andina en el poder institucionalizada a partir de octubre de 1899 con el triunfo de la Revolución Restauradora capitaneada por el general Cipriano Castro, pero también es el primero en profundizar los cambios y aperturas, sensatos, firmes y prudentes, en el tránsito de la dictadura a la democracia.

Juan Vicente Gómez sucesor de Castro, había favorecido a los latifundistas, allegados suyos en su mayoría que se hacían de las mejores tierras, a la burguesía comercial importadora y a la financiera, una especie de trípode económica, como le llamó el profesor Domingo Maza Zavala, que producía fuerza y estabilidad a su régimen. Agregado a esto vino la danza de concesiones petroleras que alcanzaron una séptima parte del total del territorio nacional, la fuerza económica de la explotación petrolera ocupaba la atención del dictador y sus condotieros, mientras las plantaciones de café y cacao se arruinaban progresivamente. Así la exportación petrolera asciende al primer renglón de la economía dejando atrás a la hasta entonces prodigiosa producción agrícola, especialmente la cafetalera.

El general Eleazar López Contreras, sucesor en la presidencia a la muerte del dictador Juan Vicente Gómez en 1935, había recibido el mando en el marco de un país convulsionado y atenazado por dos concepciones del acontecer político. La del viejo gomecismo con fuerte influencia aun dentro de los círculos de poder y quienes pujaban por la apertura plena a la democracia y el desmontaje absoluto del pavoroso andamiaje dejado por Gómez. López Contreras bajo su popularizado slogan: "Calma y cordura", inicia un interesante proceso de transición que si bien es cierto posee en demasía los deplorables rasgos de su antecesor, lleva adelante importantes eventos, tales como el acortamiento del periodo presidencial y la reelección inmediata, toda una novedad, en una nación que a partir de su vigencia republicana se caracterizó por la pretendida eternización de sus gobernantes en el poder, donde muchos de ellos, apelando a ambages legales se extendían el mandato, que bajo todo tipo de triquiñuelas se hacían reelegir o, en tal caso, dejaban en sus cargos a adláteres continuando su dominio en el mando tras bastidores. López impulsa además el fortalecimiento de las instituciones estatales y acomete importantes obras de infraestructura en un país asediado por la decidía, el atraso, la miseria y las enfermedades tropicales que hacían estragos en la población de entonces.

Medina Angarita asume la presidencia, en un país "pacificado", con presos y desterrados, partidos políticos (especialmente de izquierda) ilegalizados. Con un activismo militante soterrado, pero además con la creciente organización de las fuerzas sociales, gremios y sindicatos, con una prensa que comenzaba abrirse a la difusión de las distintas visiones y opiniones, camino a consolidar la libertad pública para esas distintas visiones. El nuevo presidente abre el compás a todos esos anhelos, evocando un clima de respeto, tolerancia y pluralidad que imprimen mayor velocidad a la ampliación de las libertades democráticas. Legaliza los partidos políticos, abre las puertas de las mazmorras carcelarias a los aires de libertad y aúpa el retorno de los desterrados. El clandestino Partido Democrático Nacional, adquiere ahora el atributo de la legalidad bajo una nueva plataforma partidista: Acción Democrática y con el sale a la luz del libre ejercicio político su líder Rómulo Betancourt, y con él el surgimiento de una nueva generación que marcaría en años posteriores el rumbo político de la nación.

La Gestión de Medina Angarita instaura una reforma agraria que intenta disminuir el asfixiante latifundismo y abrir brechas al bienestar de los campesinos. Pone en marcha en 1943 la Ley de Hidrocarburos, que permite incrementar los ingresos fiscales a la nación, apoyándose para ello en las nuevas leyes de Tributos y Aranceles Aduaneros, restringiendo así las desproporcionadas ganancias de las compañías petroleras que le ganan el descontento y perciben con desdén el desempeño gubernamental.

Tales desavenencias se manifiestan además en el propio López Contreras a quien Medina nunca aceptó que su gobierno estuviera sometido bajo su tutela. Igualmente, otro frente se abría desde un sector de las Fuerzas Armadas, que argumentaban su descontento acusando a Medina de dejar de lado la modernización y tecnificación del Ejército, que promovía ascensos inmerecidos además del lento desplazamiento de los viejos militares gomecistas, aunado a los bajos salarios. Al respecto señala Nora Bustamante: "En relación a este doble frente de lucha que se abría al gobierno medinista, el carácter del Presidente venía a constituirse en un factor de agravamiento de la crisis porque Medina era un hombre bondadoso, cordial, extrovertido, de una estupenda condición humana, lleno de deseos de hacer el bien a Venezuela, con condiciones innatas de líder; de palabra fácil y espontanea que sabía llegar directamente al corazón de las masas, sin necesidad de recursos demagógicos; pero no era político y en ciertos casos llegaba hasta pecar de ingenuidad política.".

Medina, no logra alcanzar el objetivo de sus propósitos políticos y económicos a consecuencia de los factores puestos de manifiesto, entre los que cabe mencionar, su abierta ruptura con López Contreras; los lentos y esmerados pasos a la apertura plena de los canales democráticos como la pospuesta reforma al sistema electoral para el establecimiento de elecciones universales directas y secretas para la escogencia del presidente de la Republica y; su casi indiferencia al descontento prevaleciente en un grupo de la joven oficialidad militar por los motivos antes mencionados.

Todos estos aspectos se convirtieron en caldo de cultivo, que supo aprovechar el Departamento de Estado de los Estados Unidos para cobrar la deuda del descontento y del rechazo de las empresas petroleras extranjeras a la pérdida de beneficios luego de la reforma petrolera implementada. A lo anterior se agrega la ambición desmedida de un grupo de civiles que aglutinados en Acción Democrática y encabezados por Rómulo Betancourt hicieron causa común con los militares sediciosos para ejecutar el 18 de octubre de 1945 un golpe de Estado.

La demencia del Dr. Diógenes Escalante (el candidato oficialista a las elecciones de 1946) fue la excusa. Solo amague hubo de parte de los conspiradores, para alcanzar el consenso en torno al gobierno para transitar el proceso de transición de la era gomecista hacia la consolidación del sistema democrático. Tal afirmación tiene su sustento en la apresurada respuesta de Rómulo Betancourt al anuncio del presidente Medina de la candidatura del Dr. Ángel Biaggini para que le suceda en el cargo. Biaggini, también tachirense formaba parte del gabinete gubernamental como ministro de agricultura y cría, y aun cuando no tenía la suficiente proyección de Escalante, mostraba sobradas cualidades políticas e intelectuales para ser electo presidente y ser el encargado de promover desde la primera magistratura la convocatoria a elecciones universales, directas y secretas, en un clima de concordia y de entendimiento entre todos los sectores de la vida nacional, un hombre sin pasado gomecista alguno, conciliador y dispuesto a iniciar ese gran salto democrático, ahorrando al país desavenencias y traumas, para así avanzar hacia un sistema estable y perdurable. Pero no era posible, el compromiso entre civiles y militares para deponer a Medina, era ineludible.

Medina Angarita es derrocado el 18 de octubre de 1945 - dijo Aristóteles: "La turbulencia de los demagogos derriba los gobiernos democráticos."- Asume el poder una Junta Cívico-Militar que gobernó durante tres años, convocó a una Asamblea Constituyente, sin duda la mejor en la historia republicana, no obstante otros intereses en el seno de las Fuerzas Armadas y en el apetito predador de los Estados Unidos saldrían a flote apenas tres años más tarde, cuando electo el Dr. Rómulo Gallegos como Presidente Constitucional en elecciones universales y libres, su mandato alcanza una duración de apenas ocho meses y es depuesto por los mismos militares el 24 de noviembre de 1948.

Medina representaba una concepción muy distinta a la de sus antecesores. Domingo Alberto Rangel, al precisar los rasgos más destacados de los gobernantes de las primeras cuatro décadas del siglo XX señala sobre Medina: "El propio presidente carecía de vocación por el rigor. Menos autoritario que Cipriano Castro, infinitamente menos primitivo que Gómez y mucho menos socarrón que López Contreras, Isaias Medina Angarita fue entre los mandatarios tachirenses el exponente de la generosidad personal y de la campechanía criolla. Con dotes subjetivas tan esclarecidas, luz de corazón, como dijo de él Arturo Uslar Pietri, era el de menores condiciones para el ejercicio de una dictadura autocrática.".

Medina no hizo mayor resistencia a la sedición en su contra, argumentando que no quería un baño de sangre, su concepción civilista le impedía entrar a un escenario, en caso de mantenerse en el poder, de inusitada represión, presos y desterrados, afectando sin duda el talante de civilidad y de ejercicio democrático que le había impregnado a su mandato. A los efectos precisa Bustamante: "En el momento de la decisión suprema prefirió ser un presidente derrocado a un presidente con poderes dictatoriales. Y ese gusto que un día fue considerado como cobarde entreguismo, hoy se le reconoce como noble desinterés y gallardo desprendimiento."

Medina Angarita sale al destierro y se le permite entrar al país en diciembre de 1952 con su salud en deplorables condiciones, fallece en Caracas el 15 de septiembre de 1953 a los 56 años de edad, bajo los cuidados de su entrañable esposa Irma Felizola y la solidaria presencia de sus hijos y amigos allegados, cumpliéndose ese día sus dos últimos anhelos: morir en su amada Venezuela y que su féretro fuera llevado en hombros por los venezolanos de a pie en larga procesión hasta el Cementerio General del Sur. Así fue, la asistencia fue multitudinaria. Tal y como lo señala una de sus más encomiables biógrafas, Nora Bustamante: "En doloroso desfile a la tumba, marcharon, mujeres, hombres y niños de la Venezuela que democratizó Isaias Medina Angarita, entonando entre lágrimas el "Gloria al bravo Pueblo".

En cuanto a la famosa Revolución de Octubre, con sus positivos logros, pero también con las trágicas consecuencias que trajo para el país, Domingo Alberto Rangel juzga su devenir señalando: "El régimen andino cayó el 18 de octubre. Nadie lo ha reemplazado en la historia nacional. Pudo haber ocupado su lugar, perennemente, aquel movimiento de civiles y militares que derribó a Medina. Pero allí no había un solo revolucionario. Ni siquiera un estadista que implantara un régimen burgués avanzado. El 18 de octubre fue una mezcolanza de jacobinismo pequeñoburgués, demagogia, desorden e incapacidad. Todo sin excluir la entrega a los intereses más odiosos del extranjero. Duró el gobierno el tiempo necesario para que las clases más favorecidas por sus desvaríos pudieran unirse orgánicamente a fin de licenciar aquella catarata de oratoria castelariana que constituía una potencial amenaza por las incitaciones que hacia al pueblo. Y vino la dictadura que fue el mismo gobierno, pero podado de sus jacobinos. El mismo gobierno porque lo sostuvieron las mismas clases que el 18 de octubre se beneficiaron escandalosamente."

 



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Victor Barraez


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