Todo está muerto

No iba a escribir hoy, pero, ayer, el 12 de diciembre del año 2023, fue un día marcante para mí, y necesito compartir esto con ustedes, gracias por escucharme.

Aparte de una vez hace un mes atrás que tuve que salir a la luz del sol, o sea, de día, forzado por las circunstancias, lo cual me produjo un ataque de mi enfermedad, por primera vez desde agosto del 2020, salí voluntariamente a la luz del sol (durante tres horas consecutivas), y aunque mi amiga, aquí donde vivo, siempre me cuenta lo que está pasando en las calles, de día, yo, por primera vez en 40 meses, vi con mis propios ojos, y sentí con mi propio corazón la realidad terrenal del pueblo venezolano, de día, como una llovizna de sangre y petróleo, como una nube oscura llena de plomo en pleno sol cayéndose del cielo sobre nosotros los venezolanos y las venezolanas de nobles intenciones, o sea, sobre las mayorías honestas, trabajadoras, y no corruptas, aplastándonos como si fuéramos cucarachas en el closet de las corruptas y desalmadas clases dominantes y gobernantes de nuestra violada Venezuela.

Todo este tiempo, estos tres y pico de años que he estado viviendo como un vampiro en mi cueva (mi taller), con mis ventanas pintadas de negro y sin salir de mi taller excepto tal vez unas veinte veces en tres años, pero durante solo una o dos horas cada vez, y solo de noche cuando la gente ya habría pasado sus angustias y rabia del día y andan media borrachas tratando de liberarse de sus demonios, me preguntaba:

¿Por qué, en más de tres años, no he olido ni una sola parrilla aquí en mi vecindario?

¿Por qué no he escuchado desde entonces, aquí en mi vecindario, ni una sola fiesta de cumpleaños con todo su habitual bochinche y rumba hasta las cinco de la madrugada (algo que echo de menos)?

¿Por qué, desde hace tres años, ningún vecino ha decorado sus casas con luces de navidad?

Ni uno solo.

¿Por qué ninguno de mis vecinos, desde hace tres años, ha pintado su casa en preparación para navidad así como se solía hacer desde la primera vez que llegué aquí a Venezuela hace casi 50 años atrás?

¿Por qué desde hace más de tres años, durante esta temporada navideña (noviembre a enero), no he escuchado ni visto ni un solo cohete, ni nada de fuegos artificiales por estos lados donde vivo excepto vistos y escuchados desde lejos provenientes de los sectores pudientes que se encuentran a varios kilómetros de aquí, donde viven en su mayoría los corruptos del PSUV y de sus partidos aliados y opositores al gobierno (es que, son básicamente todos iguales, se conocen, y comparten los mismos espacios de ricos y los mismos antivalores), los corruptos del gobierno nacional y Estatal y los corruptos del aparato Estatal, y los narco traficantes (vivo en la costa) y dueños y operadores de la banca, de las empresas exportadoras e importadoras, y los dueños de los comercios y cadenas de tiendas, y cosas así?


¿Ah?

Bueno …

Ayer, el 12 de diciembre del año 2023, tuve la contundente respuesta, pienso yo.

Jamás en casi 50 años andando por estos lados, había visto o sentido tanta apatía, tanta amargura, y tanta envidia aquí en este país que una vez fue el paraíso terrestre de este planeta con una población llena de energía y alegría ambulante, jamás.

Salí, como dije arriba, de día, voluntariamente, poniendo en riesgo mi vida (puedo morir de un ataque de mi enfermedad porque la luz del sol me envenena la sangre bajo ciertas condiciones), por primera vez en más de tres años, a una pequeña tasca que abre de día y de noche donde conozco a los dueños portugueses, y durante esas tres horas que estuve allí, repito, de día, solo entraron a la tasca:

- mi amiga, quien no tenía cómo comprarse ni una sola cerveza, y menos todavía para comprase una hamburguesa o papas fritas … porque ninguno de sus clientes regulares tienen dinero para pagarle sus servicios de taxi, mientras otros dicen que la van a pagar la carrera, pero jamás se la pagan, siempre con la misma excusa, de que se les acabó el dinero

- una vecina de la tasca, quien le trajo comida a mi amiga, quien tampoco tiene suficiente dinero para comprase ni siquiera una cerveza, quién entró a traer la comida, y salió

- otra vecina de la tasca, quien se tomó dos cervezas, pero que después se fue con su cara larga y amargada sin despedirse porque no tenía suficiente dinero en su tarjeta para comprarse otra

- el marido de esa vecina, quien solo entró a medio saludar con su cara de culo y después se sentó afuera frente a la tasca tomando aguardiente (que cuesta $3 el litro) con otros 4 vecinos todos con sus caras de culo porque no tienen como comprarse cerveza

- una vendedora de insumos para las tascas y restaurantes, quien no toma cuando está trabajando, quien finalmente, después de intentar negociar una venta con los dueños portugueses, salió de la tasca casi llorando, con las manos vacías

NOTA: Mientras escribo esto, son las once de la mañana, se fue la luz, otra vez. Lo advertí en noviembre en un artículo mío titulado, Si esto continúa así, nuestro sistema eléctrico colapsará por completo, donde dije, "También, predigo que los apagones y las fallas eléctricas este diciembre incrementarán dramáticamente a nivel nacional, es que, hay una razón muy sencilla para que eso ocurra, como verán más abajo."

- un trabajador, con sus cara de desespero y apatía, queriendo matar a Maduro a voz alta, gritándole groserías a Maduro y al PSUV, quien limpia los quioscos en la playa, quien vino a comprarse un tercio de una botella de aguardiente ($1), quien como los demás, entró y salió, quien tiene once hijos, quien se gana unos $50 semanales provenientes de unos cinco quioscos, donde también --- por suerte --- le dan de comer, pero quien duerme en la calle porque no le alcanza el dinero ya que él manda el poco dinero que se gana trabajando siete días la semana desde las 6AM hasta las 9PM, a sus niños

- y entraron tres conocidos míos que viven en la calle, a compararse, entre tres, un tercio de aguardiente ($1 entre tres), entraron, y salieron, con sus caras arrastradas por el suelo, avergonzados, hechos pedazos esta navidad, como siempre (hay que saber que dos de los tres crecieron en familias súper ricas y corruptas, y no son aceptados en sus propias familias porque ellos no son corruptos).

Nadie más entró durante esas tres horas que estuve allí, de día, o sea, yo fui el único que gastó algo de dinero en cerveza y papas fritas, pero, eso ha sido por casualidad, y por suerte mía, porque hace poco empecé a trabajar otra vez (después de haber pasado más de tres años en cama) en mis proyectos, y mis clientes, todos en el extranjero, gracias a Dios como dicen aquí en Venezuela, pudieron mandarme un poco de dinero como avance sobre la venta de mi propiedad intelectual (arte, invenciones, y escritos y puzles que ellos piensan poder vender al NYT).

Los cinco o seis vecinos de la tasca, los que regularmente se sientan afuera, donde comunalmente se desahogan con su aguardiente barato porque normalmente no tienen como comprarse cerveza, se fueron a sentarse a otro lado, a varios metros de distancia, me contaron, por vergüenza y envidia, porque se sientan tan avergonzados y aplastados, e insultados además --- y se les nota en la cara ---, que, aun trabajando seis días la semana doce horas por día para los ricachones y corruptos (aquí en la playa normalmente no trabajan los martes), no les alcanza para poder dignamente entrar a la tasca, como yo lo hice, y tomarse unas cuantas cervezas y comer papas fritas en su único día libre.

Sí señor.

Así es, eso es lo que vi con mis propios ajos ayer, de día, el 12 de diciembre del año 2023, 12 días antes del 24, con esa tremenda y pesada nube oscura burlándose de nosotros, lista para caernos encima desde el cielo y matarnos.

Cuando regresé a mi taller, todavía era de día, ¿y qué vi?, ¿qué escuche?

Nada.

Ni pío.

Solo sentí la angustia y el desespero que ha invadido este navidad 2023.

CONCLUSIÓN

Entonces …

Digo yo …

Si esto está pasando aquí donde yo vivo, en un sector playero, donde normalmente fluye más dinero y más felicidad que en casi cualquier otro sector de Venezuela, ¿cómo habrían pasado este mismo 12 de diciembre las millones de personas que viven, tratadas como animales bajo la gobernanza de Maduro, en lugares y ambientes donde no hay ninguna playa donde podrían desahogarse y donde podrían por lo menos alegrarse el alma un poco frente a mar cuando uno no puede ni compararse una sola maldita cerveza?

¿Ah?

Por último, todas las personas que entraron a la tasca, todas, sin excepción, incluso los dueños portugueses quienes perdieron en los últimos cinco años todos sus negocios familiares que tuvieron durante décadas, repitieron exactamente la misma cosa, como si todos habían sido indoctrinados en un mismo programa de lavado de cerebro:

"Todo está muerto esta navidad, es que, nadie tiene dinero. Todo está muerto."


oscar@oscarheck.com



 



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Oscar Heck

De padre canadiense francés y madre indígena, llegó por primera vez a Venezuela en los años 1970, donde trabajó como misionero en algunos barrios de Caracas y Barlovento. Fue colaborador y corresponsal en inglés de Vheadline.com del 2002 al 2011, y ha sido colaborador regular de Aporrea desde el 2011. Se dedica principalmente a investigar y exponer verdades, o lo que sea lo más cercano posible a la verdad, cumpliendo así su deber Revolucionario ya que está convencido que toda Revolución humanista debe siempre basarse en verdades, y no en mentiras.

 oscar@oscarheck.com

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