El entretenimiento de los perturbados

Parece mentira que todavía, en el siglo XXI, cuando existen miles de instituciones en el mundo que abogan por los actos humanitarios y defienden los derechos del hombre, la conservación de las aguas, de la especie animal, de los bosques y del ambiente en general, se realicen corridas de toros en donde aniquilan cruelmente a unos indefensos cuadrúpedos con el solo propósito de divertir a unos cuantos individuos; que seguramente con el toro recrean sus malos instintos. Aquí en Venezuela quienes patrocinan esos eventos casi siempre son los alcaldes, apoyados por unos cuantos amigos interesados primordialmente de hacerse de una buena cantidad de dinero, entonces esas alcaldías no se cansan de desembolsar y perder un gran capital en administrar, ejecutar obras y adquirir componentes para refaccionar y adornar el respectivo coso taurino; el cual es utilizado muy ocasionalmente en el año.

Veamos como se prepara y se realiza una corrida de toros. Los encargados de escoger los toros para el espectáculo van a una finca donde crían esta clase de ganado, allí escogen ejemplares con buena estampa, fuertes y vivaces, faltando unos 5 días para la corrida los embarcan en unos camiones en donde viajan incómodos por largas horas, en el recorrido casi siempre no le suministran ninguna comida ni agua, llegando muy agotados a los corrales de la plaza de toros, luego los pasan a unos cuartos con un mínimo de luz y lo dejan allí encerrados por unos dos o tres días, suministrándoles poca comida y el agua mezclada con sustancias que los purga; por lo que los toros el día de la corrida están muy debilitados y sus condiciones físicas se reducen a menos de la mitad.

Cuando el toro entra al ruedo a plena luz solar, se encandila, se le ve asustado por la bulla que hace el público y no sabe para donde coger, al poco rato vienen los ayudantes del torero le dan unos pases con sus capotes y lo dirigen a donde está un picador, hombre con una larga vara que termina en una punta de metal de unos 15 cmts., montado en un caballo “protegido” por un lado con un peto, hacia ese lado enviste el toro con toda su rabia y choca con el costillar del caballo. (Con seis embestidas más ese caballo tendrá múltiples fracturas y desprendimientos de órganos por lo que pronto muere) Entonces, el picador hunde una y otra vez la lanza en el lomo del el toro; y así comienza su mayor martirio.

Para doblegar más al toro y humillarlo, esta última palabra usada por los taurómacos con prepotencia, después de haberlo martirizado con la pica le clavan seis banderillas cerca del lugar en donde lo hirieron con la vara, las banderillas terminan en un arpón de metal de 10 cmts. de largo para que se fijen en el cuerpo del toro que al moverse siente un inmenso dolor. Ya la fortaleza del toro ha disminuido en un 80%, momento apropiado para el enfrentamiento con el valiente torero, éste le da algunos pases de muleta, se sitúa inmóvil adelante y osa tocarle los limados cuernos; todo un farsante.

Y ya cuando el toro se siente morir debido a tanta tortura, se le hiere mortalmente con una espada de unos 80 cmts. de largo que le destroza el hígado, los pulmones, los riñones, las arterias y las venas; un verdadero teatro macabro. Además, como si fuera poco, cuando el toro cae exhausto llega un ayudante del torero y lo descabella, ésto es, le introduce en la cabeza, por detrás de las astas, un cuchillo de unos 15 cmts. de largo que cerca de la empuñadura tiene fijado y atravesado una hoja metálica muy afilada.

¡¡Que monstruosidad!! ¿Dónde está la condición piadosa que se debe presumir existe en la mente y el alma de cualquier ser humano? Y son las autoridades venezolanas las que permiten esta barbaridad y, como se dice al principio, algunos mandatarios municipales tienen el tupé de gastar un dineral para que se realicen estos eventos, en vez de devolverlo a la comunidad convertido en trabajos sociales.

Es de esperar que el gobierno revolucionario, liderado por Hugo Chávez Frías, tome las medidas necesarias y no siga permitiendo se realice en Venezuela estos salvajes y tétricos espectáculos.

joseameliach@hotmail.com


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José M. Ameliach N


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