De conspiraciones está empedrado el camino de los poderes consolidados y tiránicos. No he revisado bien, la vida cotidiana me impide el trabajo meticuloso del historiador concienzudo, pero estoy seguro de que siempre ha habido en la historia de alguno de los grandes regímenes que han castigado a la especie humana que no haya recurrido al expediente de agitar el fantasma de un monstruoso complot, para eliminar a todos los que alguna vez le torcieron los ojos al déspota, o cuchichearon delante de algún adulante, o tuvieron una reacción inesperada (es decir, no aplaudieron debidamente, como en aquellas asambleas del PCUS donde las ovaciones duraban varias horas porque nadie se arriesgaba a dejar de aplaudir, pues quienes lo habían hecho en otras ocasiones, ya no estaban, y nadie sabía dónde estaban).
Mientras me agarro fuerte del tubo del techo de la camioneta, recuerdo algunas conspiraciones, con su correspondiente purga, que se han hecho famosas por su letal automatismo. Tenemos, por ejemplo, el incendio del Reichstag, que sirvió para eliminar no pocos militantes comunistas y socialdemócratas, "gracias" a la eficacia del aparato de seguridad nazi. O aquella conspiración de Rohm, el jefe de las SA, las hasta ese momento leales fuerzas de asalto del Führer que, por alguna razón todavía oscura, se convirtieron en un peligro para él mismo, y fueron debidamente limpiadas en la llamada "noche de los cuchillos largos" (título de la masacre de todos los jefes de aquellos colectivos nazis). También me acuerdo, al momento que me quitan el asiento, del asesinato del camarada Kírov, que le sirvió a Stalin para emprender una rabiosa campaña higiénica en la cual cayeron incluso dirigentes destacados del buró político del triunfante Partido Bolchevique. Claro, la historia del stalinismo es la historia de las sucesivas purgas, las "riadas" de detenidos, con las que el "Padrecito de los pueblos" limpiaba y relimpiaba, hasta dejarlos relucientes, sus instrumentos de poder, desde el Partido, pasando por la Internacional, hasta las organizaciones de todos los rincones del planeta, que muy largo era el alcance de estos detergentes de vidas humanas.
Es digno de un Foucault o un Byung Chul Han explicar por qué estas operaciones periódicas de eliminación de elementos indeseables en las maquinarias opresivas de los países, vienen siempre acompañadas por un lenguaje higiénico y hasta gastroenterológico, referidos al tubo digestivo. Lo más evidente: lo de las "purgas". Estas siempre se utilizan para "limpiar" y hasta "desinfectar" los aparatos de poder. El desinfectante más utilizado para estas antisepsias organizativas, es la sangre, por supuesto. De esta manera, el Partido, el Estado y, por supuesto, la "revolución", elimina, aniquila, expulsa, evacúa, arranca, esas bacterias, virus, simple suciedad y detritus, que se ha ocultado entre las muchedumbres de fieles, con una capacidad multicromática propia de algunos reptiles, que les permite tomar el color del ambiente para no ser advertidos.
Siempre estas mierdas (sigamos con el lenguaje higiénico o gastroenterológico) son agentes de algún gobierno extranjero y, desde luego, del imperialismo. No vamos a negar que la CIA se aplica en operaciones secretas de aniquilación de elementos indeseables para el imperialismo. Son muchos los casos en la historia. La más recordada es, por supuesto, el complot de Nixon, Kissinger y la CIA para derrocar y aniquilar a Allende. Mucho menos niego la capacidad genocida del Mossad. Pero, de verdad, no creo que cualquier vecino, que le menta la madre al Presidente cuando se va la luz, es un agente de la CIA.
Esto de distinguir entre lo que es una reacción natural de rechazo ante la situación insoportable para los pacientes y sus familiares en los hospitales, por ejemplo, y una operación de alto vuelo, como podría ser el asesinato de un ministro, un gobernador o del propio presidente, no debe de ser fácil. Por eso, la paranoia es una afección mental propia de las cabezas de los aparatos de poder. Se dirá: bueno, para eso están las leyes, para tipificar los delitos y aplicar una pena merecida, y evitar las arbitrariedades del paranoico. Pero no hay que olvidar tampoco quién hace las leyes. Por ejemplo, Stalin disponía de un solo artículo de los 148 del Código Penal soviético: el 58, el cual constaba de catorce ordinales. Esto estimulaba las interpretaciones más amplias. Nada que ver con las indicaciones de Todorov acerca de cuándo "se dispara" la operación hermenéutica, a partir de aparentes contradicciones o lagunas en los textos. Los "órganos" de seguridad (los limpiadores y desinfectantes) podían tomar como una actividad subversiva todo lo que estuviera orientado a "debilitar el poder" mostrando, por ejemplo, debilidad en los trabajos forzados, considerar una "traición a la Patria" cualquier chisme, una inoportuna sonrisa, o comentar que se está pensando en irse del país o que se tiene un amigo en Facebook que se halla en Miami. A esto podía también aplicársele el inciso referido a la aceptación de cualquier ayuda de una potencia extranjera, como es el caso de las ONG incómodas o "sucias" (a las cuales ya les están preparando "su" ley). Tampoco se podía hablar de los apagones o faltas de agua, porque esto significa incitar la intervención de una potencia enemiga. Por supuesto, estos informes de las fallas diarias de los servicios, sea vía wasap o Instagram, pueden ser señal de espionaje al servicio del imperialismo. Y así por el estilo.
En Nicaragua, hay nada menos que más de un centenar de disposiciones legales para lograr, no solo el encarcelamiento, la tortura y demás acciones higiénicas, sino también la expulsión violenta del país y hasta la abolición de la nacionalidad de dirigentes sandinistas, curas, artistas, estudiantes, ingenieros, escritores, etc. En Venezuela, contamos con una Ley del Odio, concebida para promover el Amor, por supuesto. También está la capacidad de trabajo de nuestros diligentes diputados, comandados por un brillante psiquiatra, capaz de canalizar todas las paranoias. Tal y como lo ha enseñado Sai Baba.
En teoría, debiera haber una ardua investigación policial, con pruebas físicas y testimonios, para comprobar estas "suciedades". Desde Hitler y Stalin, son más frecuentes las confesiones. Una de las más notables en la historia del siglo XX, fue la de Nicolás Bujarin, alto jefe de los comunistas soviéticos, teórico respetable, partidario de construir el socialismo "a paso de tortuga" apoyando a los granjeros privados soviéticos, que dio grandes aportes a la teoría del "socialismo en un solo país" que le sirvió luego a Stalin para hacer prevalecer los intereses de gran potencia de la URSS sobre la propia Internacional Comunista. Bueno: todos esos méritos de Bujarin se deshicieron cuando él mismo descubrió y confesó que, en realidad, era un "agente objetivo" del imperialismo, incluso desde los tiempos en que hacía la revolución junto a Lenin, y fue justamente ejecutado con un balazo en la nuca. En este sentido, son recordables las confesiones alrededor del asesinato del profesor Carlos Lanz, conducidas, por cierto, por un fiscal y un Defensor que hoy resulta que eran bacterias igualmente, por lo que también se les aplicó la lejía de la ley. Valga la aliteración.
Las conspiraciones que han desplazado la agenda pública nuevamente, así como lo hizo el zaperoco respecto al Esequibo (¿se acuerda, querido lector?), son cinco, según el Fiscal Tarek William Saab. Todas ellas implicaron "la planificación de acciones criminales y terroristas para atentar contra el gobierno legítimamente constituido, las autoridades e instituciones del Estado y el pueblo venezolano, todo lo cual conforma traición a la Patria". En todas, participan como organizadores agentes de la CIA y la DEA. Una, el plan "Brazalete Blanco" presuntamente tenía como objetivo asesinar a Nicolás Maduro, y Freddy Bernal. Las otras, sobre las cuales todavía no han dado más detalles, son "Alta Conspiración", "Caso Espionaje Guasdalito", "Caso la Gaviota" y "caso Fortunato".
Se han emitido hasta ahora más de 30 autos de detención, incluidos los que son contra la periodista Barradas y la "defensora de los DDHH" Suju, los dirigidos a tres coordinadores del partido VENTE e incluso contra dos youtuber. Se degradaron (algunos con evidencia de torturas, según algunas fuentes) y expulsaron de las Fuerzas Armadas más de treinta oficiales, algunos de ellos generales, teniente coroneles y capitanes.
Lo cierto es que está acción higiénica ha servido hasta ahora para ratificar la inhabilitación de la candidata ganadora de las primarias de la oposición y decretar la muerte de los acuerdos de Barbados, o al menos ponerlos a guindar. También para anunciar una operación "Furia Bolivariana" que, hasta ahora, además de los detenidos, cuenta en su haber la vandalización de algunos locales de partidos de oposición.
Por supuesto, hay personas que piensan que la mejor manera de cambiar el gobierno, es mediante acciones violentas. Creo que la CIA es capaz de montar complots de esta naturaleza. La creo capaz de infiltrarse incluso en algo tan cercano al poder como un jefe de seguridad de Miraflores. Pero, siempre sus acciones, responden a un plan político, por encima de las aventuras de espías. Se notan algunas incongruencias en todo esto. Por ejemplo: ¿por qué una fuerza política que, según todas las encuestas (menos la de Schemel, por razones obvias), luce ganadora en unas elecciones limpias, recurriría a un magnicidio? ¿Por qué desatar "un caos", si hay unos acuerdos que asegurarían la realización de esas elecciones e incluso abrirían la posibilidad de unos acuerdos para una "transición pacífica"? ¿No será que el verdadero objetivo es, precisamente, no cumplir con el compromiso de hacer unas elecciones creíbles, darle una patada a la mesa y romper los compromisos de elecciones? ¿Acaso la principal, si no única, motivación de las acciones del gobierno, no es mantenerse en el poder? ¿No será todo esto parte de una "orteguización" del madurismo?
Maduro y la cúpula burocrático-militar lograron negociar directamente con los EEUU. Gracias a ello consiguieron, además de la liberación de su operador financiero, un aligeramiento de las sanciones económicas las cuales, en boca de los propios funcionarios norteamericanos, solo consiguieron empeorar las condiciones de vida de los venezolanos. Poner en suspenso las negociaciones de Barbados, justo cuando Trump gana en las primarias del Partido Republicano, ¿no implica la demostración del fracaso de la política Biden respecto a Venezuela y, por tanto, de la evitación de la masiva migración venezolana, que es lo más importante para los gringos? ¿Esto favorecería la candidatura de Trump? En fin ¿esto no le hace el juego al catire racista republicano?
Ya llegué a la parada y me bajo de la camioneta. Reasumo mi papel de cazador de tigres para sobrevivir.