Una mala praxis mató a Gustavo Cisneros… Lo que realmente ocurrió, mírenlo aquí!

  1. Desde el año antepasado (2022) Gustavo Cisneros planificó hacerse una delicada intervención quirúrgica en una importante y prestigiosa clínica de Nueva York. Por supuesto, que se escogieron a los mejores médicos de dicho centro (anestesiólogos, neurólogos, radiólogos,…) para una operación en la columna vertebral. Los tratamientos previos a la intervención, fueron lentos y altamente costosos, siendo que el paciente no requería ser intervenido de urgencia e incluso se le dijo que podía postergarse por un tiempo el uso definitivo del bisturí, hasta dos años más. Claro, sobrellevando un fastidioso y persistente dolor con el uso de fuertes analgésicos. Es decir, podía ir alargando la cosa por un tiempo más.

  2. En noviembre de 2023, don Gustavo dijo que quería salir de esa operación (y no aplazarla para el 2024), de una buena vez, y celebrar las fiestas navideñas en familia, recuperándose en su casa de veraneo, en Punta Cana, República Dominicana. Iba a ser, pues, un fin de año glorioso y el inicio de otro, sin ese mal que le venía aquejando desde hacía tiempo. Doña Patricia Phelps estaba de lo más ilusionada con esa recuperación, pasando el 24 y el 31 de diciembre, por allá, en su mansión caribeña, haciendo planes de descanso para un 2024 totalmente dedicados a su familia.

  3. Por supuesto que, don Gustavo no tuvo tiempo de repartir como lo hubiese deseado, su multimillonaria fortuna porque aquella no era una intervención de vida o muerte, y sobre todo cuando se le aseguraba que se iba a encontrar en las mejores manos de la medicina de occidente, siendo recomendado dichos galenos, además por magnates y políticos de la categoría de Carlos Slim y el ex presidente George W. Bush, entre muchos otros personajes.

  4. Pese a toda la confianza y seguridad que se le procuraba trasmitir, don Gustavo, sin embargo, ante su situación de salud, llegó a sentir cierto temor, más allá de la calidad de los médicos gringos que lo iban a llevar a un quirófano. No obstante, a decir verdad, para él, esos honorables physicians, jamás podrían compararse con la calidad humana de los nuestros. En Estados Unidos no existe la menor sensibilidad para el tratamiento de los pacientes, eso se perdido hace décadas. Se les atiende con el mayor desapego e impersonalidad, como a un objeto que, si en algún momento se descoyunta, se quiebra o se sale de control (del cuadro planificado por algo imprevisto) para una operación, sencillamente, se considera, en esa medicina, que primó un designio fortuito, por lo que nadie debe sentir la menor culpa o consideración alguna. De estos casos están llenos las clínicas y hospitales en Estados Unidos. No existe en esto, un país más llenos de Poncios Pilatos…

  5. Todo esto lo sabía don Gustavo y por eso llegó a sentirse tan nervioso y desolado (pese a sus millones), los primeros días de diciembre cuando se tomó la decisión que sería operado para mediados de ese mismo mes. Don Gustavo en esos días no dejó de discutir con su mujer esta decisión, y hasta le planteó el hecho de que tenía entre ceja y ceja venir a operarse en Clínica Caracas, aquí entre su gente, rodeado de su jovial ambiente criollo, la capital de sus mayores logros, la de su juventud, la de sus luchas y tantos empeños y negocios. Él conocía de muchos colegas empresarios, venezolanos quienes, viviendo en el extranjero, cuando requerían hacerse una intervención quirúrgica (incluso para cualquier tratamiento general), siempre escogían una clínica en su país.

  6. Llegó así, el día de la operación y allí, al lado de su esposa, poco antes de ser ingresado al quirófano, se hizo la señal de la cruz y rezó un Padre Nuestro. Pronto se vio rodeado de enfermeros y médicos, y a poco escuchó la voz que le decía: "Señor Gustavo va a recibir un poco de anestesia y se va a despedir por un momento…"

  7. Se despidió don Gustavo, pero nunca habría de volver. Se complicó su situación. La cirugía no fue bien hecha, hubo serios desperfectos. No se ajustaron debidamente los medicamentos que se le administraron. De hecho, se desestimaron ciertos análisis de laboratorio que ya advertían de acechantes peligros en caso de que se prolongase su recuperación. Un caribeño como él, sumergido en aquella de sala con aire acondicionado helado, a veces con el pecho descubierto o tendido boca abajo, acabó por afectar su sistema respiratorio que no fue atendido debidamente y que luego habría de desembocar en una neumonía mortal.

  8. Afuera, la espera de doña Patricia fue tensa y tormentosa, y a medida que pasaban las horas sin tener una respuesta de por qué Gustavo no acababa por salir de la Unidad de Cuidados Intensivos ni se le informaba a ella debidamente de su evolución, comenzó a entrar en pánico.

  9. No se le informaba a doña Patricia lo que estaba ocurriendo porque los médicos en Estados Unidos tienen la costumbre de desaparecer después que hacen sus terribles menjurjes y cogen hacia otros centros a cumplir con otros compromisos. Cuando fueron informados de la gravedad y se encontraron con el cuadro de deficiencia respiratoria casi terminal de don Gustavo, ya no se podía hacer nada.

  10. En eso sí son hasta crueles, reales, prácticos, formales y severos los médicos gringos, cuando llega la hora de tener que darle el parte nada agradable de un paciente que se ha ido al otro mundo. A los dos minutos del fallecimiento (inusitado) de don Gustavo, se presentaron ante doña Patricia y le dijeron: "-El señor Gustavo no pudo con la intervención, señora, lo sentimos mucho…"



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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