A pesar del memorándum de CONATEL a los medios estableciendo censura previa a la cobertura periodística de las primarias de la oposición. A pesar de las bombas lacrimógenas, las amenazas, los cierres de centros de votación decretados por algún alcalde colgado de un escroto poderoso. A pesar de los denuestos, de los tiros, de la lluvia, de las dificultades logísticas, de las declaraciones en contra de incluso alguno de los precandidatos que se midieron allí (sobre todo, el abucheado Prosperi) y un largo etcétera de dificultades, hubo primarias, hubo una importante movilización masiva, hubo emoción que contrastaba con la depresión de los opositores que han acompañado ya tantas veces los desatinos de sus dirigentes; hubo, en fin, un hecho político que no puede ser tapado con un dedo, ni siquiera con la rabieta de Nicolás y Cilita.
Fue una expresión de rechazo. Igual que lo fue una vez el voto por Chávez. Más emoción y pasión, que razón y cálculo. Pero logró un efecto unificador y moralizador que todos poníamos en duda. Hasta Rosales manifestó que acompañaría a la ganadora. Hasta Ramos Allup desautorizó la torpeza de su precandidato. Solo quedó el coro desafinado de Bernabé, Brito y Ratti (¿qué gente tendrán esos?). Los otros precandidatos manifestaron su reconocimiento. Dadas las conocidas contradicciones internas de la oposición, esto es hasta sorprendente. Efecto de esas masas haciendo cola bajo la lluvia. Y las masas que no pudieron o no quisieron ir, pero que estaban a la expectativa, viendo si podían volver a confiar.
Como dice Ochoa Antich: ahora la Machado tiene un capital político importante, como una vez lo tuvo Ramos Allup en 2015, cuando la oposición obtuvo la mayoría en el parlamento, como lo tuvo Guaidó comenzando el 2020, como lo obtuvo Capriles en 2013. Ya van demasiados errores de conducción de la oposición. Despilfarro de su capital político. Hoy ponen a un dirigente en el tope de la popularidad, solo para que mañana por una torpeza, sean nuevamente derrotados. Falta superar muchos obstáculos en el camino, El primero, obvio, la inhabilitación, decretada como acto administrativo, no resultado, como pauta la Constitución, de una sentencia judicial. El otro, facilitar el cobro de una eventual victoria electoral, como lo hizo Violeta de Chamorro en 1990 en Nicaragua. Falta política.
Ochoa Antich dice que también Maduro puede lucirse si tuviera visión de estadista. No se lo veo. Y la convocatoria a ese referéndum sobre el Esequibo demuestra que todo lo que hace el gobierno es con el fin de mantenerse en el poder a cualquier costo. Si la Machado, por el mecanismo de la economía del voto, sigue polarizando con el gobierno, un gobierno rechazado por propios y extraños (ver todas las encuestas: los críticos del gobierno son mayoría en el propio chavismo autoidentificado como tal), y el mismo fenómeno de contagio emocional se reproduce, Maduro no puede ganar unas elecciones más o menos limpias. Habilitar a la Machado equivale a una rendición. La actitud del gobierno es mantenerse en el poder incluso si se va contra los intereses de la Nación. Me explico a continuación.
En primer lugar, ese referéndum es innecesario. Además, construye un riesgo para las políticas de soberanía, pues deja el espacio abierto para una baja participación, lo cual debilita la posición venezolana. Para defender la soberanía nacional, solo se requiere cumplir con la Constitución. Lo del rechazo al Laudo arbitral de 1899 ya está hecho y ha sido la postura tradicional de los gobiernos venezolanos. Igual que el apoyo al acuerdo de Ginebra de 1966 para alcanzar una solución práctica y satisfactoria del diferendo. Lo mismo, el desconocimiento de no reconocer a la Corte Internacional de Justicia como instancia para resolver el problema. Igual, la oposición, de acuerdo al Derecho Internacional, a la pretensión de Guayana de disponer unilateralmente de un mar pendiente de delimitar. No se necesita consultar al pueblo sobre eso. Esa ha sido la política de todos los gobiernos venezolanos, vale repetir. Aunque, por cierto, no lo ha sido ciertas declaraciones de Chávez y Maduro, en armonía con las de Fidel Castro y la Comunidad del Caribe, de "dejar eso así", porque es un problema con el imperialismo inglés. Los aliados cubanos de Chávez y Maduro han ido más allá, y hasta han acusado a Venezuela de una postura intervencionista y agresiva. Los gobiernos caribeños, los mismos beneficiados por las políticas petroleras de los gobiernos de Chávez y Maduro, han respaldado a Guyana.
El Diablo se encuentra en la pregunta 5: la que "consulta" acerca de una acción de ocupación de territorio, la creación de un nuevo estado venezolano, el "Esequibo" y la cedulación de la población del territorio en disputa. Ya el gobierno de Guyana ha respondido que se trata de una provocación, como en efecto lo es y, seguramente, los aliados del vecino lo ratificarán, cada uno con sus intereses.
Como ya he dicho en anteriores artículos: la única utilidad de ese referéndum es aceitar la maquinaria del PSUV, movilizar lo que queda de apoyo al gobierno, chantajear a los que no respaldamos al gobierno, neutralizar el efecto propagandístico de la primaria y el momento emocionante de la oposición, poner en suspenso las negociaciones de México, señalar de "traidores a la Patria" a los que se opondrían. Fines de consumo interno. Lo mismo que hizo el dictador Galtieri cuando se vio en problemas: declarar la guerra a Inglaterra por las Malvinas, para convocar a la "Unidad Nacional" y tratar de permanecer en el poder. Cabría preguntarse ¿nos conviene entrar en guerra (o incluso, provocar o amenazar con esta) con Guyana (que, por supuesto, no será solo contra ese país; sino contra todos sus aliados)? ¿justo en este momento, en medio de una profunda crisis económica, social y política? ¿A quién beneficia esta provocación? ¿A Venezuela?
La política internacional de Venezuela, especialmente en relación a una disputa territorial y la defensa de la soberanía, debiera ser motivo de una gran Unidad Nacional. Algo de eso se vislumbró cuando en las conversaciones de México, tanto el gobierno, como la fracción opositora participante, estuvieron de acuerdo en una sola política expresada en los puntos ya mencionados. Ahí, en el logro de esto, se mostraría la talla de estadista de Nicolás Maduro. Sobre esto último, resulta interesante la propuesta del Consejo Universitario de la UCV de formar una comisión plural de expertos para diseñar las acciones diplomáticas de Venezuela frente al diferendo. El gobierno ha hecho mutis, no ha mostrado ningún interés. Pero, no. Ha escogido la vía de la provocación nacional para detener, incluso, las elecciones del año próximo, para neutralizar sus oponentes políticos, garantizar el apoyo de los militares. Es decir, sus intereses particulares por encima de los intereses nacionales. Otra cuenta a cobrar, algún día.